lunes, 8 de mayo de 2017

GILIPOLLECES EN PORCIONES




Ayer vi esta imagen en mi página de Facebook. No sé quién la compartía, pero eso no viene al caso. Cada vez me dan más tal que por allí las fórmulas de la felicidad condensadas en frasecillas digeribles por toda la familia; no puedo evitarlo. Lo curioso es que nada más echarle la vista encima, me pareció una gran gilipollez; eso sí, dividida en siete escalones. Luego, con más detenimiento, verifiqué que en efecto era una única gilipollez, pero fragmentada en siete porciones.
Primera porción de gilipollez: “La única persona a la que eres capaz de cambiar es a ti misma”. Falso. Hacemos cambiar, y mucho, a los demás que nos rodean. Es una interacción continua. Otra cosa (que es lo que omite la brevedad de la frase) es que no cambien cuando nosotros queremos. Pero cambiamos a los demás, vaya que sí. Y menos mal. Aunque también, menos bien.
Segunda porción de gilipollez: “Haz las paces con tu pasado”. Podría haber sido peor, y que hubiera pedido una rendición incondicional. Sólo pide paces. Pero ni siquiera eso parece decente. Al pasado hay que asumirlo, aunque se siga en guerra con él, aunque no se justifique nada del mismo.
Tercera porción de gilipollez: “Piensa en las cosas que te hacen feliz, y hazlas”. Otra tontería de dimensión descomunal. Es como la frase de Agustín de Hipona: "Ama, y haz lo que quieras". Como si fuera tan sencillo. El mundo está ahí, rodeándolo todo. Y por lo general, suele impedirnos muchas de las cosas que nos gustan o que nos harían felices, siquiera sea por un instante. Otra cosa es que se pudiera imaginarlas, y ya. Pero, no. Según esto, se hacen, y ya está. Plan de autoayuda de karaoke, o de postal, o de tontería.
Cuarta porción de gilipollez: “Lo importante no es llegar, sino lo que aprendes por el camino”. Falso. Pregúntenle a quienes han llegado a una final de lo que fuera, y la han perdido. O a quienes intentaron llegar a una cumbre de la altura que fuera, y que repetidamente se les resistiera. O a quienes opositaron cuatro veces, y en ninguna lograron su plaza. O a quienes intentaron ser padres biológicos una y otra vez, sin lograrlo. Lo importante es llegar, ¡vaya que sí! Para, a continuación, crear otra meta a donde dirigirse, y así sucesivamente hasta palmarla.
Quinta porción de gilipollez: “Eres el 100 % de tu felicidad. Tú y nadie más”. Completamente falso, y una regla que, de creerse a pies juntillas, puede hacer un daño irreversible a los crédulos. Ojalá fuera así (aunque si así fuera, aún los habría tan lerdos como para no conseguirlo jamás). Los demás interactúan con nosotros e influyen lo suyo (a veces, incluso para bien). Pero por lo general condicionan, evitan, lastran, aconsejan, maltratan, influyen, opinan, desfavorecen, hieren, asesinan. Cuéntesele esa milonga a los millones de niños esclavos del mundo, a los millones de refugiados de nuestros tiempos, a las víctimas de cualquier guerra, atentado o crimen (y  a sus familiares); a ver qué opinan al respecto.
Sexta porción de gilipollez: “No te compares con nadie. Cada persona es única”. Tontería y falsedad. La falsedad es bien notoria, salvo a nivel genético vía ADN. Por lo demás, los etotipos y variedades de comportamiento son numerables y no tantos como para que no quepan en los manuales de psicología o psiquiatría, donde están tipificados. Somos demasiado parecidos entre sí, para nuestra desgracia, y para nuestra suerte. Por lo que respecta a la tontería, casi no admite ni el comentario. Por supuesto que hay que compararse con alguien. Si no, ¿cómo se crecería? El problema es elegir bien los sujetos dignos de nuestra comparación, porque si son tan altos que nunca podremos alcanzarlos ni de lejos, nos frustrarán, y si son tan bajos que enseguida los dejamos atrás, acabaremos despreciándolos y lamentando su magisterio anterior.
Séptima y última porción de gilipollez: “Sonríe. Es gratis”. El imperativo aquí pega muy mal. La sonrisa debe brotar de forma natural, no porque la psicóloga de turno lo imponga o sólo lo sugiera. Sonreír será gratis (aunque no siempre, porque a veces pagamos para hacerlo, pero si no surge de la espontaneidad más íntima, no será más creíble que una impostura de telediario de los últimos diez años.
Así que MENOS GILIPOLLECES, Y MÁS SENTIDO COMÚN, que parece seguir siendo el menos común de los sentidos.

