jueves, 25 de abril de 2019

EL SILENCIO, ANTESALA DE LA MESURA

Qué profundo se oye el silencio después de dos días llenos de letras y palabras leídas y escritas. Todo acaba confluyendo al fin por entre las lámparas, el sosiego y la penumbra, en un batir de sones sordos y ciegos que no perciben sino su propio rumor interior haciendo caso omiso a todo lo que no refleje la esencia y la existencia de uno mismo. Porque el silencio y las palabras son, como no podría ser menos, realidades subjetivas. El silencio puede percibirse, sobrecogedor y descomunal, en medio de un concierto de Brahms o del rock más agresivo y alienante. Por contra, la música o los sonidos más excelentes pueden enlazarse en la mente de quien sólo se rodea de la nada silenciosa, del sosiego absoluto. Entre los ruidos, cabe el silencio. Entre el silencio completo se puede entremeter la belleza sonora más exquisita. Y puede que, si lo acogemos con naturalidad en nuestras vidas, alcancemos discreción y mesura, porque, como apuntara Gracián, el silencio es el santuario de la prudencia.

En el diario Escorzos de penumbra, entrada de 19-IV-1999

miércoles, 24 de abril de 2019

INJUSTICIA ETERNA


-No hay derecho, caramba. Pase, que mi madre ya me avisara que la camada era grande, y que posiblemente, la mitad caeríamos enseguida, lo cual me causó mi primera depresión, ya al poco de nacer. Pase, que, cuando se confirmara la noticia, me llevaran al matadero y me despacharan enseguida -con cierta limpieza, todo sea dicho-, lo cual me produjo una seria bipolaridad con cierto síndrome de Estocolmo difícilmente diagnosticable. Pase, además, que todavía me quisieran convencer de que mi sacrificio serviría para fomentar no sé qué mandanga de una excelencia turística gastronómica, o algo así. Pase, por último, que advirtieran en mí unas proporciones extraordinarias, que comentaran que era algo digno de verse, de tocarse, y que era muy necesario hacer un molde con mi cuerpo para perpetuar mi memoria y servir de admiración a las generaciones sucesivas. Pero que se les ocurriera a última hora hacerme ese molde cuando ya estaba partido por la mitad, bien cocinado y en sazón, y a punto de ser destrozado en varias partes por el plato de rigor..., y con la boca abierta, que parece que me he muerto a carcajadas o que me he partido de la risa, me parece por completo impresentable y pienso elevar la queja más enérgica a quien corresponda. Pero seriamente, ¿eh? Muy en serio.

Monumento al cochinillo, en Arévalo (Ávila, Castilla y León, España)
Abril, 2007 ----- Nikon d100

martes, 23 de abril de 2019

MI PALABRERÍO CANALLA (45)

