jueves, 29 de septiembre de 2016

EL ÚLTIMO VIAJE MEGALÍTICO




Los monumentos megalíticos siguen sorprendiendo a quien los mira. Aunque en algunos casos, como éste, sus piedras fueran más pequeñas, nos sigue pareciendo increíble que unos hombres con tantas carencias tecnológicas se tomaran tanto tiempo para hacer algo que podría antojársenos algo gratuito o irrelevante. Y, sin embargo, nada más importante para estos hombres primitivos que sus creencias, por las que sacrificaban esfuerzos, objetivos e incluso personas. ¿Qué les impulsaba a dedicar tanto tiempo, a organizar tanta fuerza bruta con que transportar las colosales piedras, y colocarlas donde con anterioridad alguien había decidido que habría de ser erigido el monumento? Hay pocas respuestas fijas para ello.



En el caso de la Naveta des Tudons, en Menorca, las interrogantes son menos difusas. Se trata de una clara construcción funeraria. Y se sabe que no sólo se enterró allí a los miembros de una familia, sino que hay constancia de que fueron muchos individuos, alrededor de un centenar. En su interior, oscuro y seco, al que se accede tras adoptar una postura casi reptante, aún apabulla más, por lo pequeño que resulta, en comparación con la vista desde el exterior. Se las llama navetas, porque tienen forma de barca invertida. Como si, siglos antes de que la mitología griega nos hablara de Caronte, estos iberos menorquines ya supieran que para acceder a la otra vida era preciso iniciar un viaje de indeterminadas características, pero al que había que dar cumplido inicio con la forma de la tumba que albergaría los cuerpos de los muertos. La idea del viaje postrero, ya, tan antigua. Y tan poderosa, que todavía hoy se mantiene en pie.

Naveta des Tudons (Menorca, Islas Baleares, España)
Julio, 2002 ----- Minolta dImage Z1

miércoles, 28 de septiembre de 2016

MI PALABRERÍO CANALLA (10)

AMBICIÓN: Ansia desmesurada por tener más, conseguir más, llegar más alto, superar las propias barreras, elevarse, volatilizarse, desaparecer... Casi siempre es motivo de grandes logros, que suelen ser pagados con grandes desgracias en el plano íntimo y personal, pues es un mal que no logra cura y que siempre pide más y más...
AMBIGÜEDAD: Posición de quienes no saben nunca dónde deben estar ni con quién; ante la duda, se mantienen entre dos o más aguas que pretenden beber de dos o más fuentes, con el resultado de una sed perpetua, tantálica.
AMBULANCIA: Vehículo todo terreno (aunque no es un 4 x 4), que al ritmo frenético de una musiquilla de son pegadizo e intimidante se contonea en arriesgados eslalon de asfalto, a la par que sortea otros vehículos, a los que no puede rozar, so pena de penalización y pérdida de empleo y sueldo. Su meta es un edificio blanco y feo llamado clínica u hospital, pero no uno concreto, sino el más cercano que cuadre, con el fin de acortar el eslalon, y minimizar gastos y los riesgos subsiguientes.
AMIMIA: Inexpresividad facial propia de cínicos que actúan en variados ámbitos (por regla general, de alta categoría), aunque todos ellos con la común característica del fingimiento, del encubrimiento, del enriquecimiento.
AMISTAD: Convenio entre personas que incluye la reciprocidad de uso y de ayuda para cuando se requiera el caso; para que tal transacción no parezca demasiado económica, se la suele revestir de una apariencia de cariño e interés más o menos asiduo, que suele revelar su verdadera naturaleza cuando uno solicita al otro un favor importante y riesgoso, o, sin ir más lejos, le pide dinero prestado, verdadera prueba del algodón de toda amistad.
AMNESIA: Olvido voluntario, inconsciente o accidental de lo que debiéramos saber, teniendo en cuenta nuestros años y todo lo que nuestros padres invirtieron en educación con nosotros. Si es accidental, no pasa nada. Pero si es voluntario o inconsciente, habría que preguntarse por la naturaleza de dicha educación, por la compatibilidad con nuestra pareja, por el dulce arrebol del crepúsculo, por...
AMNISTÍA: Perdón político generalizado que busca cierta tranquilidad con la que poder emprender a gusto una nueva etapa de dominio. Como toda generalización, adolece de injusticia: peca con unos, agravia a otros, se suelta a algunos que no se debe, contenta a menos de los que la esperaban; en fin, que causa demasiado revuelo para tan magros réditos publicitarios.
AMO: Jefe, dueño, dominador, eje de nuestras vidas, baluarte contra el que la existencia de la mayoría se fortalece y prospera, sin los cuales, se hallan un tanto desorientados; su utilidad es tanta, que si no hubiera amos, habría que inventarlos.
AMOR: Modalidad extrema de relación entre humanos; nubla el entendimiento, limita los sentidos y produce una sensación de felicidad (aparentemente eterna) y una euforia hormonal de tal calibre que todo el mundo quiere experimentarlo, a pesar de su brevedad y de las contraindicaciones que conlleva, que son abundantísimas, por cierto.
ANALECTAS: Si lo defino como florilegio compilado, no se me comprenderá; si pongo ≪colección de trozos selectos de materias literarias≫ (DRAE), parecerá que me pongo muy plagiario o muy prosaico. Así que mejor no lo defino.

