EXTRAÑO CIRCO
Un día, el domador de tigres se tragó un sable después de ver al equilibrista imitar a los elefantes en su postura más acostumbrada. Desde entonces, la mujer enana se dejó crecer la barba, el clown enlazaba volatines sin solución de continuidad y el augusto logró un triple salto mortal sin red, impulsado por el hombre-bala que reconvirtió sus habilidades para acomodar a los espectadores en sus asientos. El funambulista rugía de un modo estremecedor, al tiempo que el maestro de ceremonias, ronco de la emoción decidió que en adelante se lanzaría desde lo alto del mástil a la mínima piscina con la única ayuda de un cabo de vela. Los compañeros se jaleaban unos a otros en sus nuevas habilidades. Reinaba un clima de verdadera camaradería, y se pensó que aquel circo superaría en originalidad a los grandes del siglo XX, época dorada de aquellos espectáculos. Pero en las gradas nadie había reído aún, ni prorrumpido en aplausos: todo el mundo estaba tan atónito, que nadie sabía bien qué hacer, ni a dónde mirar con más atención. Hasta que un niño rompió a llorar cuando los perros equilibristas empezaron a devorar a dos tigres ancianos. Hubo un revuelo generalizado entre el público, y todos imaginaron lo peor. Por fortuna, el mago había mantenido la cordura y, cortando los anclajes de la estructura, cubrió a todos con la carpa, , y con un rápido movimiento de manos los hizo desaparecer. A todos, público y artistas. A todos, menos a la bella lanzadora de cuchillos, que mostraba un trastorno extraño que la hacía vibrar como una serpiente de cascabel.
Del libro Micrólogos
3 comentarios:
No es tan extraño este circo, ni que sus "artistas" se jaleen unos a otros en sus "nuevas habilidades".
Esto lo contemplamos de continuo y, sí, "nos quedamos tan atónitos que no sabemos bien qué hacer".
Gran metáfora sobre los fenómenos de nuestro mundo, tan trastornado.
Un aplauso!
(Shúa tb. aplaudiría esta función)
Jajaja ¡qué risa!
Es buenísimo.
Desde luego que las nuevas habilidades sirven para mucho. Si no ¿cómo algunos iban a haber llegado a ser ministros, incluso a presidentes de gobierno?, por poner un ejemplo.
Absurdo y divertido.
Gran imaginación y muy bien descrito.
¡Bravo!
Màià, el mundo de la ilusión, y sin embargo, despertó: si no Kundalini, alguna serpiente vibró.
Me gusta tu relato Eduardo y que consté que a mi de niña el circo me daba pavor.
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