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domingo, 4 de diciembre de 2011

MICRORRELATO

EXTRAÑO CIRCO

Un día, el domador de tigres se tragó un sable después de ver al equilibrista imitar a los elefantes en su postura más acostumbrada. Desde entonces, la mujer enana se dejó crecer la barba, el clown enlazaba volatines sin solución de continuidad y el augusto logró un triple salto mortal sin red, impulsado por el hombre-bala que reconvirtió sus habilidades para acomodar a los espectadores en sus asientos. El funambulista rugía de un modo estremecedor, al tiempo que el maestro de ceremonias, ronco de la emoción decidió que en adelante se lanzaría desde lo alto del mástil a la mínima piscina con la única ayuda de un cabo de vela. Los compañeros se jaleaban unos a otros en sus nuevas habilidades. Reinaba un clima de verdadera camaradería, y se pensó que aquel circo superaría en originalidad a los grandes del siglo XX, época dorada de aquellos espectáculos. Pero en las gradas nadie había reído aún, ni prorrumpido en aplausos: todo el mundo estaba tan atónito, que nadie sabía bien qué hacer, ni a dónde mirar con más atención. Hasta que un niño rompió a llorar cuando los perros equilibristas empezaron a devorar a dos tigres ancianos. Hubo un revuelo generalizado entre el público, y todos imaginaron lo peor. Por fortuna, el mago había mantenido la cordura y, cortando los anclajes de la estructura, cubrió a todos con la carpa, , y con un rápido movimiento de manos los hizo desaparecer. A todos, público y artistas. A todos,  menos a la bella lanzadora de cuchillos, que mostraba un trastorno extraño que la hacía vibrar como una serpiente de cascabel.
Del libro Micrólogos

domingo, 6 de noviembre de 2011

MICRORRELATO

MALDITO DINOSAURIO

Cuando por fin logró dormirse, llegó el dinosaurio y lo devoró. Esa vez no quedó constancia literaria del hecho. Por fin.
Del libro Micrólogos

miércoles, 26 de octubre de 2011

CALLES, CALLES


domingo, 1 de mayo de 2011

MICRORRELATO

ILUSIONES REALES

Mi marido intentó compensar su última paliza con dos entradas para un extraño espectáculo: un ilusionista moldavo, de nombre imposible, que prometía maravillas. No obstante, sólo hallamos lo típico: las cartas, las adivinaciones, el numerito de la levitación, seguido al final de la consabida partición por la mitad, vía serrucho largo con el que además improvisaba unas notas musicales que más bien parecían chirridos graves. Con todo, cuando eligió a mi marido como sujeto paciente para el último número, la cosa me interesó ligeramente. Se puso mejor cuando vi cómo empezó a cortarlo en dos partes. Mis ojos debían mostrar a quien los mirase el destello exterior de mi propia ensoñación. Pero creo que casi me desmayo de gusto cuando ordenó a los pies que movieran los dedos y éstos permanecieron inmóviles, al tiempo que un reguerillo de sangre fue salpicando el suelo. Mi marido no profirió ni un gemido siquiera; acaso soñara, acaso fuera drogado. Pero de entre el público fueron brotando muchos gritos, de forma escalonada, cuando la ilusión dio paso a la tremenda realidad. El tipo alegaría en su defensa que le falló no sé cuál dispositivo, pero no pudo convencer a nadie o nadie quiere creerle, habida cuenta de las sustancias que le encontraron en su organismo. ¡Pobre! A mí me gustaría visitarle cada semana, todas las que hicieran falta hasta que el asunto se resolviera de una vez. Para consolarle un poquito su pesar. Y para agradecerle, sobre todo, su aparición providencial. Pero me parece que dichos encuentros resultarían harto sospechosos. Porque, claro, a mí el espectáculo me encantó. Al ilusionista, imagino que mucho menos. Y a mi marido, ya ni le preguntamos.
Del libro Micrólogos

