sábado, 30 de marzo de 2019

LO VEO TODO NEGRO


—Lo veo todo negro, pero no tengo más remedio. Esta tela que cubre mi cara también es la que me libra del oprobio. Soy blanco. Es una vergüenza, pero es así. Soy blanco, pero también llevo el jazz en las venas, y dicha contradicción sólo se puede subsanar mostrándome con este disfraz que a muchos parece simpático, pero que a mí me permite seguir en el anonimato más absoluto. Ello impide que me lesionen la autoestima, pero me condena a ser un músico callejero que mendiga limosnas por acordes más o menos improvisados. Tuve que nacer blanco (y en Galicia, además, tierra celta de gaitas y panderetas, que ya es desgracia), cuando tenía que haber nacido negro y hacerlo en Nueva Orleans, que sería lo propio. Allí, si no conseguía hacerme un jazzman reputado, al menos podría bailar claqué. Aquí, en cambio, sólo llego a tocar cada día con mayor o menor decencia temas que ni siquiera son míos, y a mojarme cuando llueve, y a apañar unos duros que sólo me dan para vicios y para cambiar cada año de mochila. Con este panorama, ¿cómo no verlo todo negro?

Santiago de Compostela (La Coruña, Galicia, España)
Agosto, 2004 ----- Nikon D100

miércoles, 27 de marzo de 2019

¿ALGÚN ESCRITOR REPRESENTA DE VERDAD LO "ESPAÑOL"?

Cada cierto tiempo, un rotativo o revista retoma un recurso clásico con que dinamizar sus aburrimientos o inercias semanales, y así empujar a sus lectores a una acción que, de forma conjunta, dé una impresión de colectividad, de encuesta planeada con seriedad y lustre. En este caso, el suplemento XL Semanal, el de mayor tirada de nuestro país, ha encargado a 124 personalidades que eligieran un autor (o autora) de entre los literatos muertos que a su juicio compendiara y representara mejor "lo español", o que comprendiese mejor la palabra "España". Ahí es nada. Luego, de sus respuestas, se señalarían los 25 más votados, y ahí es donde los lectores intervendrían ya con sus propias decisiones, vía web, correo, etecé. Su resultado, dicen, lo publicarán el domingo 21 de abril, en vísperas del Día del Libro. Pues bueno. Pues vale.

¿Es factible tamaño despropósito? ¿De verdad se cree alguien que puede representar lo español cualquiera de los autores que han existido en nuestro territorio plural, resquebrajado y cainita? O, mejor, el concepto llamado "lo español", algo así como la "marca España" de infausto recuerdo pepero, que no popular, ¿existe en realidad? Y eso de "lo español" ¿ha sido siempre lo mismo, o se refiere sólo a una época concreta? Y, de ser así, ¿cuál?, ¿la actual o la del Siglo de Oro? Marcial o Séneca ¿pueden ser considerados "españoles" o sólo romanos? Y Ausías March o Ramón Llull ¿podrían estudiarse en una historia de la Literatura española, o habría reticentes protestas de las dos partes en conflicto? De igual modo, Rosalía de Castro o Cunqueiro ¿derrochan españolidad por sus cuatro costados o los asociamos más bien con su Galicia natal?

Yo, la verdad, lo español no lo veo por ninguna parte, a no ser que llamemos "español" a lo que sólo se expresa en dicha lengua. Y aun así, creo que sólo podría aludirse a él si se tiene en cuenta la suma de todas sus partes. Porque a mi modo de ver, el granadino Luis García Montero tiene tanto que ver con el charnego Juan Marsé, como el gallego Suso de Toro con el neoyorquino Iñaki Uriarte, o el cartagenero Pérez-Reverte con la asturiana Ángeles Caso. O sea, nada. O, tal vez, todo. El idioma. La materia prima de la que nos nutrimos quienes manejamos la lengua para algo más que para pedir la vez en el supermercado o que nos sirvan un café. Esa podría ser la clave. O una de ellas. El idioma ¿aporta personalidad? No lo voy a discutir, aunque tengo mis dudas. Ahora, de eso a que uno solo autor (o autora) albergue en su literatura la esencia de "lo español". Quizá el problema es que deberíamos empezar por definir esto último, y eso es, a día de hoy, de una complejidad tan grande, que requeriría una serenidad, una paciencia y un diálogo para el que hoy, me temo, no estamos preparados.

