lunes, 14 de marzo de 2016

LEER Y PENSAR (O VICEVERSA)



Resulta natural considerar que el ser humano pensó antes de que pudiera leer. Mucho antes, además. Pero también es tentador apuntar que antes de que la lectura  y la escritura (tanto monta) aparecieran en nuestra historia, el pensamiento como tal no existiría. Sería más bien algo de corte práctico, utilitario, en aras de la supervivencia. Sin embargo, en cuanto aparecen los textos (en el formato y soporte que se desee), comienza una nueva forma de posibilidad: la de la reflexión sobre lo escrito o lo leído. No digo que fuera inmediato, porque no lo fue. De hecho, hubieron de pasar muchos siglos antes de que la práctica de pensar tuviera una hechura acumulativa, que es donde se encuentra su magia: en la acumulación. Porque alguien que lee puede pararse, y reflexionar sobre lo leído. No sólo pensar sin más, que ya sería mucho más de lo que hace la mayoría, sino pensar sobre lo leído, y añadir un apunte más desde la experiencia propia o desde una perspectiva diferente, la que nuestro propio intelecto, intereses y cultura nos proporcionen. 

Estas dos esculturillas encontradas en un mercado de cerámica de la ciudad francesa de La Rochelle nos muestran de un modo artístico y hasta tierno las dos posturas. Deberíamos poder escoger el orden que deseemos. Pero debiéramos tomarlas juntas, siempre juntas. Una detrás de otra. A ser posible.

Esculturillas en Feria de Cérámica en La Rochelle (Charente-Maritime, Poitou-Charente, Francia)
Julio, 2015 ----- Panasonic Lumix G6

domingo, 13 de marzo de 2016

MI PALABRERÍO CANALLA (4)

ACTOR/ACTRIZ: Profesión que desempeñan determinados individuos duchos en la imitación, y que que les puede llegar a reportar una lenta y trabajada gloria por el solo hecho de hacer lo que todos hacemos a diario (pero encima de un escenario o en una pantalla blanca), con mucho público pendiente de ellos, y por lo que, además, cobran.
ACTUACIÓN/ACTUAR: Acción y verbo que resumen el papel de todo ser vivo desde el momento en que le nacen. De la pericia en su ejecución, de la duración continuada que pueda permitirse sin descanso ni relajación, de la adecuación entre características personales y papel asumido, entre otras cosas, dependerá buena parte de la calidad de vida de cada cual y un porcentaje amplio de su felicidad, que será más amplia cuantas menos veces lo pillen a uno en tal tarea y descubran la impostura.
ACUSACIÓN: Señalamiento de alguien o algo con el fin de que nadie se olvide de que existimos; en última instancia no es más que un deseo de notoriedad inconsciente disfrazado de petición de justicia.
ADELGAZAR: Propósito extendidísimo entre humanos de todo tipo, con preferencia del sexo femenino que, muy conscientes de su papel biológicamente seductor, no son capaces de asumir ni su propia naturaleza ni la lógica inevitable de dicha biología, originándose un contrasentido que alimenta psiquiatras, endocrinólogos, empresas textiles y otras subramas del sector alimentario.
ADIÓS: Podría ser la última palabra de este Palabrerío, pero lo cierto es que el orden alfabético es así de irracional. Se trata de una palabra que mezcla a la divinidad con un deseo sospechoso de alejamiento, no se sabe si de la divinidad o de aquella persona de quien uno se despide.
ADIVINACIÓN: Facultad de los hábiles para ventear cuánto dinero podrán sonsacar a los ingenuos y/o idiotas preocupados por su pasado, por su presente y, lo que es peor, por su futuro.
ADIVINO: Aquel sujeto con las suficientes dotes psicológicas (¡) y tablas de actor como para hacer creer a quienes ya vienen pre-convencidos de que puede adivinar el pasado, comprender el presente y ventear el futuro. Previo pago de tarifa fija o pasos de contador telefónico, eso sí, que la pela es la pela.
ADOLESCENCIA: Período artificial del crecimiento humano (inexistente en otras culturas) que se ha sacado de la manga el capitalismo (v.), una vez detectadas las posibilidades consumistas de los humanos en dicha etapa intermedia.
ADORACIÓN: Exteriorización interesada de un amor extremoso que acaso debiera ser íntimo. Puede darse hacia un dios, un santo, un idolillo, una mascota o una persona. En todos esos casos, no deja de ser un error, un lamentable error, pero uno nunca sabe hasta qué punto los sujetos adoradores son conscientes de ello, con respecto a la utilidad que les reporta.
ADUANA: Puesto que se instala en las fronteras (v.) con el fin de concienciar a quienes por ella pasen de que las diferencias existentes entre el lugar dejado y el lugar hallado son muchísimo mayores que las reales. También puede ser un lugar donde enriquecerse si se carece de los escrúpulos que se debieran suponer.

