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domingo, 16 de enero de 2011

MICRORRELATO

TODO, POR UNA CARTERA

¡Qué bárbaro! No lo puedo creer. Total, por una cartera. ¡Qué pija, por Dios! Si ya me parecía a mí que esa pava era nueva en el barrio, pero, claro, no puede uno saberlo todo de todos. Aunque con aquellas pintas, ya me lo tenía que haber olido, porque con el bolso aquel de Chanel..., que pensé que era de imitación, porque siendo tan joven, ¿cómo iba yo a pensar que tendría dinero y posibles para que sus papás le fueran a poner un abogado por tal tontería? Sí, coño, tan sólo una cartera, y más vacía que llena, total, cinco euros y un puto carné azul que no era ni el de identidad, sino de donde estudiaba Derecho, la muy pija, claro, ¿qué iba a estudiar, si no? Ah, y también un listín de teléfonos con una nota cursi del novio, y un huevo de tarjetas, eso sí, que no son mi campo, hay que joderse, que botín tan ridículo no pillaba yo desde hacía meses, y la tía va y me denuncia. Y, claro, los polizontes ¿qué van a hacer, si hay denuncia, pues siguen adelante con los papeles, ya se sabe cómo continúa la cosa, y me ficharon, claro, ¡a mí!, que he atracado a todo el barrio, bueno, a todos los que merecían la pena, claro, que uno es muy legal; y después de ese pasado (en el que no se me había quejado nadie, la verdad, incluso había quien alardeaba de ello, como si fuera yo su atracador particular), va esa pija, y me denuncia. Si es que no hay derecho, coño, con lo que a mí me quieren todos... Ya no hay decencia, no, señor, como antes, ni dignidad. Ahora, a ver con qué cara ando yo por la calle, recién marcado, ya para siempre. Nadie me respetará ya, seguro, si lo sabré yo, que a mi padre le pasó lo mismo, y poco después se murió de la vergüenza, bueno, de eso y de la paliza que le arreó mi madre cuando se enteró de la verdad, que menuda era. Así que, a mí, ¿qué futuro me espera? La muerte, la cárcel, la deshonra, qué sé yo. Y todo por cinco cochinos euros, que no me arreglaron el día siquiera, pero bien arreglado me dejaron. 
Del libro Micrólogos

domingo, 4 de julio de 2010

MICRORRELATO

PETICIÓN DE LA INTERESADA
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Me volvió a soltar otra perorata de las suyas sobre que no me aguantaba más, y que vivir así no era vivir, y que era mejor que acabara de una vez. O sea, que si la maté fue porque ella me lo pidió, que conste, señor juez. No vayamos a confundir las cosas. Ahora, entre usted y yo, que debía ser un farol, que buscaba alguna reacción de mi parte. Porque mientras más trozos le fui cortando, más parecía arrepentirse.
Del libro Micrólogos

lunes, 31 de mayo de 2010

PREMIOS Y CASTIGOS

domingo, 25 de abril de 2010

MICRORRELATO

JUSTIFICACIÓN
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Durante el interrogatorio del fiscal, aquel hombre manifestó que la había matado por varias razones, que pasó a enumerar con precisión. En primer lugar, por el tiempo que le costó conseguir que fuera suya, cuando todavía no lo era. En segundo lugar, porque, una vez vencida la dificultad, la muy zorra (palabras textuales) se había entregado sin tasa, como una puta vulgar. En tercer lugar, porque ya era suya. En cuarto lugar, porque a esas alturas se había cansado de que continuara siendo suya. En quinto lugar, porque, pese a ello, tampoco quería que fuese de nadie más. En sexto lugar, porque la tarde del día de autos había perdido unos cuantos miles en el bingo, la muy ludópata. En séptimo lugar, porque aquella noche llevaba puesta una bata abominable. En octavo lugar, porque muerta la perra se acabaría la rabia. En noveno lugar, porque roncaba, y mucho. Y en décimo pero no último lugar, porque le había dado la real gana. Tras una pausa, abarcó toda la sala del tribunal con su fría mirada desafiante. A continuación, y en un alarde de método riguroso, concluyó proponiendo que, si le daban tiempo, era capaz de exponer las razones que quisieran para justificar la necesaria perentoriedad de su acción. El juez, interesadísimo, le concedió 30 años para meditar con detenimiento sus argumentos. Y un día más para la exposición ordenada de los mismos.
Del libro Crueldades necesarias

miércoles, 13 de mayo de 2009

LOOR AL LINAJE GLORIOSO

martes, 27 de enero de 2009

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