martes, 30 de noviembre de 2010
lunes, 29 de noviembre de 2010
domingo, 28 de noviembre de 2010
MICRORRELATO
PRECISIÓN
Les dijo que no, que de ninguna manera, que él no toleraba vaguedades. Que él quería en concreto una hogaza de pan candeal elaborado con masa madre, y una botella de Ribera del Duero, reserva del 98, de una afamada bodega. Y añadió con rotundidad que además era católico fervoroso. Y remató afirmando, de paso, que el refrán se lo podían meter por do más pecado hubiere.
Del libro Micrólogos
sábado, 27 de noviembre de 2010
viernes, 26 de noviembre de 2010
jueves, 25 de noviembre de 2010
miércoles, 24 de noviembre de 2010
martes, 23 de noviembre de 2010
lunes, 22 de noviembre de 2010
domingo, 21 de noviembre de 2010
MICRORRELATO
VELOCIDAD RELATIVA
La liebre volvió a retar a la tortuga. Esta aceptó y, como es natural, llegó la última, aunque riendo a carcajadas, como tantas veces. La liebre, molesta por la hilarante indolencia de aquella perdedora, le preguntó por qué, pese a tanta derrota seguida, se reía tanto. La tortuga respondió, flemática: ≪cuando llego, siempre en último lugar, me da por pensar la de kilómetros sensatos que voy a andar yo en mi vida, después de que tú hayas dejado de correr sin sentido para siempre≫.
Del libro Micrólogos
Etiquetas:
Desigualdad,
Pelea,
Relatos,
Tiempo
sábado, 20 de noviembre de 2010
viernes, 19 de noviembre de 2010
jueves, 18 de noviembre de 2010
miércoles, 17 de noviembre de 2010
martes, 16 de noviembre de 2010
lunes, 15 de noviembre de 2010
domingo, 14 de noviembre de 2010
MICRORRELATO
AUTODESTRUCCIÓN LECTORA
La maldición era bien clara: quien leyera aquel libro, perecería de inmediato, aunque no se remarcaba cómo sucedería, ni por qué. Como en todo arqueólogo joven y ambicioso, la curiosidad y la petulancia descreída pudieron más que la prudencia más elemental, y comenzó a leerlo ávidamente. Pero, a las pocas páginas, poseído por un nerviosismo repentino y atávico, acabó arrojando fuera de sí la obra maldita. Luego, lo pensó mejor, y acabó prendiendo fuego al volumen en la chimenea vacía. Al instante, su cuerpo comenzó a arder desde los pies. Cuando cayó en la cuenta del paralelismo, apagó como pudo las llamas con las manos. Hubo que amputárselas. Las piernas, no; jamás se encontraron.
Del libro Micrólogos
sábado, 13 de noviembre de 2010
viernes, 12 de noviembre de 2010
jueves, 11 de noviembre de 2010
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