Del libro inédito Palabrerío canalla, 1999

martes, 27 de septiembre de 2016

LA INOCENCIA DE LA NATURALEZA




La naturaleza es inocente. Esto quiere decir que no se plantea un objetivo. Simplemente, actúa. Y lo hace del único modo que sabe: desgastar, acumular, compactar, transportar, combinar, transformar. Es inocente, pues no premedita. También, porque no es libre para actuar. La naturaleza combina muchas acciones para que la piedra se disuelva, la gravilla se acumule y se compacte, el agua se filtre, la química actúe. No lo hace para mostrarnos un bello paisaje o el poderío de su paciencia. Sólo actúa, sólo es, sólo deja que todo transcurra conforme las leyes de la física y de la química. Luego nosotros recorremos su piel, alternamos la mirada a un lado y al otro, y en algún lugar hallamos equivalencias, formas, composiciones, ritmos, similitudes, patrones. Están todos en nuestra cabeza. La naturaleza no las creó para nosotros, pero nosotros queremos sentir que sí. La naturaleza se ríe de nuestra ignorancia. Pero sólo lo hace en contadas ocasiones: el resto del tiempo alimenta su amargura, doliéndose por nuestra estupidez.

Acantilados de caliza sobre el cañón del Río Lobos (Soria, Castilla y León, España)
Julio, 2006 ----- Minolta dIMAGE Z1

lunes, 26 de septiembre de 2016

COSAS QUE ME FASCINAN (I)

  1. La risa de un niño en un parque, producida por cualquier situación, por cualquier persona, en cualquier momento
  2. Hallar una escultura cuya calidad no sólo me guste, sino que me atrape la mirada de tal forma que no pueda sapararme de ella, recorrerla a su alrededor, buscar sus huecos, sus posibilidades estéticas diversas. Y fotografiarla durante largo rato. Y saber que me llevo algo de ella conmigo en mi memoria. Y en mi cámara
  3. Un par de cucharaditas de dulce de leche (o de crema de Speculoos) a media tarde, paladeándolas de a poquito, muy despacio, para que dure la sensación, y quedarme con ese sabor un buen rato en la boca. A ser posible, con los ojos cerrados
  4. Planificar un viaje hasta sus últimos detalles, y luego improvisar sobre ellos para que dé la impresión de que soy más aventurero y menos racional de lo que en realidad soy
  5. Dos o tres horas -té, café o cerveza de abadía mediante- con alguien cuya inteligencia ofrezca adecuado contrapunto a la mía, y ni la insulte, ni la desmerezca. Y salir con la sensación de que soy más que al principio del encuentro
  6. Levantarme prontito un día sin trabajo (fin de semana o vacaciones) y, sin desayunar siquiera, iniciar un libro nuevo que llevo un cuanto tiempo queriendo devorar. Y continuar, hasta que la espalda aúlle y me obligue a
  7. Dedicar toda una tarde a la tediosísima aunque imprescindible tarea de expurgar y clasificar fotos y, sobre la marcha, editar aquellas que más me gustan en el momento, y ampliar así mi almacén de reservas para los días en los que uno no pueda ni respirar
  8. El movimiento central del concierto para piano nº 5 ("Emperador", opus 73) de Beethoven , después de haber escuchado con idéntico éxtasis el concierto para clarinete de Mozart (K. 622). Y justo en ese orden
  9. El repaso suave, cálido e inconsciente de los dedos de la mano de mi pareja cuando, en el cine, vemos una película cualquiera
  10. Sentir la llamada impulsiva en cualquier momento del día (y de la noche) para escribir un microrrelato. Y dejar todo. Y escribirlo de principio a final. Y contemplar al final su rara, mudable y efímera perfección

