Dos meses, sí. Han pasado dos meses. Y dos días. Parece la denominación de una condena, pero no lo ha sido. Sólo han sido 62 días sabáticos. Pero sólo en lo que al blog se refiere. Porque alejarse un poco de él también tiene mucha utilidad.
En ese período he tenido que tomar -junto con mi hermano- la decisión más dolorosa y crucial en mi vida; he viajado como cada año a Francia, pero ocupando el período más largo -y relajado- que recuerdo; luego he regresado a la tranquilidad cenobita de mi existencia, me he incorporado al trabajo con la suavidad e ilusión de todos los septiembres, y así, poquito a poco, he llegado al día de hoy. Entre medias, he incorporado una cantidad insultante de libros a mi biblioteca electrónica; y por último he terminado de editar y he incorporado una obra más a mi producción literaria: Literografías 2, que brota de la misma bodega que ahora contemplas.
Que hoy haga exactamente un año del inesperado fallecimiento de mi madre, no es casualidad. He elegido esta fecha con toda consciencia. Aún no la he llorado lo suficiente.
He vuelto, eso sí. Otra vez, al tajo.
1 comentario:
¡Un fuerte abrazo!
Publicar un comentario