Mostrando entradas con la etiqueta Sacrificio. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Sacrificio. Mostrar todas las entradas

domingo, 18 de diciembre de 2011

MICRORRELATO

COHERENCIA FINAL

Que no, que no, que no quiero. Que yo no me convertí en caballero andante para nada, que buenos palos recibí, y escarnios y burlas. Que mi empresa, voto al cielo, fue de tal altura, que los tiempos venideros hablarán de mí, y sabrán de mis hazañas, no siempre bien contadas o tergiversadas en sus esencias. Así, ¡cómo tolerar que ese tullido ahora decida para mí un final tan insípido y sin honor! En la cama, y cuerdo, ¡como si yo estuviera loco! No, he dicho que no. Un caballero de mi condición y que, a diferencia de los que lo eran por alto linaje, debo todo a mis acciones y aventuras, no puede morir en el lecho, rodeado de los amigos y familiares como un vulgar destripaterrones o incluso un alguacil. Me niego. Facilitadme, pues, una soga suficientemente larga con que dar su merecido a ese soldadito desertor metido a escritorzuelo de mis desdichas. Y, luego, dadme una daga de hoja ancha o, mejor, una espada de largo filo con la que, como el aciago Ayax Telamonio, ponga fin a mi propia historia y así lavar tanta injuria y deshonor vertidos contra mi heroica persona.
Del libro Micrólogos

domingo, 24 de abril de 2011

MICRORRELATO

TU BAÚL

Me emociona volver a ver tu baúl, claveteado de gruesas tachuelas doradas, sobre terciopelo rojo, ya gastado. Creo que es tuyo, sí. Esta memoria me juega malas pasadas. Pero creo que sí, que lo es. Algún chispazo dentro me lo advierte. Es el tuyo. Tú jugabas con él, o, mejor, jugabas con lo que había dentro, tus muñecas, tus revistas, tus vestiditos. Ahora que he regresado a la casa, sudoroso, algo me ha hecho subir al desván. Lo primero, subir al desván. No sé por qué, pero ha sido el primer impulso. Y ahí enfrente, ese baúl. Sí, tiene que ser el tuyo, no puede ser otro. En otras circunstancias, creo, verlo tal vez me provocaría oleadas de recuerdos de nuestra infancia. Ahora, después de mi accidente... Ha pasado sólo una semana, me han dicho, pero...  Ahora, mis recuerdos son algo frágil e inconexo. Por eso quería volver. Algo me estaba fracturando el alma, porque estos últimos días te he recordado. Y, sí, creo que me va a ayudar. Tiemblo al abrirlo porque uno nunca sabe si está preparado para que el pasado le sobrevenga a uno de golpe. Tiemblo, sí. Y dudo en hacerlo. Pero al final levanto la tapa. No huele muy bien. Está cerrado y está oscuro, pero algo me provoca un vómito. Cuando enciendo la luz, aún queda demasiado lejos para que ilumine bien. Pero aun así te veo, aunque no me lo puedo creer. De nuevo, sí, tú. Ahí, echada, con tu vestido desgarrado y manchas púrpura. Con la cabeza vuelta hacia un lado, no te veo la cara. Pero es tu vestido, sí. Lo reconocería siempre. Resulta increíble que puedas caber ahí. Aunque cuando éramos pequeños éramos capaces de entrar los dos. Y de ese modo, cuando nos buscaban, cerrábamos la tapa y mirábamos por la rendija en silencio hasta que se iban. Pero cabes, y eres tú. Aunque en una posición extraña. Sí, voy recordando poco a poco. Debo contemplarte con más detenimiento, con más tiempo. Sí, eso es. El tiempo me lo va desgranando todo. Y, sí, voy comprendiendo. Voy comprendiéndolo todo.
Del libro Micrólogos