ECLECTICISMO: doctrina conciliatoria y racional en extremo que opina que todo sistema posee ideas aprovechables, por lo que lo ideal sería que juntándolas se obtuviera un edificio teórico de gran solidez; parece muy bonito, hasta que se empieza a decidir cuáles son esas ideas aprovechables.
ECOLOGISMO: Heteróclito conjunto de ideas negativas (es decir, que luchan contra algo ya existente, sin proponer nada nuevo), que en los últimos tiempos han venido aspirando a convertirse en la ideología progresista que sustituya a otros progresismos periclitados o desprestigiados, consiguiéndolo. Lo cual da una idea de por dónde andan hoy los tiros.
EDITOR: Modalidad de empresario-sanguijuela que pretende investirse de la presunta respetabilidad que otorgan los libros para desarrollar su ocupación lucrativa y explotadora sin demasiados conflictos reivindicativos o sindicales. También caben excepciones entusiastas, enamoradizas y muy minoritarias
EDUCACIÓN: Residuo resultante de la natural evaporación de los conocimientos y valores ingeridos obligatoriamente a través de la enseñanza (los unos) y recibidos aleatoriamente a través de los familiares y personas cercanas (los otros)
EGIPCIOS: Integrantes de una de las civilizaciones más sorprendentes, fascinantes  y estólidas, que lo basaban casi todo en la religión, en pensar cómo pasar la no-vida después de la muerte, en vez de preocuparse de vivir la que les correspondía. Si sobrevivieron a lo largo de centenares de años casi sin cambios reseñables es porque se hallaban flanqueados de desiertos y mares; que si no, habrían durado lo que un puñado de monjes frente una horda de asirios.
EGOÍSMO: Tendencia natural a satisfacer los propios impulsos y las propias  necesidades antes que las de los demás. Si bien en esencia son iguales, vistos desde fuera se pueden diferenciar dos tipos: el sincero y el enmascarado de bondad altruista. Sólo este último cuenta con el refrendo social.
EGOTISMO: Contumacia exasperante en hablar de uno mismo a los demás, lo cual genera un conflicto insalvable ante la necesidad de cada uno de los demás en ejercer su propio egotismo con los restantes demás; y así sucesivamente.
EJECUCIÓN: Aclaración pública y ejemplar de quién es el que manda realmente en un Estado. Ha ido dulcificando sus métodos y logrando mayor eficacia, pero sigue siendo lo que siempre ha sido. Últimamente se ha reducido mucho su presencia, porque se piensa que matar al reo sólo fastidia un poco y dura un instante, mientras que la cárcel sí que dura y reconcome y fastidia una enormidad.
EJÉRCITO: Agrupación de individuos armados que, cuando se aburren en períodos de inactividad, chantajean a los gobiernos para poder sentirse útiles en alguna guerra o estado de excepción. Amenazan con que si no se les da lo que exigen, tomarán ellos las riendas de la política, lo cual sería una catástrofe aún peor, sobre todo para los políticos en ejercicio.
ELECCIÓN: 1. Acto mediante el cual de entre varias posibilidades (personas, situaciones, opciones, etc.) escogemos una, sin que quepa ningún medio para saber qué hubiera ocurrido si la elección hubiese sido otra. La elección es la materia esencial de la vida, y el misterio que generan los futuribles alternativos alimenta de continuo el pesar de nuestras conciencias. ¡Oh, qué terrible! ¡Oh, qué maravilloso! 2. En plural, comicios: entelequias que los de siempre han ideado para crear la ilusión periódica de que los demás decidimos algo en política y/o economía

Del libro inédito Palabrerío canalla1999

jueves, 11 de abril de 2019

ANCIANIDAD EXPECTANTE


El viejo ha notado la brisa fresca de la mañana y se ha decidido a salir de la residencia donde pasará el último tramo que le resta de vida. Ha paseado un poco por el centro, con un ritmo cansino, despreocupado, sin prisa, porque no la tiene. Ahora, lo que le sobra es tiempo. Tiempo y recuerdos, que moldea a su gusto, porque el cerebro debe ayudarlo a vivir y no a castigarlo con la conciencia de una vida que unos podrían tachar de inútil o perdida, demasiado entregada a los demás, sobre todo a unos demás que ahora no miran por él. El viejo recorre la ciudad por las partes más bulliciosas, pero siempre acaba en una pequeña plazoleta interior de una manzana de edificios. Allí se sienta siempre a una hora en que no hay demasiado ruido porque los críos aún están en la escuela. Hay silencio y hay soledad. Justo los ingredientes que ahora son su temática más recurrente. ¿Qué le queda? La paciencia, la experiencia que le permite valorar las pequeñas cosas, y saber que sólo lo que construya día a día será tu tesoro vital, su alimento diario hasta que el final sobrevenga, más pronto que tarde. El viejo, al final de la caminata, se sentirá un poco más viejo, pues cuando uno piensa en exceso en sí mismo, vive más aprisa, lo que no quiere decir que viva más, ni mucho menos. Su realismo le impide hacerse idílicas ilusiones de mejora, pero tampoco le proporcionará duros desengaños para cuya defensa cada vez se tienen menos recursos. Sentado en su banco de frío metal pintado de blanco, destaca sobre el entorno por sus vestimentas oscuras pero elegantes. Dentro de poco, se levantará y deshará el camino andado de vuelta al único sitio que le queda, la residencia donde ha aprendido que las palabras "hogar" y "esperanza" puede cambiar radicalmente de significado y también de sentido.

Robado en Lisboa (Portugal)
Abril, 2009 ----- Nikon D100

miércoles, 10 de abril de 2019

LAS PREGUNTAS DE GREGORY STOCK (26)

Pregunta 48

Si pudiera optar por cualquier persona del mundo, ¿a quién querría invitar a cenar? ¿A quién desearía como amigo íntimo? ¿Y como pareja?