Del libro inédito Palabrerío canalla, 1999

sábado, 12 de marzo de 2016

TODA LA VIDA TEJIENDO


Sí, sí, tejo. Lo que hago es tejer. Siempre tejí. Desde pequeñita, cuando mi abuela me enseñó. Sí, mi abuela. Mi madre no podía, pobrecita; éramos siete, ¿qué tiempo iba a tener ella? Pero siempre me gustó. Aquellas manos largas y huesudas eran mucho más hábiles que las mías, regordetas y chiquitas. Pero nos entendíamos bien. Y cuando había algún problema en casa, teníamos ella y yo nuestro refugio, y tejíamos juntas en la galería, viendo llover o tras las cortinas cuando hacía sol. Ella me indicaba lo que hacía mal. Pero suavemente, sin gritar, como hacía mi tío. A veces charlábamos un poco. No era de mucho hablar. Yo sí. Le tiraba de la lengua. Me enteré de muchas cosas de la familia... Pero eso es otra cuestión, señor periodista. Todas las familias tienen lo suyo. Pero el caso es que sí, toda la vida tejiendo. Primero, por juego, por puro entretenimiento. Luego, porque un jersey y una bufanda venían bien siempre en casa. Más adelante, para mi marido y mis hijos. No es que no hiciera otras cosas, ya se imaginará. Pero era con lo que más disfrutaba, cuando me quedaba un tiempo libre. No era mucho, pero siempre sacaba algún ratito por la noche, o en el parque con los críos. No era gran cosa, pero con el tiempo adquirí una práctica que otros llaman habilidad. No sé yo. Repitiendo algo muchas veces, acaba saliendo, ¿no? Si esto es muy mecánico. Yo, lo que es inventiva y creatividad... Vamos, que yo de artista tengo bien poco. Combino bien los colores, eso sí; no como mi santo, que en gloria esté. Pero más allá de eso... Y, bueno, cuando una se queda sola, pues algo hay que hacer. Y yo nunca trabajé fuera de casa. Imagínese. Fue una vecina, que venía a este mercado a menudo. Me sugirió que ya que tejía en casa, para mí o para vecinos y amigas, que lo hiciera para los demás, y cobrando por ello. Que con eso, y la pensión podría ir tirando. Y, sí, lo hice. Con mucho miedo, claro, porque una... Pero estos chicos son estupendos. Me arreglaron los papeles, me ayudaron a contactar con dos mayoristas. Y aquí estoy. No vendo como para hacerme rica, pero todos los fines de semana salen algunos billetes. Suficientes para darme cuenta de que lo que hago le sirve a alguien. Y que además, me sigue gustando. Porque si no me gustara, sería un infierno, todo siempre igual. Pero a mí esto me relaja. Mientras tejo, veo la tele, escucho la radio, pienso, lloro un poco, recuerdo a mis hijos, tan lejos... Por eso me ves aquí cada fin de semana. Siempre tejiendo. Tienes cara de frío. ¿No querrías una bufanda?

jueves, 10 de marzo de 2016

LITERATURA Y COMPROMISO

Se trata de un tema muy manido. Demasiado debatido en diferentes épocas. Con posiciones encontradas que jamás llegaron a un acuerdo. Porque no lo hay. Sólo hay sensaciones personales, y ésas o se tienen o no se tienen. 

De alguna forma, todo escritor está comprometido, pues sin un compromiso con la propia manera de vivir que implica la escritura, mal puede haber un escritor. Pero lo que los puristas de la progresía no admitirán es que ese compromiso sea “sólo” consigo mismo y con cuanto cree. Reclamarán compromiso y defensa de ideas sociales de diversa índole encaminadas a cambiar el mundo. Y ahí es donde radica el verdadero problema. Los libros no cambian el mundo. Todo lo más, algunos libros cambian a algunas personas, y son algunas de ellas, las que ayudadas por muchísimas otras utilizadas como fuerza de choque, proceden a desmontar estructuras y a cambiar los andamios sociales y económicos de determinados momentos históricos. 

Mejor nos iría si en vez de reclamar de los demás compromisos cualesquiera, barriéramos nuestro propio nido de excrementos añejos, porque quien limpia su propia cara, crea un espejo donde los demás puedan mirarse. Al fin y al cabo, nadie puede transformar el mundo, pero todos podemos transformar nuestro mundo propio, y ahí sí que los que tanto cacarean no están tan dispuestos a probar con el suyo. Es más, suelen tener mucha gana de cambiar el mundo global o el ajeno, cuando han comprobado la imposibilidad, inutilidad o futilidad de cambiar el suyo propio. Pobres. Darían pena, si no fuera por el sufrimiento que provocan con sus exigencias mal templadas y peor dirigidas.

miércoles, 9 de marzo de 2016

LA INQUIETANTE PRESENCIA DE LOS AUTÓMATAS



Hay algo turbador en la mirada de los juguetes, sea ésta perdida e inmóvil o dirigida y cambiante. Son seres que nos instilan inquietudes que no sabemos muy bien cómo gestionar. Porque a veces llaman a gritos al miedo, y no tenemos los arrestos para contraponer la lógica a lo que sólo es instinto, a lo que el miedo nos produce. Y ello sin razones de ningún tipo, o precisamente por ello mismo. Los artistas lo han sabido siempre. Los directores de cine, también. Los muñecos, maniquíes o autómatas han constituido a lo largo de los años el marco donde se desarrollan pesadillas recurrentes o crímenes horrorosos, que uno nunca sabía si habían producido los propios muñecos o sólo eran testigos mudos de algo que en secreto aprobaban. Por no apelar a ejemplos más chuscos e inferiores, recuerdo ahora algunas escenas de tres extraordinarias películas donde eran protagonistas por derecho propio: El beso del asesino, de Stanley Kubrick, La huella, de Joseph L. Mankiewicz, y Blade runner, de Ridley Scott.