domingo, 27 de febrero de 2011

MICRORRELATO

DAFNE Y APOLO

Antes de empezar a hacer la comida, a Dafne le viene un repentino vuelco a la mente, y se pregunta qué ha sido de su vida en los últimos veinte años. Como siempre, acaba pensando que su vida ha sido un continuado y tranquilo descenso a la mediocridad más habitual. Ello no le causa ningún malestar. Está acostumbrada. Piensa mucho, y no sólo en ella misma. Sin embargo, a la hora de decidir qué va a preparar, antes siquiera de ir seleccionando los ingredientes adecuados, nota cómo las manos no le reaccionan, y siguen metidas en el mandil que su hija le regaló por su último cumpleaños. Los recuerdos le sobrevienen en discontinua cadena, y en alguno de los eslabones se detiene, licenciosa. Allá en la facultad, cuando el Arte mediatizaba la vida, y unos ojos azules le perturbaron el Arte y la vida. También todo lo demás; aunque eso vino después, con el correr veloz y lento de los años. Y, sin darse cuenta, sus manos acaban en el frasco donde guarda el laurel que su marido le recoge a veces en el parque. Los dedos recorren las hojas que la impregnan de aromas y de recuerdos, hasta que al final una lágrima humedece una de ellas, la menos verde, que será por ello la elegida. “Algo con laurel”, se dice. Repasa la lista de recetas que sabe elaborar con ese sabor esencial. No le salen más de seis. Se decide por la más simple: “no se merece mucho más”. Mientras va colocando los ingredientes sobre la encimera, el llavín en la puerta le indica que su marido acaba de llegar. Tras unos segundos y unos saludos desde la lejanía, siente cómo unos brazos la rodean y la estrechan con calidez y ternura. “Hoy tampoco has echado a correr, ¿eh?”, le dice, repitiendo una fórmula usual entre ellos. Y la besa en el cuello. Luego, le llega el olor a laurel, y se relame sin saber siquiera qué comerá, mientras le susurra al oído: “ésta es mi Dafne”. Casi a punto de echarse a llorar, sin aún volverse hacia su marido, retira todo cuanto había ido preparando, excepto el bote con el laurel. Decide que la receta que preparará será otra; con seguridad, la más exquisita de la lista. “Este es mi Apolo”, contesta al fin ella, fingiendo sólo a medias.
Del libro Micrólogos

domingo, 30 de enero de 2011

MICRORRELATO

CASTING DE PERSONAJES

Una vez que hube tomado todas mis notas previas y decidido el marco donde ubicar mi novela, comencé con la selección del personaje principal. De ese modo, convoqué una reunión donde seleccionar los candidatos principales y poder contratar a uno de ellos para incluirlo en mi único proyecto serio. Pero pronto me di cuenta de que aquello sería una tarea muy complicada. Vinieron muchos, casi cuarenta, a cada cual más dispar. Voceaban mucho y varios al tiempo, exigían demasiado, polemizaban entre ellos, eran maleducados, coléricos, engreídos, imposibles de dirigir. Pero, con todo, fascinantes, cada uno en su estilo. Decidí postergar mi decisión. Se fueron todos malhumorados, y alguno pronunció incluso palabras gruesas antes de marcharse. Una semana después, efectué otra convocatoria, con idéntico desenlace. Comprendí que no me quedaba más remedio que tomarme a mí mismo como personaje clave. Yo no escaparía de mí, no podría negarme a formar parte de tan importante proyecto, y siempre tendría la posibilidad de modelarme a mi antojo. El problema que se planteó entonces es que en mi novela el protagonista acaba ahorcándose al final, desesperado de todo y en lucha contra todos. Aun así, no opuse resistencia. Desde que comencé a escribirla, he dedicado un ratito al día para imaginar cómo sería la cuerda de la que acabaría colgando. Hoy por fin la encontré. Resulta sedosa de tacto, pero de material fuerte y resistente. Aguantará mi peso sin venirse abajo. He dejado instrucciones precisas para que la novela se concluya conforme lo que va a suceder a continuación. Sólo deseo que no se malinterpreten mis intenciones, que mis instrucciones sean aplicadas al pie de la letra, sin cortes ni censuras, ni compasión ni piedad; y que no se cuestione mi autoría.
Del libro Micrólogos

domingo, 24 de octubre de 2010

MICRORRELATO

FIDELIDAD

Me vine aquí, por ella. Enseguida me abandonó. Pero no me resigno a perderla. Ya me había acostumbrado a las sensaciones que me provoca. No quiero irme, pues, del hospital. Me aterrorizaría contraer otra enfermedad, y verme tentado a serle infiel.
Del libro Micrólogos

lunes, 9 de agosto de 2010

ACUARELA TAURINA (I)