Pd/Por otro lado, ¿alguien duda de que esta pseudo-encuesta otorgará como ganador a don Miguel de Cervantes Saavedra? Y para ese viaje, ¿hacían falta todas estas alforjas?

martes, 26 de marzo de 2019

BIBLIÓMANO, NO BIBLIÓFILO


Desde pequeño, me enamoré de los libros, y establecí con ellos un idilio que, salvo alguna jugada del destino, habrá sido el más duradero de mi existencia. Sin embargo, nunca fui bibliófilo. Los libros me parecieron objetos preciosos, acariciables y aspirables, dignos de toda mi admiración y respeto, pero el olor a viejo sólo me sentaba bien cuando las estanterías o la habitación eran de otro, nunca las mías. He podido admirar la belleza de las ediciones antiguas, su artesanía de encuadernaciones, tejuelos y ex-libris. Pero jamás me sentí cómodo con un libro antiguo o simplemente viejo en las manos. Me parecía que hollaba territorio sagrado, más propio a la adoración que a su uso y disfrute. Y para mí los libros han sido siempre un instrumento, un medio, muy pocas veces un fin.

De igual modo, salvo algún pequeño período de mi adolescencia -muy pequeño, y más referido a la música que a la literatura-, nunca incurrí en la mitomanía. Desconozco los éxtasis que se pueden obtener de hacer largas colas para que un autor te firme un libro con un convencionalismo y una sonrisa de agradecimiento estándar. No tengo, por ese motivo, libros firmados en mi biblioteca. Con la excepción, claro es, de las obras de mis amigos, con quienes me unía un vínculo afectivo que dotaba esas palabras de significado real, las fijaba a un determinado contexto y generaba suficientes dosis de recuerdo o nostalgia, cuando se las volvía a leer.

Y, pese a todo, cuando en los rastros o almonedas veo un montón de libros cuyas encuadernaciones estimulan un tanto la vista, no dejo de acercarme a ellos, y dejarme impregnar unos instantes de su olor, de sus vidas acumuladas, las propias y las de los propietarios que les traspasaron algo de las suyas también. Mis manos recorren sus lomos y su piel acaricia por un momento la mía. Mas no compro nunca ninguno. Sí suelo, en cambio, fotografiarlos si entreveo alguna composición que merezca la pena. No incorporan dichas imágenes el delicioso olor de sus años, pero al menos la vista se consuela con algo de recuerdo de un momento hermoso.

De modo que no. Nunca fui bibliófilo. Todo lo más, llegué a ser bibliómano (o bibliófago, si se admite la metáfora). Eso sí, de dicha enfermedad o alienación me confieso voluntariamente portador, transmisor y contumaz.

Rastro en Saint-Céré (Lot, Midi-Pyrénées, Francia)
Agosto, 2014 ----- Panasonic Lumix G6

lunes, 25 de marzo de 2019

MI PALABRERÍO CANALLA (44)

DISTINTO/A: 1. Abstracción (forma de ser, capacidades, modo de vida, apariencia física...) a la que todos aspiran, pero que sólo unos pocos alcanzan. 2. Aquella persona singular que se ha dado cuenta de que el cerebro se podía exprimir más de lo que hace la inmensa mayoría y, ¡hete aquí que funciona! A mayores, suele ser también quien a dicho "exprimido" cerebral, añade arrojo, voluntad y resiliencia. Casi nada, vamos. Como para no ser distintos los que lo somos...
DOMINGO: Día tonto, día maravilloso, día de descanso, día de trabajo, día periodístico, día familiar, día exhibicionista, día ficticio.
DONCELLA: 1. Término fino para definir a la joven que sirve en las casas finas, a la señora y a la familia femenina de un modo, y al señor y al hijo mayor, de otro. 2. Niña, adolescente o mujer que no ha probado todavía los efectos (devastadores o deliciosos) de la penetración de un pene natural en el más dilatable de sus orificios receptores.
DORMIR: Forma horizontal de perder el tiempo a la par que se recuperan energías para perder el tiempo de forma vertical y gastar las energías en actividades mayoritariamente banales o tan sólo necesarias.
DRAMA: Malestar habitual de cualquier ser humano que no deviene tragedia, pero no por falta de ingredientes, sino por solidez del súper-ego o por pudor ancestral o por indolencia recurrente.
DROGA: Toda aquella sustancia o actividad que transforma la penosa realidad en que uno se encuentra en algo mejor, diferente o simplemente soportable.
DUDA: Incertidumbre ante cualquier decisión que se deba tomar y que si se hace habitual se puede convertir en zozobra permanente o áncora existencial. También es el motor básico de la ciencia, del conocimiento, de la sabiduría...
DUELO: 1. Enfrentamiento armado de dos dogmáticos aquejados de honor hipertrofiado; posee una componente ritual muy teatralizada y un sentido escrupuloso de la legalidad y de la trascendencia, que se solventa con la presencia de testigos. 2. Obligación indumentaria temporal de pesar por la muerte de algún ser más o menos próximo, obligada por las costumbres sociales de cada comunidad. La componente de simulación que dicha práctica comporta es variable, pero nunca escasa.