Sin embargo, en el Musée de l’Automat de Souillac, los muñecos no inspiran ese temor reverencial que de siempre han sugerido. Al contrario, el ambiente lúdico, risueño, festivo, acaso melancólico en ocasiones, pero jamás terrorífico, es lo que prima en sus bien nutridas vitrinas, ofrecidas al espectador con mimo y buen gusto. Este batería de jazz, integrante de una deliciosa “jam session band”, es un buen ejemplo de lo que digo. Y si por algún asomo, esa mirada y esa bocaza abierta de dientes tan contrastados nos pudiera aproximar alguna inquietud, pensemos que lo que estaban tocando era algo de John Coltrane, o de Miles Davis, y se nos disuelve enseguida la tontería ancestral.

Museo del Autómata en Souillac (Lot, Dordogne, Francia)
Agosto, 2014 ----- Panasonic Lumix G6

martes, 8 de marzo de 2016

LOCURAS DEL INSOMNIO

A lo mejor, resulta que me encanta hacer locuras. ¿Quién sabe? Responder al insomnio con trabajo, no es original. Que ese trabajo sea literario, lo es en alguna medida. Pero que lo haga yo, sí que lo supone, porque yo no soy dado a tales excesos, entre otras cosas, porque mi espalda y mi organismo no permiten alegrías mayores.

Pero es muy agradable comprobar que la lógica dicta una orden y es conculcada con brío sin propósito de enmienda por un sentimiento que en esos precisos instantes sólo atendía al grito: "¡escribir!, ¡escribir!"

En realidad, no es que me guste o me deje de gustar hacer locuras. Lo que me fascina de esta cuestión es lo que de ello se deduce. No es el hecho en sí. Es su significado. No es escribir hasta más allá de las tres de la mañana. Eso ya lo he hecho. Es descubrir que algo no habitual emite las suficientes vibraciones como para que yo ceda y me marque un número personal con el que poder hacer una reseña. Es eso lo extraordinario: que yo pueda tener la capacidad para llevar a término algo anormal, que supera las premisas de la racionalidad y de lo habitual. Únicamente, eso. Eso, y la deliciosa sensación derivada de la situación que lo posibilita, claro: mi voluntaria soledad, que encaja tal excentricidad en los brazos del silencio más creador y más íntimo. Sólo eso. Nada más, pero (y he ahí lo importante, lo que le da valor, teniendo en cuenta comparaciones hechas al azar), nada menos. 

Del diario Palimpsesto del dubio y la aoristia (inédito). Entrada de 21 de Noviembre de 1995

lunes, 7 de marzo de 2016

A QUIEN MADRUGA, YA SE SABE...



Hay que ser objetivos. Esta imagen no se podría haber tomado al mediodía, ni siquiera una hora antes. Fue sacada a primeras horas de la madrugada de un sábado, cuando uno regresaba tardíamente de quién sabe qué menesteres de fin de semana. O igual había madrugado yo, no sé. Lo sorprendente es que está sacada desde un puente, a cuyo través mis pasos transcurrían. Pero yo iba con la cabeza baja, perdiéndome el espectáculo del río crecido, demasiado pendiente de no matarme con su retorcido firme, recorrido por un adoquinado sobresaliente. No me hubiera fijado en ese brillo, de no haber tropezado en un adoquín que sobresalía del firme. Cuando me apoyé en el pretil exterior, para no caerme, ahí estaba, a unos 15 metros: una luz me temblaba ante los ojos. Al principio, no caí en la cuenta. Eché mano del zoom, y entonces sí: una tela de araña se cimbreaba plena de rocío ante los primeros rayos del día. Temblaba de un modo insinuante, como chantajeando al observador, como advirtiendo que de no darme prisa, sus finas cadenas perladas evaporarían su apariencia. La oferta era más que tentadora, sin embargo, mi pulso no estaba para demasiados trotes. Aunque como el premio sugerido merecía la pena, me apoyé en la piedra, encuadré y disparé. Ella cumplió su promesa, y recibí mi premio. Yo lo presento hoy ante el respetable para su público juicio y previsible deleite.