domingo, 13 de junio de 2010

MICRORRELATO

SOMBRA RIVAL
__________________________
Mientras hacía puños contra el punching, se sentía bien, distendido, poderoso. Cuando se entrenaba con el saco, su sudor le parecía la mejor coraza contra el mundo. Pero cuando peleaba con su sombra, no podía resistir la tentación de pensar que ella siempre le esquivaba, que era inalcanzable, la que siempre salía indemne de sus golpes, la que jamás se agotaba. Eso fue así, año tras año, y sus combates, que se contaban por victorias, no lograban satisfacer su ansia de derrotarlo todo, incluida su sombra. Era un campeón reconocido, pero sus muchos campeonatos no le quitaron nunca la impronta de tristeza del rostro. Su sombra se le resistía. Hasta que un día encontró la solución, comprobó que la única forma de derrotarla y que no se moviera, que no se le escapara, era cuando se derrumbaba sobre ella. No le importó así perder su último combate, con el gimnasio vacío, con sólo un foco arrojándoles luz desde lo alto. La sombra, humillada, no se volvió a mover jamás, ni a tener aquella especie de vida propia. El campeón, tampoco.
Del libro Micrólogos

domingo, 16 de mayo de 2010

MICRORRELATO

RELEVO
__________________________
Cuando Sancho se despide de su señor, entre lágrimas, alcanza por fin la luz. Entiende que ha de ser él quien prosiga la tarea del hidalgo, prematuramente interrumpida. Esa misma tarde, se prueba sus vestiduras, que cambiarán de dueño pero no de cometido. La loriga, tan vetusta, el abollado espaldar, el sorprendente baci-yelmo, la astillada lanza y la adarga herrumbrosa. Todo le viene grande, o estrecho, mas no le importa. Se siente orgulloso de su destino, que ahora comprende honorable e imperecedero. Cuando al fin se ciñe la larga y oxidada espada, y se mira al espejo, la imagen no le desagrada, y su mente vuela, acariciándole recuerdos que le nublan los ojos en un acceso de nostalgia. Al darse la vuelta, para dirigirse al establo, la cara se le tapa con el improvisado yelmo, que le resbala hacia delante, al tiempo que la hoja de la espada se hace un hueco entre sus piernas, de modo que trastabillando con gran estrépito cae cuan largo es. Cuando se recupera, una sonrisa complacida ilumina su rostro. “En verdad que tamaños comienzos son dignos del mejor caballero que los tiempos vieron. Mi señor podrá descansar en paz. Y a él me encomiendo”.
Del libro Micrólogos

sábado, 10 de abril de 2010

jueves, 8 de abril de 2010

Y HASTA SIN LA CRUZ

jueves, 1 de abril de 2010

DOLOR ANTE EL SACRIFICIO

domingo, 24 de enero de 2010

MICRORRELATO

VIOLENCIA DE GÉNERO
_______________________________
Aquella noche, el mar embistió con crueldad lanzando contra la roca oleajes, arenas, maderos. Duramente golpeada por el temporal, dejó caer algún fragmento, pero con paciencia lo soportó todo. Como siempre, continuó creyendo que era bueno, manso y fiel, pero que algunas noches se volvía loco, y se rebelaba contra ella, agrediéndola hasta en lo más íntimo. Nunca ha podido averiguar por qué cada cierto tiempo se comporta así, pero eso no le impide seguir pensando en su naturaleza serena y fiable, o que poco después —al alba— él volvería tranquilo a lamer su base, dulce y sensible, a regalarle esas caricias espumosas que tanto le gustan, que tanto les unen. Como siempre, aquella noche la roca lo soportó todo, otra vez más, porque creía amarlo, en el fondo, muy profundamente.
Del libro Micrólogos

martes, 19 de enero de 2010

REPOSO TRAS LA FAENA

sábado, 28 de noviembre de 2009

lunes, 26 de octubre de 2009

SÓLO POR LA CABEZA

miércoles, 2 de septiembre de 2009

...PARA ACABAR EN ESTO

domingo, 30 de agosto de 2009

DESPEDIDA INEVITABLE

martes, 28 de julio de 2009

NUEVA CORONA DE ESPINAS

miércoles, 8 de julio de 2009

MATERNIDAD COMPLACIENTE

sábado, 27 de junio de 2009

AVISO A VISITANTES

Todas las imágenes (salvo excepciones indicadas) y los textos que las acompañan son propiedad del autor de esta bitácora. Su uso está permitido, siempre que se cite la fuente y la finalidad no sea comercial
Si alguien se reconociera en alguna fotografía y no deseara verse en una imagen que puede ver cualquiera, puede contactar conmigo (fredarron@gmail.com), y será retirada sin problema ninguno.