En el Palazzo Rosso de Génova hay una sorpresa al final del recorrido. Después
de haber comprobado cómo la burguesía y la nobleza genovesas podían llegar a un
nivel de refinamiento a la altura de las más ricos reinos europeos, siendo
ellos “tan sólo” una república; después de haber contemplado una buena
colección de cuadros muy desconocidos, pero algunos de belleza inusual (por
sorpresiva); después de haber efectuado el recorrido del palacio, que en
realidad hoy es antes que nada un museo; después de todo eso, el vigilante de turno nos indica
que tomemos el ascensor para visitar “la terraza”. Como íbamos algo avisados
por las guías consultadas, el ofrecimiento entró dentro de lo previsto. Lo que
no previmos es que la “terraza” fuera algo como lo que aquí se muestra. Sorpresivamente.
Por lo visto, hace unas décadas, una de las directoras de este museo
concibió una idea inusual, pero a la que le puso tanto ardor (y tantos
contactos), que logró que alguien pusiera el dinero y el tiempo necesarios para
llevarla a cabo. Como se aburría de su cometido administrativo, de vez en
cuando le apetecía elevarse sobre todo aquello, y ver toda la ciudad con su inmenso
puerto a sus pies, y el cielo sobre su cabeza. Así, imaginó una sobreelevación
de uno de los tejadillos del palazzo,
con su escalera, su barandilla y su mirador. Y logró que se construyeran. Y,
durante un tiempo, consiguió disfrutarlo. También, que la criticaran con acerba continuidad. Pero eso se le dio, como es natural en este tipo de personas, una higa y le trajo al pairo. Coherentemente.
Ahora, años después, también los visitantes podemos llegar allí, y paladear dichas
vistas o, como la mayoría, hacer muchas fotos sin ver nada. El día que yo puse
los pies en dicho mirador, había un cielo magnífico, que gracias a un filtro
polarizador parece más oscuro de lo que en realidad era. Pero la disposición de
las nubes era tan hermosa, que sin subir a lo alto, ya se disfrutaba de todo
sin problema ninguno. Arriba, unos pocos visitantes nos precedían haciendo lo
que casi todos. Aunque cada uno terminará diciendo que la suya fue una
experiencia única. Obviamente.
Tejado del Palazzo Rosso (Turín, Italia)
Julio, 2016 ----- Panasonic Lumix G6