Tela de araña impregnada de rocío, en Cangas de Onís (Asturias, España)
Febrero, 2016 ----- Panasonic Lumix G6

domingo, 6 de marzo de 2016

LOS VOMITADORES DE BASURA MENTAL

Personas hay que, cuando se les pregunta cómo les va, son dadas a hablar de sí, a comentar su evolución, sus avatares, sus últimos acontecimientos, incluso familiares, sin pudor ni reserva alguna, lo cual podría tomarse como una acendrada prueba de sinceridad, de confianza. Pero resulta que no, porque tanto daría que lo estuvieran haciendo con un espejo. Porque, una vez que han soltado su discurso, su hiel o su miel, sus problemas o sus maravillas, se van, desaparecen como por encanto con cualquier disculpa. No se sinceran. Sencillamente, vomitan un desahogo o publicitan un producto del que se enorgullecen sin ningún interés en qué opina el interlocutor ni, y esto es lo peor, sin interesarse lo más mínimo por cómo le va a ese interlocutor que amablemente ha preguntado interesándose por su vida. No existe diálogo, y a veces incluso literalmente, pues si son contemplados desde lejos se puede ver cómo uno habla, gesticula, lleva la voz cantante, mientras el otro asiente, pacienzudo y generoso, a la espera de su turno para hablar de sí, que es algo muy grato siempre, hasta cuando son épocas de vacas gordas.

En Diario digital (2001), inédito. Entrada de 25 de agosto de 2001

Acotación actual: Personas hay así. Yo no soy de esas personas (nunca lo fui). Jamás me gustaron. Por eso, al poco de conocerlas en semejantes tesituras, ya las aparcaba de mi vida. Y a medida que he ido envejeciendo, lo que tardaba esa despedida se ha reducido al mínimo histórico, a la casi instantaneidad.

sábado, 5 de marzo de 2016

DIFERENCIAS ENTRE HERMANOS



Es conversación recurrente entre las madres (algún padre también participa de vez en cuando). ¿Cómo es posible que habiendo salido del mismo sitio, y proviniendo de los mismos padres, mis dos hijos sean tan distintos? Es un tópico preguntárselo. Es una estupidez seguir haciéndolo. Al menos, hoy en día, que tanto sabemos de etología de la infancia.

En la imagen de esta entrada, parece evidente que los dos niños son hermanos, pero ¿alguien duda del carácter de cada uno de ellos? La mayor, responsable, tímida y cauta, precoz en sus aprendizajes y buena estudiante, seguidora de las normas, temerosa de los avisos de los padres, con el sentido del divertimento por debajo del que marca la línea del deber. El menor, divertido, juguetón infatigable, refractario a las reglas, inquieto y revoltoso, irregular en sus apetencias, curioso hasta la imprudencia, seductor perpetuo, y zalamero para reconquistar afectos interrumpidos.

Si nos fijamos en la cara seria de la niña y su gesto, como protegiendo y cuidando al pequeño, parece que nos habla de una persona acostumbrada a tener responsabilidades para con su hermanito , por lo que las habrá ido desarrollando con los años. La cara sonriente, divertida y hasta pícara del crío nos habla de quien quiere estar divirtiéndose todo el rato, y más, pues no tiene a nadie de quien ocuparse: él es la ocupación. Desde que nació ha tenido una referencia “por arriba”, alguien con quien compararse, alguien a quien, por edad, no podrá alcanzar. La niña, en cambio, durante unos años fue la reina de la casa, no tuvo que competir con nadie; por el simple hecho de existir, ya era considerada la mejor. El niño tenía con quién compararse, y la frustración progresiva de dicha comparanza le indicó desde muy temprano que era mejor optar por otra vía, o incluso la contraria. Por no hablar, claro, de los embarazos. Es algo fácil de verificar que un primer embarazo es una fuente de sorpresas y de novedades para toda mujer, por mucho que la aconsejen, haya leído o haya visto. La aprensión que todo embarazo conlleva es, con el bebé primero, mucho mayor. Resulta inevitable que dichos miedos se transmitan a la criatura que se gesta en su interior. Y lo mismo se puede decir de cómo se está pendiente del primero en todo lo que la educación conlleva. En cambio, en el segundo, ya todo suena a algo que se conoce, ya se sabe qué funciona y qué no, por lo que la tranquilidad es mayor, y la relajación ante lo que vendrá es superior. El niño segundo no tendrá, pues, la carga de tensión que sufrió quien le precedió. Sin comentar tampoco que, pese a que los padres son los mismos, la combinación genética de sus gametos producirán un ser diferente en cada caso. Y por no mencionar tampoco que cuando se tiene el primer hijo, se es más joven, se tiene más energía y se es más inexperto; en cambio, cuando se tiene el segundo, la edad y la experiencia modificarán cómo se le va a tratar, consciente o inconscientemente.

Y aun así, las madres (y algún padre), se siguen preguntando por qué son tan distintos esas dos personitas. Será, más bien, ganas de llenar el tiempo por ausencia de temática conversacional de mayor relieve. Digo yo.

