Las noches de san
Juan son todas iguales, pero en cada una de ellas hay algo distinto que las
individualiza. Sobre todo, si se tiene la suerte de estar cerca y de estar
mirando de continuo, a ver por dónde aparece la suerte, que se desea siempre con
fruición, pero que sin salir de casa es difícil que aparezca.
Tras las hogueras
que arramblen con todo lo pernicioso, tras los fuegos artificiales que
corroboran el carácter festivo del acontecimiento (y antes de que las
borracheras monumentales precedan -o se simultaneen- a los coitos furtivos y
playeros de la muchachada omnipresente), se lleva a cabo la elevación de estos
fanales o farolillos de papel que se elevan al cielo con la intención de
contactar con los espíritus y solicitarles deseos.
La noche de san
Juan de este año estaba a punto de fenecer sin pena ni gloria, cuando ya de
regreso, en la parte final de los eventos de esa noche mágica coruñesa,
encontré esta escena. En ella, dos padres sostienen el frágil artilugio, al que
han prendido el fuego que caliente el aire del interior y cree las condiciones
para que, tras unos momentos, se eleve y escape a las manos de sus dueños. Pero
en ese momento, todas las voluntades convergían en el fanal, y varios de
cuantos pasábamos al lado, nos detuvimos a contemplar la escena, que se hacía
emocionante por momentos. La imagen es un pálido reflejo del empeño que ponían
los padres en la operación que era competencia suya, y sólo muestra un ligero atisbo
de la ilusión expectante con que las niñas contemplaban las evoluciones de
aquéllos. Su expectación era tan grande, su concentración tan puntual, que el
robado no presentó ninguna dificultad a tan corta distancia. Y al final, tanta
emoción se había contagiado en el ambiente, que en cuando por fin el farolillo elevó
su volumen resplandeciente por encima de todos nosotros, las niñas arrancaron a
aplaudir, y todos, con solidaridad espontánea, las secundamos con una sonrisa
tierna en la boca. Fue, en efecto, el momento clave de la noche. A partir de
ese momento, la magia regresó de nuevo, un año más.
Robado en La Coruña (Galicia, España)
Junio, 2017 ----- Nikon D500
1 comentario:
Momentos fantásticos que nos regala la vida!
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