Del libro inédito Palabrerío canalla1999

jueves, 21 de marzo de 2019

EL RENIEGAS


Que sí, Eufrasia, que sí, te pongas como te pongas, y digas lo que digas, esta vida es una mierda, coño, si lo sabré yo, que llevo años y años notándolo, y diciéndotelo además, pero tú, nada, oídos sordos, y mira que te lo tengo dicho, vete al otorrino, Eufrasia, que no te me enteras de nada, y si no te enteras de lo que te digo yo, qué te vas a enterar de lo que pasa por ahí... Pero no lo dudes, no, insisto, todo es una mierda: yo soy viejo, y casi no me puedo mover, tú, gorda y fea, que lo eres un rato, hija, los niños del parque no dejan de chillar y de decir tacos, nuestra hija ya no nos escribe, por culpa de su marido, claro, a ver por qué si no, la pensión casi no nos llega, y tú te enrollas cada día más en el supermercado, y no digamos nada cuando vas a la peluquería, y además los maricones se pueden casar y hasta tener hijos, y lo del divorcio y lo del aborto... qué bárbaro, si ya sólo les queda que los perros y los canarios puedan heredar, y la leche está muy cara, y la gasolina, ni te cuento, ya, ya sé que no tenemos coche, pero es igual, que yo sé muy bien que todo va a peor, si ya lo dice en la COPE ese ángel que lleva la santidad hasta en el apellido, y para más, van y ganan otra vez los comunistas ésos, que no hay quien los saque de ahí, Diosssss. ¡Qué mierda de vida, coño, qué mierda todo!

Robado en Avilés (Asturias, España)
Junio, 2006 ----- Nikon D100

miércoles, 20 de marzo de 2019

EL GATITO EN EL ÁRBOL (MICRORRELATO)

La niña lloraba desconsolada, y me acerqué a ver qué le ocurría. No decía nada, pero ante mi insistencia, me dirigió la mirada con los ojos muy húmedos y me señaló el árbol que estaba justo enfrente. Miré, pero no vi nada. “Mi gato”, me dijo. “Arriba”. No entendí, al principio. “Se quedó arriba, y no baja”. Comprendí. Decidí ayudarla. Aunque nunca fui buen trepador, el árbol tenía fácil el acceso. A mitad de recorrido, no aparecía por ningún lado. Subí más, y fue arriba del todo cuando lo localicé al fin. Pendía de una cuerda que rodeaba su cabeza, y una raja abierta le recorría todo el vientre, por el que se escapaban sus vísceras. Me sobrecogí. Estiré las manos para cogerlo. La delgada rama cedió. Mientras caía, antes de romperme el cuello, llegué a ver que la niña ya no lloraba. Sonreía. Era una sonrisa tierna. Me parece.