Robado en el pueblo de Conques (Aveyron, Midi-Pyrénées, Francia)
Julio, 2011 ----- Nikon d300

viernes, 4 de marzo de 2016

PLANAZO PARA EL FINDE

Golpea la lluvia detrás de los cristales, y yo encantado. Este fin de semana tengo trabajo docente (pero del creativo y enriquecedor), comeré en un pueblo costero con unos amigos a quienes hace tiempo que había perdido la pista, leeré calentito unas cuantas entrevistas de Juan Cruz a otros tantos literatos, veré algunos episodios atrasados de mi serie actual, experimentaré con algunos juguetitos nuevos de reciente adquisición, editaré alguna foto que alivie mi síndrome de abstinencia, pensaré en el argumento para algún relato que subir a este lugar, tomaré algún capuccino y varios tés a la bergamota, hablaré en la distancia con dos o tres personas de las que más quiero, felicitaré a una amiga que cumple años... y cuando la espalda aúlle, dejaré correr sobre ella varios minutos de agua muy caliente. De modo que ahí tenéis mi planazo total. Por mí, que llueva.

jueves, 3 de marzo de 2016

ARTE EXCELSO, PRECIO BARATO



Todavía habrá quien diga que el Arte es algo al alcance sólo de unos pocos, y que es un mundo devaluado por la continua sumisión a los mercados de subastas, donde los nuevos necios confunden, como advertía Machado, valor y precio. Y, sí. Habrá quien lo diga y lo predique y hasta lo justifique. Pero en plena era de las imágenes, quien no sea capaz de paladear cuanto arte nos rodea, en los formatos y soportes que se quieran, es que es tonto, carece de sensibilidad o, simplemente elige como opción perdérselo. O, alguna rara combinación de esas posibilidades, que hay gente muy retorcida para según qué masoquismos. 

En la imagen, tomada en el barrio parisino de Montmartre, cientos de carteles, postales, telas, serigrafías y lienzos de todo tipo compiten por atraer la mirada de los compradores potenciales. Pero si no se compra, siempre puede uno imaginar que se encuentra uno en un museo al aire libre, donde las obras campan y se nos ofrecen con la facilidad que permiten las técnicas de reproducción modernas. Aprovechémoslas. Visitemos los museos que no lo son. Disfrutemos del Arte mientras podamos. Seamos marchantes imaginarios o compradores de arte excelso por unas pocas monedas, lo que cuestan placeres más mundanos. No se dirá que  no se avisó, antes de que hasta eso nos sea vedado.

Carteles de pintura serigrafiados en la Place du Tertre, en Montmartre (Paris, Îlle-de-la-Cité, Francia)
Julio, 2012 ----- Panasonic Lumix G3

miércoles, 2 de marzo de 2016

MI PALABRERÍO CANALLA (3)

ABUNDANCIA: Gran cantidad de algo, que puede suponer una ventaja si fuere bien asimilada, o distribuida, o racionalizada; pero que puede constituir el principio de una serie inacabable de desgracias y desafueros para quienes no la entiendan en su justa y mudable naturaleza.
ABURRIMIENTO: Estado habitual que se puede hallar entre quienes usan la inteligencia y los sentidos tan sólo como contenido volátil de un continente uniforme distintivo de la especie. Surge cuando no se sabe qué hacer con el tiempo ni, aún peor, consigo mismo.
ACADEMIA: Recinto con pretensiones económicas que atrae a sus pupilos con embustes referidos a su futuro profesional, el cual aspira a allanar, mediante el pago de unos estipendios proporcionales al número de asistentes por aula y la asistencia más o menos regular a las charlas dadas en ellas.
ACCIDENTE: Resultado desagradable e inexplicado (que no inexplicable) de una concatenación de causas concretas producidas casi siempre por nosotros mismos, pero que solemos atribuir a los demás, por aquello de descargar las conciencias y evitar onerosas sensaciones de culpabilidad.
ACCIÓN: 1. Movimiento cuya vehemencia e intensidad se oponen a la abulia de la pasividad y a la inercia de la rutina más ruinosa. 2. Grito que dan los directores de cine cuando desean que toda la fauna que  se halla bajo sus órdenes confluya en un punto de actividad común por una vez y sin que sirva de precedente. 3. Cada uno de los papelitos que permite a uno presumir de aquello tan pomposo de “poseer la parte proporcional de una empresa”, lo cual da derecho a voz, a voto, a dividendos y a ruina compartida.
ACERTIJO: Adivinanza (v.) de uso exclusivamente infantil, que toma a los niños por lo que realmente son, y, en algún caso excecpional, por menos de lo que suelen ser.
ACNÉ: Forma divertida y un tanto tocapelotas (y puntual y arrebolada y sebácea) que tiene la Naturaleza de indicar a los adolescentes de ambos sexos que ya pueden trabar contacto erótico-festivo, a cambio de convertir sus respectivas apariencias faciales en un desastre lamentable que, por paradojas de la vida, no dificulta para nada dicho contacto, antes bien, parece estimularlo.
ACONDROPLASIA: Variedad de enanismo que aqueja a dictadores, matones de  barrio, artistas en busca de popularidad, tiburones de la bolsa y políticos en general. Les suele interesar el cerebro y la inteligencia con la contrapartida de incrementarles la ambición, la idiocia y las ganas de sobar las narices ajenas (u otras partes más pudendas).
ACROBACIA: Presunta habilidad física y corporal que ejecutan (con la seguridad que todo entrenamiento repetido permite) todos aquellos que no son capaces de llamar la atención con su inteligencia o su belleza o su estulticia.
ACROFOBIA: Horror de todo aquel mediocre que no es capaz de soportar alturas ni físicas ni intelectuales, ni en los demás (por envidia) ni en sí mismo (por conciencia de que no logrará hollarlas jamás o —lo que es peor— por ignorancia tremenda sobre lo que allí arriba se esconde).

