DE NUEVO, EL ZORRO
______________________________________
El zorro quiere ser mi amigo, pero yo no le dejo. Me doy dos vueltas seguidas y quedo casi como estaba. Respiro con pesadez; tanto, que me oigo a través de mi cuerpo, como si viviera al otro lado. No le doy razones, ni le explico, pero intuyo que él sabe. Me conoce de otras veces. Yo también a él. Por eso no quiero ser su amigo. En cuanto le diera confianza me pondría ojos tiernos y empezaría a hablarme de mi pelo, del trigo sin cortar y de que lo esencial no se puede ver, sino sentir. Resulta muy pesado. Es un pelmazo, este zorro. Pero tampoco es cosa de humillarlo y degradarlo a ser un personaje de sueño. No lo soportaría si se enterase. Y dejo que me siga mirando, así, a suficiente distancia.
Del libro Micrólogos
3 comentarios:
Una persona que no siente, se vuelve cruel, pues no puede sentir el dolor de los demás, ni disfrutar de la felicidad.
Tu relato me lleva a reflexionar sobre quién es en realidad el zorro.
Concluyo que ambos, por eso no podrá haber amistad. Siempre a suficiente distancia, ambos sabéis lo que hay.
Muy interesante el rodeo de la narrativa para que el final haya sido coherente.
un beso
Desconcertante y escalofriante relato, no me hace sentir a gusto, pero muy bueno porque creo que con ese fin se ha hecho.
A mí me lo cuentan de pequeña... y me da más miedo que el lobo de Caperutita. Y sin embargo este zorro es tan real, lo conocemos todos/as también... como que algunas veces forma parte de nuestra piel.
Publicar un comentario