Del libro inédito Micrólogos, 2012

lunes, 18 de marzo de 2019

APRENDIZAJE DE CAZADOR


Al gatito le comunicaron que la leche se había acabado, que no podía seguir mamando de su madre, que debía empezar a conseguir su propia comida mediante la caza. El gatito rezongó y durante una mañana entera estuvo acosando a cuantos familiares encontró, e incluso a varios amigos y a los padres de éstos. Pero no hubo caso: el siguiente paso de su evolución había comenzado, y no había vuelta atrás. Y la evidencia más acuciante le sonaba en las tripas cada pocos minutos: tenía un hambre muy ruidosa, muy insistente, dolorosa incluso. Por eso, viendo que nadie subvenía sus necesidades alimenticias más básicas, se decidió a probar. Merodeando por el claustro donde su familia tenía su residencia más habitual, encontró el cadáver de una cría de ratón. Estaba limpia, y era reciente. La olisqueó repetidamente, e intentó comprender por qué aquella masa de carne tan asquerosa podía ser aquello de lo que tendría que comer el resto de su vida. Pero estas filosofías se le iban perfilando a medida que los retortijones de su estómago le indicaban que el hambre ya empezaba a ser insoportable. Probó a olerlo y a lamerlo a la vez, pero nada: aquello no le gustaba nada. Hasta que se imaginó que aquella carroña diminuta estaba viva. Eso fue determinante. Saltó sobre ella, la zarandeó, la manoteó, la desplazó durante un buen rato. El ejercicio de la tarea, el hambre atrasada y la excitación de un instinto todavía en sus comienzos, tuvieron sus frutos. Así, al poco, se decidió a hincarle el diente a aquella carne. Su saliva reaccionó de modo distinto a como cuando le daban leche. Pero ahora comprobó que haber peleado con aquella presa (y haberla vencido) le había gustado muchísimo. Le mordió la cabeza, luego el cuerpo, y por último se la tragó por entero. El sabor todavía no le satisfizo, pero el hambre quedó saciada. Y su instinto cazador se mostró por primera vez. Nunca más volvería a pasar tanta hambre como aquel día. Sin embargo, el postre aún estaría por llegar. Cuando localizó a su madre, la asaltó por detrás, se amorró al pezón que le pertenecía y succionó durante un buen rato. La madre le dejó hacerlo, orgullosa y satisfecha. El ciclo de iniciación a la caza había comenzado.

Madrigal de las Altas Torres (Ávila, Castilla y León, España)
Julio, 2004 ----- Nikon D100

sábado, 16 de marzo de 2019

LA DOBLE CARA DEL TIEMPO

Estar ligado al tiempo no me molesta. Es parte de la carga que debemos llevar siempre en nuestro recorrido. Pero sí es cansador tener que enseñarlo. Caigo en la cuenta, casi por primera vez, de que yo enseño el tiempo a mis alumnos. De que el tema que más me fascina también es el mismo que ocupa esa faceta que me alimenta y que resulta mucho menos grata que tomar al tiempo como fin en sí mismo. Pero, en última instancia, tampoco me agobia en exceso. Simplemente, me sorprende que algo que inunda todo mi ser tenga a su vez algo negativo pululando en su esencia, en su sustancia más recóndita. Es esa doblez ambigua que sumerge todo en un caleidoscópico juego bifronte con una cara que sonríe y otra que frunce la expresión, como aquel Jano que tanto me sorprendió descubrir en Roma, hace ya tiempo.

Palimpsesto del dubio y la aoristia (Diario inédito; entrada de 8 de Enero de 1996)

viernes, 15 de marzo de 2019

REFLEXIONES ANTE EL DURO TRABAJO


Las posibilidades son varias, a elegir con tranquilidad, que prisa no hay, ni nadie que nos la meta. A saber:

A) "Qué solessito máh rico que hassse. Y tóa esa hente entrando, y ensussiando, y totar, pa'qué limpiá, si pa'lo que me pagan, y se va a enmierdá otra vess. Aquí me quéo, con este caliqueño, mientras pasa la mañana.

B) "Pero qu'hijos de puta, que no hace ni dos minutos que he barrido ahí mismo, y echando esa mierda al suelo. En cuanto acabe el cigarro, les voy a hacer limpiarlo con la lengua, a los muy guarros."

C) "Mmmmm. Aaaaahhh. Mmmmm. Joé, qué buena es esta maría del Hamid. Le tengo que pillar más porque mmmmmm, está de muerte, como la piba ésa que va ahí, diossss, cómo nos íbamos a poner los dos en mi queli".

D) "¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? ¿Me dejé abierta la llave del gas?"

Pero caben muchas más. Añada usted la suya, joven, si tiene lo que hay que tener.

