lunes, 3 de octubre de 2016

LIBERTAD (RELATIVA) DEL AGUA




La libertad del agua es relativa. Pareciera que es lo más libre que existe, junto con el aire y los vientos, pero tampoco ellos están libres de exigencias de continente. Los fluidos carecen de forma propia, adoptando la de la vasija que los contiene. En este caso, el surtidor viene precedido de unas cañerías que constriñen su anchura, favoreciendo mayor velocidad y potencia de salida. Al ser liberada, entre comillas, dicha agua forma figuras que pueden ser o no captadas. Pero ni aun así su libertad se incrementa, porque una vez lanzada fuera del cañerío anterior, una ráfaga de viento puede acabar con sus gotas lejos de la trayectoria prevista, o una mano furtiva alterar su dirección y dinamismo. Con todo, el agua que vemos es consecuencia de uno de los “defectos” más maravillosos con que cuenta el cuerpo humano: la persistencia en la retina. Es la misma que permite que podamos ver cine o televisión con la impresión de movimiento realista sin que la sensación de verosimilitud se resienta lo más mínimo. Gracias a ella, el agua de cualquier surtidor que veamos, la contemplamos continua y más o menos uniforme. Sin embargo, con una velocidad de obturación brevísima, pongamos 1/4000 de segundo, puede aparecer parte de la verdadera naturaleza de esa agua, que de ese modo es desenmascarada un poco más en su intimidad y desnudez. Vemos, pues, no chorros continuos, sino miríadas de caóticas pequeñas masas de agua que recorren una misma senda, dando la ilusión de un chorro uniforme y rectilíneo. Nada más lejos de la realidad. Sin embargo, en este caso la realidad no desmerece la ilusión, y muestra otra belleza, acaso más abstracta, más geométrica, pero no menos interesante.

Jardines de García Lorca, en Almería (Andalucía, España)
Marzo, 2016 ----- Panasonic Lumix G6

viernes, 30 de septiembre de 2016

ABOMINACIÓN DE NUESTROS POLÍTICOS

Nuestros políticos no nos quieren. Sólo nos necesitan. Somos su escalón intermedio entre la vida real y la que ellos crean en su entorno. Para ello, sólo precisan salir elegidos en un momento concreto. Y para ello no reparan en gastos (propios o robados) con los que acabar induciendo al ciudadano de a pie para que el papelito introducido en la urna lleve sus siglas. Tampoco se contienen en traspasar el delgado límite de la legalidad y de la ética más elementales. El objetivo es el poder. Una vez logrado el mismo, los intereses de los ciudadanos pasan a un tercer o cuarto plano.

Podríamos decir que en toda la etapa democrática reciente -aún breve-, el PP español es el partido que más ha incumplido cuanto prometió en su campaña antepenúltima, la que le otorgó la confianza de los españoles con una incontestable mayoría absoluta. Todo el mundo lo sabe. Aun así, ello no ha sido óbice para que después de 4 años de gobierno salpicados de escándalos de todo tipo, de tropelías legales inauditas, del saqueo continuado del aparato público del estado, de la prepotencia atribuible a los cretinos, de comprobar que cuanto se prometió se incumplió taxativa y metódicamente, el partido gobernado por el más incapaz de los presidentes de la joven democracia española volviera a ganar a sus rivales, no una, sino dos veces consecutivas (diciembre del pasado año y junio del presente). Entre sus fieles fanáticos y los miembros de sus redes clientelares, a los que añadiríamos los temerosos de todo cambio y los que antes de votar otras opciones alternativas, son capaces de votar a los compañeros de la mayor organización mafiosa que ha visto este país en los últimos 40 años, juntos, entre todos han logrado el milagro que cualquiera con dos dedos de frente tildaría de desatino.


Pero no es cosa de criticar sólo a los que actualmente gobiernan. Porque el segundo partido más grande, el PSOE, que ha dirigido este país en la mayor etapa de modernización que nuestra historia recuerda, se desangra entre guerracivilismos intestinos y navajeros, que provocan sonrojo ajeno a quien contemple los modos, las formas, las acciones, los hechos, las caras, las declaraciones y cómo el panorama se ennegrece a medida que pasan los días.


Porque este partido, cuya organización debería estar -como todos, por descontado- al servicio del bienestar del país y de sus habitantes, antes que pensar en estos últimos, invierte su tiempo en producir más y más aspirantes a ser califa en lugar del califa, pero que no llegan a decirlo en voz alta, no sea que se noten sus intenciones, y el efecto sorpresa/anestesiante se evapore antes de tiempo. En vez de eso, prefieren unos asesinar políticamente a su jefe, traicionando lealtades y alimentando banderías y rencillas de patio de colegio, mientras su patrón, inasequible al desaliento, va a piñón fijo en su andadura monolítica con la única intención de salvar el puesto, cueste lo que cueste, y caiga quien caiga. De momento, ya han caído varios. No se descarta que él sea el próximo.


Y es que nuestros políticos no nos quieren. Los políticos españoles sólo nos utilizan para lograr sus prebendas particulares, su “puesto de trabajo”, y lo de mejorar la vida de los ciudadanos son fruslerías idealistas de gente que “no está al loro de lo que se cuece”. Yo tampoco les quiero ya desde hace mucho. Desde hace mucho también, dejé de votarles. Pero es que ahora han logrado incluso que me plantee dejar de ir a votar.

jueves, 29 de septiembre de 2016

EL ÚLTIMO VIAJE MEGALÍTICO




Los monumentos megalíticos siguen sorprendiendo a quien los mira. Aunque en algunos casos, como éste, sus piedras fueran más pequeñas, nos sigue pareciendo increíble que unos hombres con tantas carencias tecnológicas se tomaran tanto tiempo para hacer algo que podría antojársenos algo gratuito o irrelevante. Y, sin embargo, nada más importante para estos hombres primitivos que sus creencias, por las que sacrificaban esfuerzos, objetivos e incluso personas. ¿Qué les impulsaba a dedicar tanto tiempo, a organizar tanta fuerza bruta con que transportar las colosales piedras, y colocarlas donde con anterioridad alguien había decidido que habría de ser erigido el monumento? Hay pocas respuestas fijas para ello.



En el caso de la Naveta des Tudons, en Menorca, las interrogantes son menos difusas. Se trata de una clara construcción funeraria. Y se sabe que no sólo se enterró allí a los miembros de una familia, sino que hay constancia de que fueron muchos individuos, alrededor de un centenar. En su interior, oscuro y seco, al que se accede tras adoptar una postura casi reptante, aún apabulla más, por lo pequeño que resulta, en comparación con la vista desde el exterior. Se las llama navetas, porque tienen forma de barca invertida. Como si, siglos antes de que la mitología griega nos hablara de Caronte, estos iberos menorquines ya supieran que para acceder a la otra vida era preciso iniciar un viaje de indeterminadas características, pero al que había que dar cumplido inicio con la forma de la tumba que albergaría los cuerpos de los muertos. La idea del viaje postrero, ya, tan antigua. Y tan poderosa, que todavía hoy se mantiene en pie.

Naveta des Tudons (Menorca, Islas Baleares, España)
Julio, 2002 ----- Minolta dImage Z1

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