domingo, 27 de abril de 2014

INCREDULIDAD

Ya lo anticipaba ayer. Ya no busco credulidad, porque uno, de tanto mentar al lobo, ya no consigue que nadie venga a ayudarle cuando el depredador se acerca de verdad. Pero por la noche sucedió algo revelador, a colación de ese proyecto, promesa o sólo intención. Mi propia pareja, entre las risas burlonas que la caracterizan, me despertó el oído soltándome que sí, que bien, que vale, que eso ya lo había dicho muchas veces... con resultados conocidos. Lo que venía decirme es que no me creía, vamos. Lejos de enfadarme, su confesión me llenó de melancolía. “No me conoce todavía”, pensé al hilo de la conversación. Esbocé un mohín de contrariedad. Qué pena, me dije, tanto esfuerzo de transparencia creciente, tanta eliminación progresiva de reticencias, para nada. Pero, dos instantes después, mi inveterado optimismo emergió desde mi habitual pesimismo, y la alegría sustituyó las sensaciones precedentes: “Pero eso es toda una suerte”, concluí. Si después de casi 14 años aún no me conoce, es que todavía nos queda cuerda para rato. Aún puedo sorprenderla de cuando en vez. Y con ese pensamiento de optimismo etiliforme, me acosté. Sorprendentemente, me dormí.

1 comentario:

la cocina de frabisa dijo...

Hay que ver lo mala que es ka gente ehh, qué digo mala, perversa que suena peor. Tu pareja no te merece después de 14 años y burlándose de tus buenas intenciones, es una mala mujè, déjala. Yo te creo firmemente y tapoyo lo que haga falfa, tú sigue la senda marcada y si te pierdes, acude al TOM TOM. Besos

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