Robado en la fachada de la National Gallery (Londres, Reino Unido)
Enero, 2008 ----- Nikon D100

jueves, 14 de marzo de 2019

LAS IDEAS FALSAS DE ROZITCHNER (4)

"PENSAR ES COMPLICARSE DEMASIADO"

¿Cuántas veces no habremos oído semejante disparate? Demasiadas. Es una de las falacias más repetidas por aquellos que "van de guay", que creen que la vida viene a uno, y que nos debe pleitesía. Aunque parte de una falsedad bien neta: no podemos dejar de pensar. El cerebro no para nunca, ni durmiendo. Pero, para unos cuantos "cerebros descerebrados" lo bueno es no pensar, pues esa acción complica todo, incluido lo sencillo y hasta lo simple.

No es una opción real: ser una persona es estar pensando todo el tiempo. Tenemos conciencia, y esa voz que albergamos nos aboca a hacerlo de continuo. El único modo para dejar de hacerlo es matarse, lo cual no es opción desdeñable para quien tal despropósito afirma. También hay quienes buscan alterar esa conciencia con sustancias que alteren tanto la percepción como el mismo pensamiento. Pero eso no logra en realidad hacer callar el pensamiento. Como mucho, se perciben cosas que antes no, aunque la verdad es que a la larga provoca que pensar sea más lento y difícil; no en vano las drogas son las principales causantes de la pérdida masiva de neuronas en la adolescencia, la juventud y la primera madurez. Pero con las drogas aún se logran algunos beneficios. Los más estúpidos lo intentan con alguna obsesión, por lo general tan estúpida como ellos mismos, que les procure estar todo el día pensando en algo que no tenga demasiada importancia, por lo general vacío, banal e improductivo.

Entendemos que haya ocasiones en que no querer pensar sea justificable. Por ejemplo, cuando uno está viviendo una situación muy angustiosa o difícil. Lo entendemos y lo justificamos, pero no lo admitimos. Pensar es lo único que nos sirve para salir del hoyo, estemos bien acompañados o inmersos en la mayor de las soledades. Pensar es lo único que nos diferencia de quienes sólo sobreviven porque han sido traídos a este mundo. Por tanto, no se trata de dejar de pensar. Se trata de entender qué es pensar y de aprender a hacerlo.

¡Casi nada! ¿Aprender a pensar? Pues sí. Ninguna tarea revierte tantos beneficios por tiempo empleado en su aprendizaje. Ninguna nos proporcionará mayor libertad de acción, anticipando peligros, males, y aprovechando las mejores oportunidades con cálculo, inteligencia y realismo. Pensar no sólo no trae mayor complicación (salvo que sea haga mal, o a destiempo, o fragmentariamente). Pensar bien aporta siempre soluciones, dado que la vida por defecto es muy compleja y nosotros solemos complicarla, precisamente cuando pensamos mal (o no pensamos). Pensar no es complicarse demasiado, es intentar lograr la cota de mayor humanidad que podamos llegar a alcanzar.

miércoles, 13 de marzo de 2019

HITOS DE MI ESCALERA (37)

Yo había leído desde siempre, o eso me gusta pensar. Pero hubo un momento en el que dos autores se erigieron como los mentores que encauzarían mi caótica y poco estructurada aventura literaria; algo así como dos faros pareados que me guiarían en mi transcurrir por el oscuro aunque fascinante mundo de las letras. Así, fue en el año 1985, cuando dos amigas muy queridas me hicieron trabar contacto con Marguerite Yourcenar primero, y con Jorge Luis Borges, después. 

Primero, fue un regalo por mi cumpleaños. Mi amiga Loli, uno de mis principales apoyos en Madrid, me trajo, primorosamente envuelto en papel de regalo, la edición en tapa dura de Memorias de Adriano, traducido por Julio Cortázar, en Edhasa. Tal era el predicamento que esa mujer ejercía sobre mí, que esa misma noche comencé su lectura, quedándome por completo anonadado ante la calidad de una prosa a la que no estaba acostumbrado en mis lecturas de teatro, filosofía, o novela existencialista. Sus palabras se me derramaban por dentro, mientras leía, y debía volver atrás a menudo para entender el significado, que se me escapaba por atender más a la musicalidad de dicho discurso. Comprendí de inmediato que una novela podía ser más poderosa que la realidad, que ésta puede ser la base sobre la que se asiente la mentira para que la ficción sea quien nos lleve de la mano para comprender y paladear el mundo. Y, sobre todo, que se puede ofrecer un contenido profundo a través de una forma exquisita (antes, yo casi todo lo cifraba en el contenido, tan concienciado política y socialmente estaba).

