domingo, 12 de diciembre de 2010

MICRORRELATO

SENDEROS TRILLADOS

Se las vio y se las deseó para llevar en palmitas el pan que era pan y el vino que era vino, y se le hincharon todavía más las narices porque no entró con pie derecho en casa del herrero, sino con la pata de palo astillada, de modo que después de poner mucha carne en el asador, echar toda la leña al fuego y de llorar los kiries, empezó a soltar pestes y echar sapos y culebras, y le dijo al herrador que ya era hora de poner los puntos sobre las íes, que había estado todo el santo día esperando por él y que aun así, que ni por ésas, que a ver si caía ya de la burra, que ya estaba bien de comer de gorra y que había que estar a las duras y a las maduras, que hasta ahí habían llegado y que no echara sus palabras a humo de pajas, porque si no, vendría Paco con las rebajas, pues a todo cerdo le llega su San Martín, y él se lavaba las manos si luego pasaba lo que pasaba y acababa durmiendo al raso, dicho lo cual concluyó diciendo que ahí se quedaba, y se despidió a la francesa, al comprobar que el herrero en ningún momento dejó de hacerse el sueco.
Del libro Micrólogos

3 comentarios:

Samu Chao dijo...

Menuda síntesis del refranero español Eduardo, he tenido que hacer uso del google para entender el relato, porque no conocía algunos de ellos. Muy origial.

Cher dijo...

A buen entendedor, pocas palabras bastan.
Huy perdón ji ji, es que me metí en el relato. Pero aquí el sueco no tendría que hacérselo, sería un Erasmus o turista en apuros. Cualquiera traduce literalmente ehhh!

Anónimo dijo...

Sí es que predicar en el desierto....
M.T.

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