domingo, 10 de abril de 2011

MICRORRELATO

HOMENAJE AL DINOSAURIO

Hace varios años, un escritor bajito escribió un cuento corto, cortísimo, en el que hablaba de un dinosaurio que sólo existió en su imaginación (o en sus sueños), con el doble objetivo de que la gente lo quisiera más, y también de sublimar su escasa estatura con creaciones de alto fuste. El escritor fue ignorado por todos, excepto por cierta cúpula militar que puso precio a su cabeza, que, pese a su reducido tamaño, aún se les antojaba demasiado grande para sus merecimientos. El escritor hubo de exiliarse para salvar la vida y la escasa estatura que poseía, que si bien era en verdad escasa, era la única que tenía, y no quería perderla por nada del mundo, egoísmo aparte. En realidad, aquel cuento corto era una pavada, pero los demás escritores del mundo (sobre todo, los progresistas, que abundan más que los otros) se solidarizaron con el infortunio del escritor bajito, y se dedicaron a contar por ahí, en simposios, certámenes y demás, a sus amigos y a cualesquiera que les escuchara, que el cuento del escritor bajito era el cuento más corto del mundo, con lo que su fama se extendió muchísimo y su reconocimiento creció una enormidad. Y ello, a pesar de que ha habido después cuentos que lo superan en brevedad e ingenio (pensamos ahora en el maravilloso “Había una vez un colorín colorado”, o en los ejemplares mínimos, pero plenos de significado, como “Zzz” o “¿Y?”). Con todo, andando el tiempo, al escritor bajito empezó a fastidiarle cada vez más que cuando se refirieran a él únicamente aludieran al pequeño cuento del monstruo, y por ello se dedicó a escribir otros cuentos más largos (no mucho más; no muchos más) para que el mundo pudiera comprobar que también sabía escribir cosas más dilatadas en espacio e interés. Pero resultó demasiado tarde y, andando los años, el escritor bajito acabó muriendo, como acaba sucediendo siempre. Aunque casi mejor, porque si no, habría comprobado que hoy es citado en las antologías y por imperitos docentes de creación literaria, casi exclusivamente por ese mérito. Lo cual le habría dado argumentos de sobra para querer morirse de nuevo. O, como poco, exiliarse, esta vez sí, definitivamente.
Del libro Micrólogos

domingo, 16 de enero de 2011

MICRORRELATO

TODO, POR UNA CARTERA

¡Qué bárbaro! No lo puedo creer. Total, por una cartera. ¡Qué pija, por Dios! Si ya me parecía a mí que esa pava era nueva en el barrio, pero, claro, no puede uno saberlo todo de todos. Aunque con aquellas pintas, ya me lo tenía que haber olido, porque con el bolso aquel de Chanel..., que pensé que era de imitación, porque siendo tan joven, ¿cómo iba yo a pensar que tendría dinero y posibles para que sus papás le fueran a poner un abogado por tal tontería? Sí, coño, tan sólo una cartera, y más vacía que llena, total, cinco euros y un puto carné azul que no era ni el de identidad, sino de donde estudiaba Derecho, la muy pija, claro, ¿qué iba a estudiar, si no? Ah, y también un listín de teléfonos con una nota cursi del novio, y un huevo de tarjetas, eso sí, que no son mi campo, hay que joderse, que botín tan ridículo no pillaba yo desde hacía meses, y la tía va y me denuncia. Y, claro, los polizontes ¿qué van a hacer, si hay denuncia, pues siguen adelante con los papeles, ya se sabe cómo continúa la cosa, y me ficharon, claro, ¡a mí!, que he atracado a todo el barrio, bueno, a todos los que merecían la pena, claro, que uno es muy legal; y después de ese pasado (en el que no se me había quejado nadie, la verdad, incluso había quien alardeaba de ello, como si fuera yo su atracador particular), va esa pija, y me denuncia. Si es que no hay derecho, coño, con lo que a mí me quieren todos... Ya no hay decencia, no, señor, como antes, ni dignidad. Ahora, a ver con qué cara ando yo por la calle, recién marcado, ya para siempre. Nadie me respetará ya, seguro, si lo sabré yo, que a mi padre le pasó lo mismo, y poco después se murió de la vergüenza, bueno, de eso y de la paliza que le arreó mi madre cuando se enteró de la verdad, que menuda era. Así que, a mí, ¿qué futuro me espera? La muerte, la cárcel, la deshonra, qué sé yo. Y todo por cinco cochinos euros, que no me arreglaron el día siquiera, pero bien arreglado me dejaron. 
Del libro Micrólogos

miércoles, 22 de diciembre de 2010

PARES SIN PAREJA

domingo, 19 de diciembre de 2010

MICRORRELATO

DESGRACIA

Ya es desgracia, ya, que siendo, como soy, la única estatua masculina del jardín, la obra suprema del maestro Guinardi, elogiada por todos, colocada entre setos y parterres tan exquisitos y delicados, elevada orgullosamente por entre todo cuanto me rodea, ya es desgracia, digo, que me haya ido a enamorar del único ser que jamás me mirará al rostro, de quien nunca lograré la aprobación pues nadie se la pedirá, a quien nunca conseguiré porque ella vuela siempre demasiado alto. Ya es desgracia, insisto, que siendo, como soy, una estatua de bronce (obtenido por medios no lícitos), me haya abstraído de este modo y no haya forma —ni siquiera violenta o ilegal— de que mi amor encuentre satisfacción a sus desvelos. Ya es desgracia, insisto, enamorarse de la única paloma que visita el jardín, que llega cada mañana puntualmente sobre las diez. Como cada día, bebe agua de la fuente, chapotea un poco mientras mira para todos lados, menos para mi cara suplicante. Luego viene a posarse sobre mi pelo, pero no para picoteármelo o acariciarlo con su pico o sus patas, sino para aliviar su vientre sin recato alguno, dejándome siempre con esa sensación de ácido desamparo que no puedo dejar de sentir cada vez que se va. Ya es desgracia, ya, estar tan ciego como estoy. Mejor dicho, como voy estando; y cada día más.
Del libro Micrólogos

