miércoles, 3 de noviembre de 2010
martes, 2 de noviembre de 2010
lunes, 1 de noviembre de 2010
domingo, 31 de octubre de 2010
MICRORRELATO
ADVERTENCIAS COMO REFRANES
Contra lo que me advertía siempre mi hermano mayor, me fié de la virgen y no corrí. Por eso logró alcanzarme y apoderarse de mí para siempre. Y desde entonces madrugué a diario, buscando libertades añoradas, aunque no por ello amaneció antes de su hora. Menos mal que es cierto que nunca llovió que no acabara escampando. Pero, aun así, ¡cómo me revienta el refranero! Casi tanto como mi hermano.
Del libro Micrólogos
sábado, 30 de octubre de 2010
viernes, 29 de octubre de 2010
jueves, 28 de octubre de 2010
miércoles, 27 de octubre de 2010
martes, 26 de octubre de 2010
lunes, 25 de octubre de 2010
domingo, 24 de octubre de 2010
MICRORRELATO
FIDELIDAD
Me vine aquí, por ella. Enseguida me abandonó. Pero no me resigno a perderla. Ya me había acostumbrado a las sensaciones que me provoca. No quiero irme, pues, del hospital. Me aterrorizaría contraer otra enfermedad, y verme tentado a serle infiel.
Del libro Micrólogos
sábado, 23 de octubre de 2010
viernes, 22 de octubre de 2010
jueves, 21 de octubre de 2010
miércoles, 20 de octubre de 2010
martes, 19 de octubre de 2010
lunes, 18 de octubre de 2010
domingo, 17 de octubre de 2010
MICRORRELATO
LA PRUEBA
Asustado, tembloroso, aquel hombre entró en el salón semioscuro. Una vez dentro, se arrojó al suelo cabizbajo, y entre sollozos pidió perdón al padrino por su reciente equivocación. Le habló de sus deudas, de su desesperación, de que haría cualquier cosa para sacar a los suyos adelante. Quería continuar en la familia, con todos los respetos y pedía una oportunidad para expiar su falta. Hasta ese desliz, había sido un hombre de fiar e hizo una relación de situaciones que demostraban que se había podido contar con él. El padrino lo escuchó en silencio, pero no daba muestras de aprobación. Al final, dijo: “no me convences”. El hombre porfió, con la mayor educación, insistiendo en sus habilidades, apelando también a la piedad, que él sabría corresponder, si era perdonado. “Está bien, te pondré a prueba”. El arrepentido a punto estuvo de desmayarse de satisfacción y su rostro irradió un destello de luz. “No te alegres tan pronto. La prueba será dura. Tendrás que matar”. El hombre dijo que estaba dispuesto. “Será a tu único hijo”. El mundo se le vino de golpe encima. Se echó a llorar con gran congoja y tras unos instantes eternos admitió que no podía hacerlo, que le resultaba inhumano. El padrino se levantó y lo miró primero con desprecio, luego esbozó una sonrisa helada. “Te llamas Abraham, ¿verdad?”. El hombre asintió con el gesto, sin levantar siquiera la cabeza. “Lástima que yo no sea Dios”.
Del libro Micrólogos
Etiquetas:
familia,
Penitencia,
Relatos,
Venganza
sábado, 16 de octubre de 2010
viernes, 15 de octubre de 2010
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