Los árboles gritan cuando los hieren, pero no los escuchamos. La mayoría de las veces, ni siquiera los oímos. Casi siempre, aceptan pasivos la suerte a que les aboca su inmovilidad. Otras, en cambio, amenazan desesperados con sus ramas como garras.
Plátanos podados en Coca (Segovia, Castilla y León, España)
Marzo, 2007 ----- Nikon D100
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