domingo, 6 de marzo de 2011

MICRORRELATO

DESENCUENTRO

Una venía de vuelta de todo, abrasada de fracasos, intentos frustrados por el tiempo. Otra iba al encuentro de un futuro misterioso, de duración incierta. Una ya no esperaba nada de la vida, después de haber vivido los años justos que su rostro reflejaba. Otra se atrevía a esperar cuanto la vida le ofreciera. Una, caminaba despacio, con la lentitud de quienes han doblado la cabeza. Otra, andaba deprisa, como queriendo llegar antes a donde no había estado nunca. Una, ya no veía; sólo ocasionalmente miraba, hacia los lados o hacia abajo. La otra, tampoco veía, pero no dejaba de mirar, por si la magia surgía de cualquier gesto o brotaba en un brillo que reflejase el sol. Los dos rostros mostraban la oscuridad de sus adentros. Coincidieron en un instante de un lugar que a ninguna de ellas les era común. Cuando se cruzaron, no llegaron a mirarse. No se habían presentido ni adivinado, por lo que no pudieron  reconocerse. Tampoco habrían tenido nada que decirse. Las dos siguieron su camino hacia adelante, hacia atrás.
Del libro Micrólogos

2 comentarios:

Cher dijo...

"Los dos rostros mostraban la oscuridad de sus adentros."
Las profundidades insondables (oscuras) de ellas son un desafío hermoso, como lo es la profundidad del mar donde el sol no llega; mas sin embargo... la vida late, pues ser mujer es ser vida y en las profundidades del mar siempre hay animalitos ciegos.
¿Qué importa que dos gotas de ese mar no se miren ni se reconozcan? Son, y son de mar ("adelante, o hacía atrás")y al margen de su desencuentro.

Anónimo dijo...

Es fácil mirar, tanto como difícil es ver ... "tampoco veía, pero no dejaba de mirar"
Esa manía generalizada de encontrar estímulos externos cuando sólo los aprovecharemos si antes hemos comprendido nuestros adentros.
"Las dos siguieron su camino hacia adelante, hacia atrás"
Así es, pero no importa, la cosa está en conseguir más avances que retrocesos.
Muy bien expresada una situación tan cotidianamente común.

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