Todavía habrá quien diga que el Arte es algo al alcance sólo de unos pocos, y que es un mundo devaluado por la continua sumisión a los mercados de subastas, donde los nuevos necios confunden, como advertía Machado, valor y precio. Y, sí. Habrá quien lo diga y lo predique y hasta lo justifique. Pero en plena era de las imágenes, quien no sea capaz de paladear cuanto arte nos rodea, en los formatos y soportes que se quieran, es que es tonto, carece de sensibilidad o, simplemente elige como opción perdérselo. O, alguna rara combinación de esas posibilidades, que hay gente muy retorcida para según qué masoquismos.
En la imagen, tomada en el barrio parisino de Montmartre, cientos de carteles, postales, telas, serigrafías y lienzos de todo tipo compiten por atraer la mirada de los compradores potenciales. Pero si no se compra, siempre puede uno imaginar que se encuentra uno en un museo al aire libre, donde las obras campan y se nos ofrecen con la facilidad que permiten las técnicas de reproducción modernas. Aprovechémoslas. Visitemos los museos que no lo son. Disfrutemos del Arte mientras podamos. Seamos marchantes imaginarios o compradores de arte excelso por unas pocas monedas, lo que cuestan placeres más mundanos. No se dirá que no se avisó, antes de que hasta eso nos sea vedado.
Carteles de pintura serigrafiados en la Place du Tertre, en Montmartre (Paris, Îlle-de-la-Cité, Francia)
Julio, 2012 ----- Panasonic Lumix G3