domingo, 25 de septiembre de 2016

LA DULCE HUMANIDAD DE JOAN MIRÓ




Ver algo de Miró acostumbra a generar placer. Su carácter, propenso a la sencillez y al mundo de la infancia, consigue hacernos grata la experiencia de contemplar sus creaciones, aunque no lleguemos a comprenderlas del todo, aunque eso debería dar igual: lo importante es la percepción sensorial y emocional que ello nos provoque. Y ésa suele ser deliciosa.. Es verdad que siempre habrá quien diga que son mamarrachadas de niño grande, y acaso no esté falto de razón quien tal idea profiera. Pero yo, cuando me hallo en plena plaza de La Défense de París, rodeado de esbeltos rascacielos rectilíneos, bellos y elegantes pero algo fríos para mi gusto, siempre agradezco que hayan puesto en plena plaza central la dulce imaginería tridimensional de aquel catalán tímido y bajito, que proyectó su universo más allá de donde sus pacatos compatriotas hubieran previsto jamás.

“Dos personajes fantásticos”, se titula la monumental obra. Según dicen, un hombre con cuernos de toro, y una mujer. Puede que no sea exactamente eso. Daría igual. Doce metros de altura, colores primarios, resina y polyester armado, y la sensación de que donde se hallen sus esculturas, habrá un espacio humanizado, con seres humanos al lado, queriendo estar, deseando compartir, anhelando vivir lo mejor posible. Sus mundos imaginarios nos canjean los deseos de continuo, y nos los convierten a diario en delicia para la vista.

Plaza de La Défense (París, Francia)
Julio, 2012 ----- Nikon d300

jueves, 22 de septiembre de 2016

COSAS QUE ME SACAN DE QUICIO (I)


  1. La estupidez no cretinoide, la de quienes no usan o no saben utilizar su potencial inteligente
  2. El griterío de los niños en los restaurantes, que no es tratado por los respectivos padres como algo que resolver, sino como una desgracia que los demás debemos “compartir” 
  3. La crueldad gratuita, innecesaria, que estimula nuevas tropelías 
  4. Los juicios previos de quienes ya condenan (o absuelven) antes de que se juzgue nada
  5. La cantidad de tiempo que los técnicos de “arriba” nos hacen perder a los profesionales de la enseñanza de “abajo”, realizando tareas burocráticas, acumulativas, inútiles
  6. La incoherencia extrema, sobre todo en amigos cercanos, a quienes uno admiraba por ciertas cuestiones que, con el tiempo, se han visto embargadas de rebañega vulgaridad y, lo peor, de delirantes explicaciones que pretenden justificar esos desatinos
  7. Constatar que, a estas alturas, la mayoría prefiere lo penoso, corrupto y unido del partido todavía gobernante, a la posibilidad de cambio que otros podrían ofrecer
  8. Que las personas se obstinen en comportarse de la misma forma, una y otra vez, a sabiendas de que de esa actitud conduce al fracaso, al dolor, al consabido callejón sin salida
  9. La comprobación constante de que lo que triunfa a diario no es la inteligencia, la capacidad o el mérito, sino la sumisión acrítica y borregoide al superior
  10. Que mis vecinos me llenen el buzón con la propaganda que sacan de los suyos

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