Una cena es algo muy hermoso, pero no supone una sensación única o un planteamiento rígido o previsible, sino que puede presentar connotaciones de muy diversa índole. Una cena puede ser un preámbulo para una noche de amor o de sexo o de ambas cosas a la vez. También puede ser una forma de intercambiar noticias, narrar un poco cómo ha discurrido la vida de uno en los últimos tiempos, ponerse al día en información personal y actualizar los sentimientos amistosos, que no deben ser desdeñados en absoluto, por mucha pareja de que se disponga. Por otro lado, también puede ser un modo de charlar hasta el infinito de la vida, del amor, de la muerte y de la literatura y del cine y del universo y de los recuerdos compartidos y de tantas y tantas cosas. Como se ve, una cena puede cobrar muchas formas y adquirir significados muy distintos dependiendo de quién, de cuándo, de cómo y de por qué.

Tendría dificultades para responder a la primera. En principio, me daría igual que fuera cualquiera de las posibilidades que apunto, aunque si se optara por una modalidad que implicara recuerdos o transcurso en común, preferiría que fuese alguien que sea amigo mío, independiente del sexo que ostente. En el primer caso, para una velada de amor y sexo, tendría que ser alguien de quien pudiera estar enamorado y eso reduciría mucho las candidatas, sobre todo porque no las conozco y tal vez me resultara complicado distinguirlas entre el universo femenino mundial. Para una velada inteligente que terminara en sexo, es probable que eligiera a Charo López, que ha sido una de las mujeres que más han excitado mi sensualidad en la pantalla. Si se tratase de hablar sobre todo lo divino y lo humano sin entrar en honduras físicas, me pondría en graves dificultades tener que elegir entre muchos candidatos, la mayoría literatos (Vicent, Monterroso, Ana María Matute, entre los vivos; entre los muertos, la tarea sería verdaderamente ardua, pero Yourcenar, Rilke, Zweig, Borges o Voltaire, entre otros muchos, serían claros finalistas. De entre mis amigos profundos, con los que el acto gastronómico de cenar y beber se aleara con una conversación exquisita y prolongada, escogería a algunos y algunas que yo me sé, aunque me quedaría la duda si de forma individual o de forma colectiva. Duda que se resolvería por la primera opción, casi con toda seguridad.

Por lo que respecta a las dos últimas cuestiones, más dudas. Sobre la intimidad que puede procurar la amistad, tengo mis dudas sobre si se puede escoger a alguien para tal “ocupación”. Más bien creo que tal circunstancia va surgiendo, precisamente sin haberse planificado, como una lenta e imperceptible marea que no captas visualmente pero que poco a poco lo va anegando todo. Pero si chasqueando los dedos pudiera lograrse dicha circunstancia y, a la vez, incrustar en mi memoria la dosis de cariño y recuerdos compartidos que son inherentes a toda amistad íntima, me decantaría por cualquiera de los que apuntaba para poder hablar de cualquier cosa (Vicent, Matute, etc.), pues, a fin de cuentas, ¿qué es la amistad sino compartición de tiempo y palabra, sobre todo de palabra? Y como pareja, no tendría ni pajolera idea ni de cuándo, ni de quién.

Pd/ Los textos que responden a las cuestiones formuladas en El libro de las preguntas de Gregory Stock, fueron elaborados entre 1998 y 1999

lunes, 8 de abril de 2019

EL CÍNICO QUE NO SABÍA QUE LO ERA


Nos dirigíamos hacia la parte más meridional de las Rías Bajas. Era una carretera comarcal con poco tráfico. Hacía un calor agobiante, húmedo, pegajoso. Era la hora de comer, más o menos. Cuando pasamos, no pudimos menos de detenernos unos cientos de metros más allá. En pleno agosto, se encontraba un gaitero sentado en el pretil discontinuo de una carretera como ésa, por donde apenas circulaba nadie. Y, sí, estaba tocando su gaita; y lo hacía muy bien, además. En un principio, pensamos que simplemente ensayaba, pero mi acompañante se percató de que el estuche del instrumento estaba ante él, abierto, en clara disposición de recibir alguna moneda. Lo que no teníamos tan claro era de quién. Por eso, nos quedamos un rato mirándolo sin decir nada, pero con la cara del sorprendido que a la vez interroga buscando explicación. El hombre soplaba cada poco, y de vez en cuando nos miraba, y alguna vez hasta sonreía. Cuando no pudimos más, le preguntamos si no pensaba que aquel era un mal sitio para hacer negocio con su arte. Respondió que no, que era excelente. "¿Para qué?", inquirimos. "Es un buen ejercicio para el fracaso diario". La respuesta nos dejó atónitos, pero me retrotrajo a los tiempos del instituto y a los breves pero intensos estudios de griego. "¿Así que es usted un cínico renovado, eh?", planteé. Nunca lo dijera. Dejó de soplar, nos miró furibundo, comenzó a insultarnos y a despotricar de mala manera, mientras agitaba las manos amenazadoras. Desalentados y confundidos, optamos por irnos. El resto del viaje no dejamos de pensar en el gaitero que se ejercitaba en fracasar, que no había leído a Diógenes Laercio, ni sabía quién era el otro Diógenes a quien aquél se refiere. Concluimos que el ser humano puede llegar a determinadas conclusiones por sí solo, pero que la incultura es muy mala consejera y peor educadora.

