jueves, 11 de mayo de 2017

MIENTRAS TIENDE LA ROPA (MICRORRELATO)

En la terraza del ático, el niño aguarda. Sobre las 11 de cada sábado, la vecina del 2º, que huele tan rico, viene a mezclar su aroma con el de la fresca colada que sube en la cesta. El niño sabe de ella sólo unas pocas cosas: que vive en el piso de abajo, que es bajita, que se pasa el día cantándole a su bebé, que es muy guapa, y que siempre está contenta. Desde hace meses, la espía mientras tiende la ropa. Al principio, se sentía embobado ante su carita redonda y por los hoyitos que se le forman bajo los pómulos al sonreír: le parecía un ángel de dientes luminosos, que transmitía paz y alegría. Pero el niño se fija cada vez más en la carne desnuda que aflora con los calores de la nueva estación. Y no puede evitarlo. Se siente extraño, pero le gusta sentir la urgencia de mirarla. Por las noches piensa en ella. La recuerda, fantasea, la quisiera tener siempre cerca; acaso, acariciarla. Sabe que tiende la ropa más veces, pero siempre lo hace cuando está en la escuela, y esa situación le priva de poder verla otra vez. Hay días en que no consigue serenar su apetencia. Pero a medida que se acerca el fin de semana, se va tranquilizando cuando piensa en el sábado cada vez más próximo, en que ella subirá a la terraza con su cesta de ropa limpia, a tenderla en unas cuerdas que le quedan un poco altas, por lo que tiene que ponerse de puntillas, y entonces se le estira la falda del vestido, y se le ven un poco más los muslos, e incluso puede pasar que, en las partes más altas de la cuerda deba estirarse un poquito más, y, desde su escondrijo, alcance a ver su carne más rosada silueteada por esa prenda blanca que dibuja curvas asimétricas, y que cuando pudo contemplarla hace poco más de un mes, creyó haber hallado el paraíso, de tanto goce extraño y nuevo como sintió. Poco antes de que ella suba, el niño ha recordado abstraído de todo aquel momento revelador. Hasta llegó a temblar de emoción mientras tensaba a conciencia todas y cada una de las ocho cuerdas del tendal.

Del libro inédito Micrólogos, 2012

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