3 comentarios:

la cocina de frabisa dijo...

Un análisis muy certero. Sin duda estas frases calan en la gente por eso las redes sociales están inundadas de ellas y la gente las comparte sin parar porque es más fácil creer que eso es verdad que cuestionarla.
Enhorabuena por la reflexión que comparto en gran parte.
besos

Samu Chao dijo...

Buenas noches Eduardo.
Opino como tú que las redes están llenas de filosofía barata y este es un buen ejemplo. Has hecho un buen muestreo!

Esta entrada que haces es muy oportuna y me da pie a que las interprete también para tener dos puntos de vista.

1. "La única persona a la que eres capaz de cambiar es a ti misma". De acuerdo en que hay una interacción continua. Más sabio sería decir, en palabras de Gandhi "se el cambio que quieres ver en el mundo" y tú mismo serás causa de cambio positivo en los demás así como un faro no se esfuerza en guiar a los barcos.

2."Haz las paces con tu pasado". Dicho en otras palabras. Perdónate. Comprender que tus errores del pasado son fruto de la ignorancia puede ser realmente liberador. No hay que pelear, hay que comprenderse.

3. "Ama y haz lo que quieras" me parece una excelente filosofía de vida, y para nada sencillo por dos razones. Razón uno, no sabemos amar sin ser egoistas. Amar incondicionalmente. Razón dos, no nos conocemos lo suficiente para saber quiénes somos realmente y qué queremos realmente. En resumen: Conócete a ti mismo y descubrirás que estás hecho de amor.
4.Esto es gracioso. Si lo importante es llegar, no se para qué estamos vivos. Mejor quitar todos los líos del medio, que si amores, juegos etc. El fin es la muerte, así que como el camino no es importante ¿por qué no morirse ya? O un músico. Que yo sepa a un músico no le pagan por tocar rápido, sino por hacerlo bien. Moraleja: haz que el fin de tus acciones sean hacerlas por sí mismas, sin expectativas, estando presente.
5.Dime Eduardo, ¿dónde nace la felicidad? ¿Quién la crea? Curiosamente, mis momentos más plenos han sido sin lujos, sin dinero, sin nada. La mayor felicidad siempre ha nacido en mí al estar en conexión con los demás y con la naturaleza. Por lo tanto ¿quién crea la felicidad?
6.Eduardo ¿una flor se compara? ¿Un árbol se compara? Solo crecen, se desarrollan. No gastan su energía en compararse con los otros, sino que lo dan todo en desarrollar lo mejor de sí mismos. Desarrollar tus mejores dones es un gozo en sí mismo, es plenitud, felicidad. Es vida.
7.Cambiaría el "sonríe" por "ríete". No hay nada tan serio en la vida para no reírte. Piensa en los millones de refugiados con una sonrisa en la cara. ¡Qué sabiduría la suya! ¿no crees?

Emma Valdeón Menéndez dijo...

Pues, casi que estoy más con Samu que contigo. Excepto en el último punto.. Como decía mi admirado Pennac, "hay verbos que no admiten el imperativo, por ejemplo, leer, amar..." y sonreír.

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