martes, 1 de julio de 2014

OBVIEDADES DE 1º DE JULIO

Hoy es el primer día del resto de mi vida. También, el primer día del mes de julio del presente año. Y, de igual modo, mi primer día de vacaciones tras el rápido curso 2013-14, que finalizó ayer. Las dos primeras frases muestran obviedades universales. La tercera, para quien conozca a qué me dedico, también, aunque particular. ¿Por qué escribo obviedades? Porque hoy me siento obvio.

Es obvio que a medida que uno crece en años la percepción del tiempo se altera, en sentido menguante. Nunca hasta hace poco, la duración de los cursos me parecía tan fugaz. Será una sensación subjetiva, pero me consta que es nota común, no importa cuál sea la profesión de cada cual. Si tenemos en cuenta que el tiempo, desde un punto de vista objetivo, dura lo mismo, convendremos que nuestro cerebro opera el cambio. Lo peliagudo es indagar las causas. No se me revelan con claridad. Sólo constato.

Eso sí, percibir la velocidad de la vida, en mi caso, sólo puede generar dos reacciones: o ansiedad por todo lo que aún me resta por crear, sentir, conocer; o relajación absoluta porque da igual cuanto suceda, ya que no puedo controlar nada de los cambios en mi percepción. Me sumerjo en ambas. Y no alternativamente. Tampoco sé por qué razón unas veces es la primera y otras la segunda. En realidad, sé muy pocas cosas. De algunas, tengo interés en buscar la explicación. De otras, no. Y a su vez, no sabría explicar igualmente por qué... (círculo vicioso). Vamos, que navego por un líquido amniótico de irresoluciones, que no me ayuda a vivir mejor, pero que arroja en mi capazo preguntas en cantidad suficiente como para generar un stock de crisis. Aunque uno no vive de preguntas. Sólo de algunas respuestas. Que siempre son menos que las dudas.

Y, ante la duda, ante la indefinición, ante la falta de empuje, ante el vacío más desolado que se pueda mostrar ante uno, sólo cabe una acción. Proseguir. Continuar. Mantenerse. No ceder. Luego, cuando el tiempo vaya pasando, comprobaremos que nuestra biblioteca ha aumentado, que el número de fotografías ha desbordado los discos duros, que la retina fue enviando a la memoria más lugares y más rostros que recordar,  que los sentimientos se arracimaron en celdillas nuevas, y que algunos se sobrescribieron. Que uno cada vez es más, en definitiva, siendo el mismo, aunque uno cada vez sea menos. Lo que, como es natural, resulta algo obvio.

1 comentario:

la cocina de frabisa dijo...

Además de obvio, resulta agradable que el tiempo pase tan rápido ¿no? señal inequívoca de que estás bien, no te duele nada, ningún problema grave te acucia, todo fluye, obviamente.

Cuando estás mal, tanto física como animicamente, o lo están los que quieres, todo discurre leeeeeentamente y parece que no sales de la patada ;))

Enhorabuena, ya estás de vacaciones, envidia me daría pero como a mí ya no me queda nada y el tiempo pasa tan deprisa, tan contenta que ya estés disfrutando.

besos

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