La madre, la hermana, la prima, la amiga, la canguro (¿quién lo sabe con certeza?) se aburre. Mira a otro lado, mientras la criatura juega tranquila. Otra persona tal vez preside sus pensamientos, mientras se sabe obligada a estar con la niña durante un tiempo que presumimos eterno para la mayor, brevísimo para la menor. Con el gesto resignado, mira a su izquierda, intentando calibrar una distancia física, una duración en el tiempo. Pero por mucho que lo intente, jamás transcurrirán las horas más aprisa, ni llegará nadie, aunque ruegue desde sus adentros con toda la intensidad de que sea capaz. La niña no entiende por qué ella habla tan poco, por qué apenas la atiende. Pero como está muy bien educada, juega sobre la hierba, y con poco se entretiene, se abstrae con facilidad, y con poco es feliz. La madre, la hermana, la prima, la amiga, la canguro (¿quién lo sabe con certeza?), ve cómo la tarde se le escapa sobre la misma hierba y las mismas hojas secas que a la niña le producen tanta curiosidad, tanto bienestar.
Esculturas en el Parque de Isabel la Católica (Gijón, Asturias, España)
Diciembre, 2016 ----- iPhone 6 Plus
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