Del libro inédito Palabrerío canalla, 1999

martes, 1 de marzo de 2016

LA ENORME SOBRIEDAD DEL DÓRICO


Cuando estudiaba Arte en el instituto, la profesora insistió mucho en el hecho de que, en comparación con los templos egipcios, los griegos “estaban hechos a escala humana”, por tanto deduje que serían más pequeños que aquéllos, lo cual es cierto, pero me parece que me quedó una idea algo equívoca del concepto “pequeño en comparación con”. No he estado ni en Egipto ni en Grecia (lo sé, es lamentable). Sin embargo, sí he contemplado muchas obras tanto de una cultura como de la otra en museos italianos, franceses o británicos. Y, sí, la escala es sin lugar a dudas distinta. No hay más que ver las columnas de salas hípetras o hipóstilas de algunos templos egipcios ubicadas en el Museo Británico para comprender las proporciones de cómo será la estructura original.

Pero precisamente en este museo londinense hay varios fragmentos rapiñados del Partenón ateniense que me impactaron, no sólo por sus cualidades estéticas, sino por ofrecerme una idea más precisa de lo que es la altura y dimensiones de la considerada obra maestra de la arquitectura clásica griega. La fotografía que ilustra esta entrada muestra sólo el capitel y la parte superior del fuste de una de las columnas dóricas que componían la columnata o peristilo exterior del templo. Pese a hallarse sobre un basamento, puedo asegurar que la parte superior quedaba a la altura de mi cabeza. Poco más allá se encontraban las famosas metopas de los centauros y los lapitas, que medían casi metro y medio cada una. Así que ¿ésta era la pequeñez de los templos griegos? Muy sorprendido me quedé. Con todo, me dejé llevar por lo que aquellas piedras cinceladas me transmitían. ¡Ah, qué sobriedad, qué sencillez, y aun así, qué totalidad! Un capitel que consta sólo de dos piezas, una prismática, arriba -el ábaco-, el colmo de la simplicidad; otra, con algo de curva descendente, debajo -el equino-, como una almohadilla que parece descender para encontrarse con el fuste estriado. La decoración se limita a unas finísimas líneas que forman el collarino. Y ya está. Con eso logran la quintaesencia del alma griega de la primera época, dura y adusta. Sí, a escala humana, de acuerdo. Pero que nadie se llame a engaño: son grandes las columnas dóricas. Grandes, grandes.

Capitel dórico del Partenón en el British Museum de Londres (Gran Bretaña)
Enero, 2008 ----- Nikon d100

lunes, 29 de febrero de 2016

OTRO COMIENZO (MÁS)

Romper amarras, marcharse, continuar. Así de sencillo se puede comenzar un cambio drástico. Tan fácil como escribirlo y después cumplirlo. Mi vida ha terminado. Al menos, la que llevaba hasta ahora. No me gusta cómo vivo. No me gusta en lo que me he convertido. Es hora ya de dar un volantazo que me encamine en otra dirección. Y creo que ahora, mientras los demás cantan, bailan, cometen los excesos propios de una noche como ésta, es un buen momento para tomar mi decisión. Dejaré, pues, que el azar que me ha sobrevenido por sorpresa sea la yesca que me inflame. Me voy. No sé por cuánto tiempo ni hacia dónde, pero desde ahora viajaré al ritmo que me indiquen mis sentimientos y mi necesidad. El viaje será mi forma de vida. Mi viaje será mi transcurso. Con todo lo que ello comporte.

Entrada inicial del Diario del transcurso (inédito), Enero de 2003

domingo, 28 de febrero de 2016

ESPERANZAS LUMINOSAS


No deja de sorprenderme, por más que recorra el mundo y más viejo me vaya haciendo, comprobar que en cualquier iglesia que visite haya siempre alguien que está introduciendo alguna moneda en algún cepillo, para poder alumbrar una vela, tradicional o electrónica, con que poder materializar un ruego o un agradecimiento a Dios, la Virgen o a cualquiera de los muchos integrantes del santoral católico. A la pregunta lógica de si quienes lo hacen son personas mayores, la respuesta es que no. En lo tocante al tema de las velas, el panorama cronológico es mucho más amplio que el que se observa sobre quiénes asisten a misa, que es claramente provecto. O sea, que rogatorias, preces y agradecimientos son patrimonio de cualquier edad. Y a la segunda pregunta de si son lugareños quienes así proceden, se responde igualmente que no. Que los turistas y visitantes son igualmente participativos en tales acciones. 

Me sorprende, claro.  Sin embargo, lo respeto, desde luego. Pero me sorprende. Y mucho. Aunque también me conmueve. No como antes, que veía algo así y comenzaba a despotricar y a asignar ignorancias y culpabilidades sin cuento. La clave está en comprender. Si comprendemos, censuramos menos. Lo cual no quiere decir que lo justifique. Yo no creo en nada de esto, y mi mente racional entiende que es una pérdida de tiempo (y de algo de dinero) completa. Pero lo es para mí. No para quien se gasta unos euros en comprar o activar unas velitas ante un altar de una estatua de piedra o madera policromada. Para esas personas no es una pérdida de tiempo. Es una forma de alimentar el combustible básico de la existencia: la esperanza. Que a mí me parezca una estupidez no importa.  Y sólo por eso ya está justificado dicho acto. (Por no hablar de que las hileras de velas en la oscuridad me ofrecen unas posibilidades estéticas que no sólo no desdeño, sino que aprovecho con impudicia y jaleo sin cesar. Como se puede observar aquí arriba.)