domingo, 12 de diciembre de 2010

MICRORRELATO

SENDEROS TRILLADOS

Se las vio y se las deseó para llevar en palmitas el pan que era pan y el vino que era vino, y se le hincharon todavía más las narices porque no entró con pie derecho en casa del herrero, sino con la pata de palo astillada, de modo que después de poner mucha carne en el asador, echar toda la leña al fuego y de llorar los kiries, empezó a soltar pestes y echar sapos y culebras, y le dijo al herrador que ya era hora de poner los puntos sobre las íes, que había estado todo el santo día esperando por él y que aun así, que ni por ésas, que a ver si caía ya de la burra, que ya estaba bien de comer de gorra y que había que estar a las duras y a las maduras, que hasta ahí habían llegado y que no echara sus palabras a humo de pajas, porque si no, vendría Paco con las rebajas, pues a todo cerdo le llega su San Martín, y él se lavaba las manos si luego pasaba lo que pasaba y acababa durmiendo al raso, dicho lo cual concluyó diciendo que ahí se quedaba, y se despidió a la francesa, al comprobar que el herrero en ningún momento dejó de hacerse el sueco.
Del libro Micrólogos

miércoles, 6 de octubre de 2010

CULO CÍTRICO

domingo, 19 de septiembre de 2010

MICRORRELATO

AMOR IMPOSIBLE


¡Y todavía creen los humanos que Eros es un niño adorable, cuyas travesuras hay que perdonar porque no anda bien de la vista! ¡Qué ironía! Si algún día doy con él, lo patearé sin descanso hasta que mis cascos le aplanen esa cara de estúpido vendado que lleva, y le arrearé tal número de coces, que se va a acordar toda su vida lo suficiente como para pensárselo dos veces a la hora de lanzar sus dardos así como así. Porque es cosa sabida de todos que yo, Quirón, instructor de hombres y héroes, me acerco poco al mar, dada mi aversión al agua; y él más que nadie lo sabe. Pero que aprovechara una de las escasas veces que, acompañando a Heracles, me encontrara en las orillas del Ponto Euxino, para traspasarme con una de sus caprichosas flechitas, a mi edad y con mi condición, parecería una broma fuera de lugar. Pero que lo hiciera además en el momento justo en que asomaba sobre las olas la belleza refulgente de una sirena jovencísima, supone una vil canallada intolerable, de naturaleza olímpica.
Del libro  Micrólogos

domingo, 5 de septiembre de 2010

MICRORRELATO

SANCIÓN



Mientras hacía su examen, la mejor alumna de aquella clase se comió un par de moscas, una araña y al alumno más pendenciero del aula, que la había importunado con un comentario fuera de contexto. Quise felicitarla por aquella hazaña, pero en ese momento le brotó un eructo enorme que retumbó en todo el aula. Todos se rieron con gran alboroto, y hube de expulsarla, muy a mi pesar. Jamás me perdonó la afrenta.

Del libro Micrólogos

lunes, 16 de agosto de 2010

LA COMIDA, PRIMERO; LO OTRO, DESPUÉS

domingo, 15 de agosto de 2010

MICRORRELATO

AMANTE PLURAL MAYESTÁTICO

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Nos amamos de un modo infatigable, violento, abrasador. Es un completo fastidio que nuestro cometido de Vicario de Cristo en la Tierra nos impida demostrarlo, como sería nuestro natural deseo.
Del libro Micrólogos

miércoles, 11 de agosto de 2010

SEGURIDAD EN EL AUTO

sábado, 24 de julio de 2010

DE PALIQUE

martes, 20 de julio de 2010

ATENTA PIARA

domingo, 18 de julio de 2010

MICRORRELATO

ANUNCIO DE ANUNCIACIÓN
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Pero ¿cómo que preñada? (...) Si no me has dejado tocarte aún. (...) ¿Cómo lo sabes? (...) Pero ¿cómo que te lo dijo una luz blanca con alas? ¿Qué bobadas son ésas? (...) Y, si lo sabes, ¿de quién es, a ver? (...) Y... pero... ¿de una paloma? Pero ¿tú te crees que porque yo sólo sea un carpintero me chupo el dedo? (...) ¿Con quién te crees que estás hablando? (...) Si ya lo me lo advirtió tu padre, que tenías mucha imaginación, pero ahora... (...) No, no digas nada, anda, y vete para casa, que ya hablaremos en serio tú y yo. Dios mío, es tonta, tonta; o una ramera de cuidado, que no sé qué será peor. Lo malo es que no sabré cómo salir de dudas hasta que pasen los meses. Dios mío, ayúdame. Ten piedad de mí y que este despropósito o esta deshonra no sea la comidilla de nadie. Te lo suplico, apiádate de tu siervo fiel: que nadie se entere.
Del libro Micrólogos

viernes, 9 de julio de 2010

ATRACCIÓN MECÁNICA

viernes, 25 de junio de 2010

CUSTODIA RECÍPROCA

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