En el faro de Finisterre (La Coruña, Galicia, España)
Julio, 2003 ----- Minolta dImage 5

lunes, 1 de abril de 2019

LAS INGENUAS EXPECTATIVAS DE LA ENTREVISTA DE ÉVOLE AL PAPA

A ver, centrémonos. ¿Quién es el Papa? Un varón jesuita argentino, de avanzada edad, ascendido al máximo escalón de poder, mediante elección directa del cónclave sobrevenido tras la inusual abdicación de su antecesor, Benedicto XVI. ¿Qué es el Papa? Según la organización religiosa que dirige, es el representante de Cristo en la Tierra, o sea, su portavoz, es decir, el líder religioso absoluto del catolicismo, el más seguido de las múltiples variantes de cristianismo. A mayores, es el soberano o máximo mandatario político del minúsculo estado del Vaticano, el más pequeño del mundo, con un kilómetro cuadrado de extensión, y apenas 1000 habitantes. Dicho estado es una teocracia o monarquía absoluta, curiosamente electiva, en la que la totalidad de los altos cargos (obispos, arzobispos y cardenales) son varones. ¿Cuáles son sus poderes? Dentro del Vaticano, todos. Fuera de él, en teoría ninguno, aunque cuenta con la ascendencia de ser el líder espiritual del más numeroso sector del cristianismo, que profesan muchísimos fieles en todo el mundo (casi 1300 millones, según las últimas estadísticas). ¿Cuál es su perfil personal/profesional? Más progresista o aperturista que los dos últimos papas, de lo que ha dado muestra con varios gestos en ese sentido, aunque con muchos peros en varios asuntos controvertidos, lo que suscita a su vez otros interrogantes.

Sigamos centrándonos y concentrándonos en ciertas expresiones que aclararán algo el asunto.
  1. “Varón jesuita”
  2. “Líder religioso absoluto”
  3. “Jefe de Estado”
  4. “Teocracia”
  5. “Monarquía absoluta electiva”
  6. “Poderes absolutos”
  7. “Jerarquía exclusivamente masculina”
  8. “Ascendencia y predicamento sobre cientos de millones de fieles”
  9. “Progresista o aperturista”


A estos conceptos, hay que añadir varios datos objetivos que aquí no analizaremos, para que el tema no se escape por donde no debe.
  1. Escándalos de tipo bancario y financiero
  2. Escándalos de connivencia con dictaduras o totalitarismos
  3. Escándalos de abusos sexuales, conocidos, pero encubiertos
  4. Irracionalismo propio de cualquier religión en determinados asuntos sociales (cuestión de género, sexualidad o aborto)
  5. Capacidad de influencia enorme a través de los medios y de los púlpitos
  6. Conservadurismo ancestral, aparcado sólo en un par de ocasiones.


Y además de todo lo antedicho, conviene no perder de vista que el Estado Vaticano hoy tiene reducidísimo su territorio, en comparación con lo que fue, pero no hay que olvidar que es el más antiguo de la Tierra, con más de 1500 años de vigencia, y que no se sobrevive tanto tiempo y en circunstancias tan distintas y a menudo adversas, adoleciendo de honestidad, coherencia doctrinal, compasión y empatía.

Y, con todos estos datos presentes, que se olvidan a menudo, ¿se podían mantener las expectativas que los cándidos manifestaron sobre la entrevista del admirable Jordi Évole? ¿O se justifican sobradamente las ambigüedades, los oscurantismos, las desviaciones de tema de que hizo gala el soberano cuando el osado periodista de Salvados planteó las preguntas incómodas? ¿O qué esperábamos?

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