miércoles, 20 de octubre de 2010
martes, 19 de octubre de 2010
lunes, 18 de octubre de 2010
domingo, 17 de octubre de 2010
MICRORRELATO
LA PRUEBA
Asustado, tembloroso, aquel hombre entró en el salón semioscuro. Una vez dentro, se arrojó al suelo cabizbajo, y entre sollozos pidió perdón al padrino por su reciente equivocación. Le habló de sus deudas, de su desesperación, de que haría cualquier cosa para sacar a los suyos adelante. Quería continuar en la familia, con todos los respetos y pedía una oportunidad para expiar su falta. Hasta ese desliz, había sido un hombre de fiar e hizo una relación de situaciones que demostraban que se había podido contar con él. El padrino lo escuchó en silencio, pero no daba muestras de aprobación. Al final, dijo: “no me convences”. El hombre porfió, con la mayor educación, insistiendo en sus habilidades, apelando también a la piedad, que él sabría corresponder, si era perdonado. “Está bien, te pondré a prueba”. El arrepentido a punto estuvo de desmayarse de satisfacción y su rostro irradió un destello de luz. “No te alegres tan pronto. La prueba será dura. Tendrás que matar”. El hombre dijo que estaba dispuesto. “Será a tu único hijo”. El mundo se le vino de golpe encima. Se echó a llorar con gran congoja y tras unos instantes eternos admitió que no podía hacerlo, que le resultaba inhumano. El padrino se levantó y lo miró primero con desprecio, luego esbozó una sonrisa helada. “Te llamas Abraham, ¿verdad?”. El hombre asintió con el gesto, sin levantar siquiera la cabeza. “Lástima que yo no sea Dios”.
Del libro Micrólogos
Etiquetas:
familia,
Penitencia,
Relatos,
Venganza
sábado, 16 de octubre de 2010
viernes, 15 de octubre de 2010
jueves, 14 de octubre de 2010
miércoles, 13 de octubre de 2010
martes, 12 de octubre de 2010
lunes, 11 de octubre de 2010
domingo, 10 de octubre de 2010
MICRORRELATO
FRACASO
El encargo fue muy claro: aquella mujer debía ser eliminada. Le fue entregada una suma muy generosa, pero debía llevarse a cabo esa misma noche. No hubo objeciones. Al sicario, memorizar los datos elementales de la operación, le llevó un par de minutos. Desplazarse hasta el apartamento indicado, apenas una media hora. Cuando, tras el sigilo inicial, abrió la puerta, el destello de aquel formidable cuerpo desnudo lo paralizó sin remedio. Fueron unos segundos. Apenas unos segundos. Suficiente para perderlo todo.
Del libro Micrólogos
sábado, 9 de octubre de 2010
viernes, 8 de octubre de 2010
jueves, 7 de octubre de 2010
miércoles, 6 de octubre de 2010
martes, 5 de octubre de 2010
lunes, 4 de octubre de 2010
domingo, 3 de octubre de 2010
MICRORRELATO
PERSONAJES COMO AUTORES
Cuando abrí el libro, se cayeron al suelo todos los personajes. Algunos se hicieron daño. Otros salieron ilesos. Todos, en cambio, empezaron a hacer mucho ruido. La mayoría me increpó con dureza. Yo no supe reaccionar. Me acorralaron, me tiraron de los pantalones, me zarandearon. Estuve a punto de caer. Aguanté un rato. Al final caí. Me debí golpear. Quedé inconsciente. Al despertar, el horror me rodeaba. Pero no alcancé a descifrar su naturaleza. Tampoco lo pude describir. Mientras, voces cercanas e invisibles enumeraron los objetos de aquella estancia. También me fueron describiendo por entero. Parecía como si me leyeran, como si imaginaran quién era a medida que las palabras se fueron desgranando. Sentí que estaba vivo porque alguien me recreaba y me reconstruía con cada frase. Todo a mi alrededor ya se había convertido en un infierno cambiante y desolador, lleno de palabras ajenas. Aún sigo en él.
Del libro Micrólogos
sábado, 2 de octubre de 2010
viernes, 1 de octubre de 2010
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