Velas en hilera sobre lampadario de la iglesia de San Ronan, en Locronan (Finistère, Bretagne, Francia)
Julio, 2015 ----- Panasonic Lumix G6

sábado, 27 de febrero de 2016

UNAMUNO, MI HÉROE

Hay algo que me revienta siempre en las declaraciones de cineastas, escritores, periodistas y hasta algún deportista, cuando les entregan un premio cualquiera. No, que no cunda la alarma. No es el conjunto de solecismos, anacolutos, disparates varios y lugares comunes con que nos suelen regalar nuestras lumbreras culturales. Es la falsa modestia. Decir que uno no merece aquello que recibe, cuando lo que uno piensa o siente es algo parecido a “ya era hora de que toda esta caterva de descerebrados reconociera la calidad de mi carrera, obra, reportaje, gesta deportiva, etc., que está muy por encima de la media de todos los que me siguen a gran distancia”.

Decir que uno no merece un galardón cuando otros han decidido que sí lo merece implica varias reflexiones. La primera, es una falta de educación, porque si realmente se piensa no merecerlo, está tildando de incapaces a quienes han formado parte del jurado seleccionador. La segunda es que salvo contadísimas excepciones lo más habitual es que la vanidad intrínseca a todo ser humano esté trocando su verdadero sentimiento de gozo u orgullo por algo diferente, que la concurrencia espera oír. Y de aquí surge la tercera, porque si lo que la concurrencia -incluido el jurado- espera oír que no lo merece, ¿para qué lo premia? ¿No sucederá en realidad que los premiados han aprendido que los pocos que se han atrevido a reconocer los méritos propios de los galardonados han sido después criticados, humillados, escarnecidos?

Cabría introducir aquí una anécdota muy conocida sobre la concesión de premios. A principios del siglo XX, Alfonso XIII entregó un galardón en forma de cruz al gran escritor Miguel de Unamuno. Este acudió a la cámara regia, y cuando estuvo ante el monarca, se produjo el siguiente diálogo:

—“Vengo a presentarme ante su Majestad, porque me ha dado la cruz de Alfonso XII, que merezco.
—Es extraño -repuso el Rey-; los demás a quienes he dado la cruz me han asegurado que no se la merecían.
—Y tenían razón -contestó Don Miguel.”

Seguramente, si yo lo hubiera conocido no tendría buena opinión de su cercanía personal, dado su agrio carácter. Pero, así, en la distancia, y en los términos apuntados, lo confieso abiertamente: es mi héroe; o, mejor dicho, uno de ellos.

jueves, 25 de febrero de 2016

ABSTRACCIÓN TRAS EL POSTRE


Seamos sinceros. Hemos visto cuadros más horribles en algún museo, con líneas de parecido trazo y colorido semejante. Hemos huido de su estética sin semántica, atribuyendo a sus autores las mayores dosis de dureza facial que nos cupiera imaginar. Y, sin embargo, uno contempla lo que resta de un postre delicioso, y lo encuentra bello. Quizá porque ha sido producto del azar (y de una preparación de la cocina, claro), porque su pretensión no es la de captar a los medios de comunicación ni transmutar vacío alguno en contenido críptico que desentrañar. Tal vez porque no se intente vender a continuación por una cantidad simbólica o insultante. Tal vez porque sólo es eso: un conjunto de líneas y manchas cuya unión produce una sensación de sosegado frescor, tras una comida llena de sorpresas que aún deparaba la última cuando ya no se la esperaba. 

Plato de postre en restaurante de vanguardia (Barcelona, Cataluña, España)
Enero, 2016 ----- iPhone 6 Plus

martes, 23 de febrero de 2016

PERIPECIA PERSONAL DEL 23-F

El día de autos, me faltaban dos meses y medio para cumplir los 18, y a mis amigos les había dicho que por fin tenía novia (aunque no fuera del todo verdad). Aquella tarde, hubo estudio intenso en la facultad, porque en breve teníamos un examen inhumano de Historia Antigua. Con todo, el repaso y la consulta de los volúmenes de la biblioteca no fue obstáculo para un café y, ya de vuelta, para algunos besos largos bajo algún balcón. Yo vivía en León. Hacía mucho frío. Era febrero.

Cuando llegué a casa, mi madre estaba cosiendo, lo natural. Pero nada más que entré en la cocina, me dijo que algo gordo había sucedido en Madrid, porque llevaba un buen rato oyendo cosas en la SER que no le cuadraban nada, y le pareció que había escuchado tiros. A mí me extrañó, porque mi madre no solía escuchar la radio en su vertiente política; ella era más de telenovelas o programas de divertimento. Si me habló de lo que había sucedido en el Congreso de los Diputados hacía un rato, es porque debieron conectar las propias emisoras, y ella no cambió el dial. Pues bien, escuché atentamente, y me enteré de la noticia del golpe. A mi edad, y en aquellos momentos ya tenía conocimiento de causa como para entender las consecuencias posibles de un golpe de estado en nuestro país. Más, siendo estudiante de Historia. Un sudor frío me fue invadiendo sin que me diera cuenta consciente, pero sí de un modo global, difícil de definir.

