En la plaza había mucha gente. Era un día de fiesta, y las
palomas se aprovechaban de ello. La actividad favorita de los padres en ese
momento era darle unas monedas a los niños para que compraran alimento para los
roedores alados que inundaban el lugar. Así se los quitaban un rato de encima,
y podían departir con otros padres en iguales circunstancias.
Pero de pronto, un perro sin correa se abalanzó sobre las
aves, dispersándolas de inmediato, y provocando un desconcierto general. En
algunos, incluso estupor y enfado. Pero el niño de la imagen salió aterrorizado de donde
se encontraba y corrió a refugiarse con su madre, que lo aupó en brazos
y lo cubrió de besos durante un buen rato, tratando de calmarlo con palabras
suaves. Aun así, como se reflejaba bien en su cara, al crío no se le pasaba el
susto. No se sabe bien si por la avasalladora incursión de aquel bóxer incontrolado, si
porque todavía no comprendía bien lo sucedido, o porque el regazo con los mimos
de su joven y bella madre eran el mejor lugar donde encontrarse esos instantes.
Lo cierto es que más de uno habríamos refrendado la tercera opción con el mayor
de los consensos, y a continuación nos habríamos cambiado por el chico sin
dudarlo ni un click.
Robado en Plaza Cataluña
(Barcelona, Cataluña, España)
Abril, 2006 -----
Nikon D100
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