domingo, 16 de mayo de 2010

MICRORRELATO

RELEVO
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Cuando Sancho se despide de su señor, entre lágrimas, alcanza por fin la luz. Entiende que ha de ser él quien prosiga la tarea del hidalgo, prematuramente interrumpida. Esa misma tarde, se prueba sus vestiduras, que cambiarán de dueño pero no de cometido. La loriga, tan vetusta, el abollado espaldar, el sorprendente baci-yelmo, la astillada lanza y la adarga herrumbrosa. Todo le viene grande, o estrecho, mas no le importa. Se siente orgulloso de su destino, que ahora comprende honorable e imperecedero. Cuando al fin se ciñe la larga y oxidada espada, y se mira al espejo, la imagen no le desagrada, y su mente vuela, acariciándole recuerdos que le nublan los ojos en un acceso de nostalgia. Al darse la vuelta, para dirigirse al establo, la cara se le tapa con el improvisado yelmo, que le resbala hacia delante, al tiempo que la hoja de la espada se hace un hueco entre sus piernas, de modo que trastabillando con gran estrépito cae cuan largo es. Cuando se recupera, una sonrisa complacida ilumina su rostro. “En verdad que tamaños comienzos son dignos del mejor caballero que los tiempos vieron. Mi señor podrá descansar en paz. Y a él me encomiendo”.
Del libro Micrólogos

4 comentarios:

la cocina de frabisa dijo...

Me encanta la prosa cantarina que tanto recuerda a "El Quijote". También me es grato reconocer a Sancho en el personaje de tu relato, no podría ser otro, tan fantasmón, optimista,con la autoestima por las nubes.
Lo que no consigo es encontrarle el hilo ni el remate, será que no estoy fina o que el que no ha estado fino, has sido tú.

Anónimo dijo...

Buen comienzo.....digno sustituto de su señor. M.T.

Cher dijo...

Ciertamente la hidalguía es cosa de sangre, mas la propia no ha de ser vertida por ser hijodalgo, que en tanto el baci-yelmo nos impida la visión y la espada nos desequilibre el paso, mal haremos en vestir ropas de monje con tal de querer parecerlo; pues verdaderamente no sirven de engaño al prójimo, sino al propio que, complacido, da por buena su caída y ...así ilusionado quedó por no "pechar".
MORALEJA: Siempre ha habido clases (y las habrá) y de las peores... las que por relevo y no por sus hazañas o trabajo llegan a estar donde están.

Anónimo dijo...

Leer el mundo blog, bastante bueno

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