La puntilla la dio una llamada de teléfono sobre las nueve de la noche. Era mi chica (aunque no lo fuera del todo), que me avisaba de lo que estaba sucediendo, pero con noticias cercanas. Su padre era guardia civil, y no de los más democráticos que se pudieran encontrar en la España de entonces. Pero él y toda la compañía estaban acuartelados, sin saberse de momento nada más. Su familia estaba paralizada, sin saber qué hacer. Si antes tuve sudor frío, ahora cierta angustia me fue atenazando los músculos. Procuramos tranquilizarnos mutuamente, pero ambos sabíamos que la cosa pintaba mal. Colgamos.

Me dispuse a cenar. No olvidaré aquella cena, que tan mal me supo. Sopa de cocido y tortilla de pimientos. La primera, me encantaba; la segunda, no. Ambas se me atragantaron de un modo que recuerdo con mucha viveza. Apenas comí pan. Bebí mucho. Datos reveladores. No despegábamos la oreja de la radio. Las noticias eran confusas y acumulativas, de modo que toda la claridad que hoy poseo sobre ese hecho histórico en aquellos instantes brillaba por su ausencia. Las horas se fueron sucediendo, pero nadie hacíamos lo que teníamos que hacer. Mi madre sí, porque fregó. Aun con todo, estábamos expectantes, tensos, miedosos en el fondo. Seguimos pendientes de lo que sucedía. Lo sorprendente es que en aquella nos acostábamos todos muy pronto, al contrario de lo que nos sucede hoy. Pero aquella  noche, sin decidirlo, de forma natural, fuimos dejando pasar los minutos y las horas, esperando quién sabía qué; hasta que por fin el mensaje del rey, pasada la una de la mañana, ofreció alguna tranquilidad. En mi caso, no demasiada, he de admitir. Pero fue la señal de que había que irse a la cama. No suelo recordar lo que sueño. Sin embargo, a la madrugada siguiente sí lo recordé. Tenía que ver con mi novia (aunque en realidad no lo fuera). Me había dejado porque a su padre lo habían fusilado por ser favorable al golpe. Tardé un par de horas en comprender que la realidad iba a ser bien distinta. Al menos, en lo referente a su padre.

lunes, 22 de febrero de 2016

ATARDECER SOBRE EL RÍO


¿Se puede sentir algo distinto del sosiego, que parece emerger del fondo del río para colmar los ojos ante la marcha del sol? La humedad se siente, como el titilar de las ondas, y la tibieza del atardecer del verano al borde del agua. Los recuerdos del día se ordenan. El impulso vital se aquieta, nos preparamos para el descanso. Pero antes, la explosión del contraluz nos prepara para el cambio de luces. El reflejo nos lo dice todo: lo que fue el día, lo que retendremos de él, y lo que nos deparará el siguiente. Aguardemos, mientras. Descansemos después.

Atardecer sobre el río Adour, en Peyrehorade (Landas, Aquitania, Francia)
Julio, 2015 ----- Panasonic Lumix G6

domingo, 21 de febrero de 2016

SUELTOS DEL PALIMPSESTO (I)

Tal vez sea cierto que no sé nada y que todo esto es un sueño cuyo despertar nos arroje al estercolero onírico de una inteligencia suprema. Pero no es menos verdad que la construcción de mi sueño particular es lo suficientemente repetitiva y monocorde como para que si la primera hipótesis fuese contemplada, no debe procurar sino dolores de cabeza monumentales al presunto soñador.

Digo esto porque es de noche. Y a mí me fascina, del mismo modo a como yo antaño temía la oscuridad nocturna y los misterios que ésta pudiera conllevar. Mi memoria recala ahora en aquel niño precoz y sensible que no soportaba que lo dejaran solo siquiera fuera para coger carbón en un cuarto 15 metros más arriba. Ese temor a lo oscuro, a la ausencia de compañía que me convertía en un momentáneo huérfano accidental, pudo muy bien ser el acrisolado molde donde se alearon los materiales que hoy conforman mi estructura; una composición que adora lo oscuro, lo nocturnal, la solitude, lo señero, quizá lo exclusivo. Es más que probable que la forma de memoria más recurrente e inmarcesible pueda provenir de la inversión de los términos en los que uno edifica su infancia. Ambos elementos, contrarios, rivales a pesar suyo, conocen lo suficiente el uno del otro como para que su pensamiento se ocupe recíprocamente del emparejado de por vida.

La teoría de los contrarios volvería, de esta forma, a ofrecer un hermoso paradigma, sin ostentación aparente, de que sólo perdura lo desigual, lo que no se puede comprender del todo, aunque ambos sean partes integrantes metamorfoseadas del mismo sueño, de la idéntica irrealidad que les dotó de forma. 

Suelto del diario inédito Palimpsesto del dubio y la aoristia, de octubre de 1995

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