Sí, es verdad. Algunos son sucios, malolientes,
barriobajeros, desnortados. Algunos, incluso rozan la delincuencia, si no la
han experimentado ya. Pero la mayoría son gente tan normal como cualquiera de
los hijos de cualquiera, sólo que, durante un tiempo, unos años, acaso una
temporada mientras comparten pareja de similares gustos o aficiones, les da por
ahí, por emborronar paredes con pintadas diversas, de gusto dudoso y
reivindicaciones groseras las más de las veces. Es cierto.
Pero del mismo modo, hemos de reconocer que algunos de estos
pinta-paredes son artistas de una capacidad fuera de lo común, y que han optado
por esa expresión artística, de igual modo a quienes optan por la danza y otros
por el teatro o por un instrumento musical. Son gente que cree y que crea, y sus
pintadas en las paredes son su medio de expresión, por el que hacen brotar sus
pulsiones. Y a fe que algunos de ellos logran dejarnos con la boca abierta. No
son muy conocidos, y es un arte callejero de efímera vida y a veces peligrosa
supervivencia. Con todo, Keit Haring y Basquiat empezaron con menos. Nada más
hay que fijarse en la tranquilidad de esa rana abstraída, y en la artera
aproximación de la serpiente que la ha elegido como bocado de aperitivo, y darse
cuenta de que ahí hay un relato, con un suspense bien preparado que cada uno
puede resolver como guste. Pero el fulano que figura casi mimetizado con sus
bastidores negros no es el autor de semejante maravilla. Eso, seguro.
Robado en Málaga
(Andalucía, España)
Enero 2017 ----- Nikon D500
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