jueves, 6 de octubre de 2016

ADVENIMIENTO LENTO DEL OTOÑO




Los signos del otoño no son abrumadores. Todavía. Pero algunos aparecen con timidez, como si no desearan apabullarnos con la fuerza inexorable que las estaciones marcan. El curso ha empezado. Uno comienza a hablar más de lo que acostumbra a diario (que es más bien poco), y las nuevas clases causan que la garganta se resienta. Es lo natural. Por otro lado, las mañanas ya van siendo frescas, pero aún no tanto como para arrumbar las camisas veraniegas y obligarme a recuperar el roperío de abrigo. Lo de todos los años, aproximadamente. Además, el siguiente volumen del diario de Andrés Trapiello se encuentra listo para ser degustado, como máximo en un par de semanas. Lo establecido desde hace muchos años como lectura otoñal y nocturna. Y están, claro, las hojas del liquidámbar, madrugadoras siempre a la hora de morir de hipertrofia cromática, y que para mí son la referencia que más me sacude mi telaraña del cambio de estación. El otoño llega siempre con tiempo. Con su tiempo. A tiempo.

Porto do Son (La Coruña, Galicia, España)
Octubre, 2011 ----- Nikon, d300

martes, 4 de octubre de 2016

JUSTIFICACIÓN POR LA PALABRA

Sólo justifico un día con palabras. Si las profiero, me encuentro feliz. Si las leo, puedo asegurar que durante un lapso de tiempo mis pesadumbres habrán desaparecido. Si las escribo, me habré olvidado de todo y de todos, acaso también de mí. Si, como hoy, aúno los tres placeres, el día no sólo está justificado, sino que adopta con facilidad la categoría de memorable.

Del Diario inédito Escorzo de penumbras, entrada de 9 de agosto de 1999

lunes, 3 de octubre de 2016

LIBERTAD (RELATIVA) DEL AGUA




La libertad del agua es relativa. Pareciera que es lo más libre que existe, junto con el aire y los vientos, pero tampoco ellos están libres de exigencias de continente. Los fluidos carecen de forma propia, adoptando la de la vasija que los contiene. En este caso, el surtidor viene precedido de unas cañerías que constriñen su anchura, favoreciendo mayor velocidad y potencia de salida. Al ser liberada, entre comillas, dicha agua forma figuras que pueden ser o no captadas. Pero ni aun así su libertad se incrementa, porque una vez lanzada fuera del cañerío anterior, una ráfaga de viento puede acabar con sus gotas lejos de la trayectoria prevista, o una mano furtiva alterar su dirección y dinamismo. Con todo, el agua que vemos es consecuencia de uno de los “defectos” más maravillosos con que cuenta el cuerpo humano: la persistencia en la retina. Es la misma que permite que podamos ver cine o televisión con la impresión de movimiento realista sin que la sensación de verosimilitud se resienta lo más mínimo. Gracias a ella, el agua de cualquier surtidor que veamos, la contemplamos continua y más o menos uniforme. Sin embargo, con una velocidad de obturación brevísima, pongamos 1/4000 de segundo, puede aparecer parte de la verdadera naturaleza de esa agua, que de ese modo es desenmascarada un poco más en su intimidad y desnudez. Vemos, pues, no chorros continuos, sino miríadas de caóticas pequeñas masas de agua que recorren una misma senda, dando la ilusión de un chorro uniforme y rectilíneo. Nada más lejos de la realidad. Sin embargo, en este caso la realidad no desmerece la ilusión, y muestra otra belleza, acaso más abstracta, más geométrica, pero no menos interesante.

Jardines de García Lorca, en Almería (Andalucía, España)
Marzo, 2016 ----- Panasonic Lumix G6

viernes, 30 de septiembre de 2016

ABOMINACIÓN DE NUESTROS POLÍTICOS

Nuestros políticos no nos quieren. Sólo nos necesitan. Somos su escalón intermedio entre la vida real y la que ellos crean en su entorno. Para ello, sólo precisan salir elegidos en un momento concreto. Y para ello no reparan en gastos (propios o robados) con los que acabar induciendo al ciudadano de a pie para que el papelito introducido en la urna lleve sus siglas. Tampoco se contienen en traspasar el delgado límite de la legalidad y de la ética más elementales. El objetivo es el poder. Una vez logrado el mismo, los intereses de los ciudadanos pasan a un tercer o cuarto plano.

Podríamos decir que en toda la etapa democrática reciente -aún breve-, el PP español es el partido que más ha incumplido cuanto prometió en su campaña antepenúltima, la que le otorgó la confianza de los españoles con una incontestable mayoría absoluta. Todo el mundo lo sabe. Aun así, ello no ha sido óbice para que después de 4 años de gobierno salpicados de escándalos de todo tipo, de tropelías legales inauditas, del saqueo continuado del aparato público del estado, de la prepotencia atribuible a los cretinos, de comprobar que cuanto se prometió se incumplió taxativa y metódicamente, el partido gobernado por el más incapaz de los presidentes de la joven democracia española volviera a ganar a sus rivales, no una, sino dos veces consecutivas (diciembre del pasado año y junio del presente). Entre sus fieles fanáticos y los miembros de sus redes clientelares, a los que añadiríamos los temerosos de todo cambio y los que antes de votar otras opciones alternativas, son capaces de votar a los compañeros de la mayor organización mafiosa que ha visto este país en los últimos 40 años, juntos, entre todos han logrado el milagro que cualquiera con dos dedos de frente tildaría de desatino.


Pero no es cosa de criticar sólo a los que actualmente gobiernan. Porque el segundo partido más grande, el PSOE, que ha dirigido este país en la mayor etapa de modernización que nuestra historia recuerda, se desangra entre guerracivilismos intestinos y navajeros, que provocan sonrojo ajeno a quien contemple los modos, las formas, las acciones, los hechos, las caras, las declaraciones y cómo el panorama se ennegrece a medida que pasan los días.


Porque este partido, cuya organización debería estar -como todos, por descontado- al servicio del bienestar del país y de sus habitantes, antes que pensar en estos últimos, invierte su tiempo en producir más y más aspirantes a ser califa en lugar del califa, pero que no llegan a decirlo en voz alta, no sea que se noten sus intenciones, y el efecto sorpresa/anestesiante se evapore antes de tiempo. En vez de eso, prefieren unos asesinar políticamente a su jefe, traicionando lealtades y alimentando banderías y rencillas de patio de colegio, mientras su patrón, inasequible al desaliento, va a piñón fijo en su andadura monolítica con la única intención de salvar el puesto, cueste lo que cueste, y caiga quien caiga. De momento, ya han caído varios. No se descarta que él sea el próximo.


Y es que nuestros políticos no nos quieren. Los políticos españoles sólo nos utilizan para lograr sus prebendas particulares, su “puesto de trabajo”, y lo de mejorar la vida de los ciudadanos son fruslerías idealistas de gente que “no está al loro de lo que se cuece”. Yo tampoco les quiero ya desde hace mucho. Desde hace mucho también, dejé de votarles. Pero es que ahora han logrado incluso que me plantee dejar de ir a votar.

AVISO A VISITANTES

Todas las imágenes (salvo excepciones indicadas) y los textos que las acompañan son propiedad del autor de esta bitácora. Su uso está permitido, siempre que se cite la fuente y la finalidad no sea comercial
Si alguien se reconociera en alguna fotografía y no deseara verse en una imagen que puede ver cualquiera, puede contactar conmigo (fredarron@gmail.com), y será retirada sin problema ninguno.