Apenas tres meses después, ya en plenas vacaciones de verano en León, sucedió el segundo deslumbramiento. Tuvo lugar en casa de mi amiga Marisol: para que no me aburriera mientras esperaba a que se vistiera y maquillara en el baño, me sentó en su estrecha cama y me alargó un libro en rústica de un tal Jorge Luis Borges, de quien aún no había leído nada, y me dijo que leyera un cuento titulado “Las ruinas circulares”. Pues bien, el impacto que tal relato me produjo es difícil de expresar. De mano, esa tarde ya no salimos de su casa hasta mucho más tarde, mientras su padre se partía de la risa, viéndonos seleccionar libros de aquel autor argentino tan famoso, mientras ella iba clasificándolos por importancia. Al día siguiente, por supuesto, fuir  rápidamente a comprar Ficciones, el libro donde se hallaba el cuento recomendado, y ya nada volvió a ser lo mismo.

Si con Yourcenar, me cogí de su mano para apreciar la Literatura de un modo mucho más completo y aprovechable, con Borges yo sentí el impulso creador de un modo irrenunciable, hasta hoy. Y así como quería leer a la autora belga todo el tiempo, a la vez ¡¡quería escribir como lo hacía el divino ciego!! Allí comenzó mi enfermedad escritora, aquejada desde los inicios de uno de los males que el propio Borges instila: es imposible no querer imitarle, pero es quimérico conseguirlo, pues es demasiado personal, demasiado específico; y, por último, ha de pasar un tiempo variable hasta que uno se harta de los fracasos continuos, abomina de querer hacerlo y emprende el propio camino.

Mi idea de la lectura, y, sobre todo, de la escritura, ya no volvió a ser la misma. Ya nada volvería a ser igual en mi relación con la Literatura. A partir de ese momento, comprendí que lo que escribiera no debía tender sólo a comunicar algo (contenido), sino que debería ir envuelto de un determinado modo (forma) que había que adivinar -y acertar- cada vez. A partir de ese verano, mi obsesión por escribir alcanzó cotas que jamás se repetirían en tiempos posteriores. Aunque en honor a la verdad he de alegar en mi defensa que aún hoy sigo infectado del virus que aquellos dos libros. Una prueba más de esto que digo es que uno de los cuadros que adornan mi salón es una lámina que contiene dos fotografías montadas por mí. Desde ella, me contemplan con indecible paciencia dos rostros provectos, serenos, intensos, estimuladores. Marguerite Yourcenar, Jorge Luis Borges. Ahí siguen y seguirán, mientras yo siga. O, más bien, viceversa.

martes, 12 de marzo de 2019

SOMBRA DE BUITRE



Cuando lo vieron llegar, los demás buitres notaron que aquello les era desconocido. Sus formas les eran familiares, pero sólo su contorno era visible a sus ojos y se podía ver a su través. Sus evoluciones mostraban una suavidad extrema y precisa, y su vuelo todavía se oía menos que los suyos. También notaron con asombro que no les tenía en cuenta a la hora de decidir la dirección de sus alas; su cabeza tampoco parecía mirarles. Volaba sin ninguna atadura y sin un plan que pudiera adivinarse. Para colmo, eran ellos quienes habían de apartarse con rapidez cuando sus trayectorias parecían que iban a encontrarse. El jefe del clan, enfurecido por la situación, reivindicó su jerarquía y tomó la iniciativa de deshacer el embrujo que los demás parecían haber estar sufriendo. Sin previo aviso, se fue de frente contra el intruso, cuya transparencia a todos admiraba. Su rabia se trocó en espanto, cuando comprobó que su ataque no tuvo consecuencia alguna, ya que su cuerpo atravesó al forastero limpiamente, sin que aquella forma modificara su trayectoria o su actitud. Lo intentó más veces, pero con idéntico resultado. Al final, se dio por vencido. Pero todos pudieron captar que la extraña forma seguía sin mirarlos y que a ratos se alejaba, a ratos reaparecía. Su presencia los acompañó de forma intermitente varios días. Una tarde, dejaron de verlo para siempre. Pero en el grupo ya nada volvió a ser lo mismo.

Montaje de buitres de las Hoces del río Duratón (Sepúlveda, Segovia, Castilla y León, España)
Abril, 2007 ----- Nikon D100

lunes, 11 de marzo de 2019

MI PALABRERÍO CANALLA (43)

DISFASIA: Como la afasia (v.), pero más de continuo y con desenlace fatal.
DISFRAZ: Conjunto de ropajes, afeites, máscaras y otros adminículos con que se simula una realidad que no es la realidad real, sino otra inventada que nos convenza más o que engañe mejor para poder actuar sin demasiada presión y llevar con regularidad impune el ascua a nuestra sardina. La época dorada para llevarlos sin ridículo social es el Carnaval (v.)
DISNEICO/A: Aquejado de disnea, o dificultad en respirar. Aunque hasta ahora eran los enamorados quienes más la padecían, el hecho de que cada vez haya menos enamoramientos puros, esto se ve compensado por la emisión creciente y poco reversible a corto plazo de miasmas industriales múltiples, que mantiene las estadísticas de disneicos en unos niveles estables.
DISPÉPSICO/A: Ser aquejado/a de dispepsia, es decir de digestiones difíciles, por haber ingerido más alimento del necesario o más televisión de la precisa o más lecturas recomendadas de las meramente imprescindibles. Sus efectos tienen que ver con gases, borborigmos, acedías y con una mala leche del copón.
DISTANCIAMIENTO: El que se va experimentando con casi todo, con casi todos, menos con uno mismo; y contigo, chati, naturalmente.
DIVORCIO: Oportunidad de desenganche de una decisión errónea, precipitada y hormonal, que permita la posibilidad de volver a errar con menor precipitación y un pleno espíritu masoquista, ahora ya plenamente desarrollado.
DOGMÁTICO: Aquel que, no sólo se haya muy satisfecho con haber contraído la Verdad, sino que rechaza la razón como emético sin ofrecer explicación de ningún tipo.
DOLOR: Sensación habitual de aquellos seres humanos que no se liberan a través de cualquiera de las muchas drogas que a tal efecto se han ido creando.
DOMESTICAR: Acostumbrar (a los animales con los animales humanos; y a éstos entre sí) a la convivencia; o sea, como quien dice, casi nada. Su índice de fracaso es alto porque siempre se conserva la influencia reptiliana del arquicórtex, y cuando menos se lo espera uno, aparece la uña retráctil, el colmillo extensible.
DOMINAR: Ejercer dominio, manejo, mangoneo sobre las cosas, pero ante todo sobre la gente; el placer obtenido es inenarrable y mayor cuanto mayor es la cantidad dominada; eso sí, tiene el inconveniente de que genera adicción, por lo que las dosis han de aumentar gradualmente, lo cual hace subir los riesgos de muerte prematura.

Del libro inédito Palabrerío canalla1999

miércoles, 6 de marzo de 2019

¿QUÉ PIENSA MARÍA LA DE MAGDALA?



Este fragmento de pintura barroca se encuentra en el museo del Louvre, en París. Representa a María Magdalena, penitente, según la versión de Georges La Tour, pintor tenebrista francés, alumno aventajado del italiano Caravaggio (aunque lo fuera sólo en la distancia). Se trata de una obra sorprendente por cómo el autor trata la luz y por todos los interrogantes que plantea la actitud pensativa de la única protagonista del cuadro.

¿Qué piensa María Magdalena en esa postura? ¿A quién añora exactamente? ¿Qué espera de su vida, desaparecida ya la figura de su principal valedor? ¿Qué le sugiere la mecha del candil de aceite suspendida en el vaso? Su mano sobre la calavera, ¿le recuerda su segura muerte? ¿Tal vez rememore la Pasión y todo el calvario de su amado Jesús? ¿Acaso la luz sin más, o tal vez la Luz, aquella que el Maestro predicara? ¿Y es tristeza o melancolía lo que a sus ojos se asoma? ¿Es por ventura serenidad ante lo inevitable, o zozobra por el más inmediato porvenir? Son muchos los interrogantes que esa figura que nos hurta la mayor parte de su rostro. Muchas, también, las posibilidades que los pinceles de Georges La Tour nos brindan esos claroscuros naturalistas y extremos. Mucho, lo que debemos pararnos a pensar y admirar cuando, de nuevo, lo contemplemos arrobados en la pinacoteca del mayor museo del mundo.

Magdalena penitente (detalle) Museo del Louvre, París (Île-de-France, Francia)
Julio, 2012 ----- Panasonic Lumix G6

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