Yo, desde poco después de 1986, y tras algunas traiciones
del partido al que votaba entonces, he venido votando en blanco casi sin
interrupción desde entonces a acá. Pero eso ahora no viene mucho al caso. Ya expliqué
en otro momento, porqués, quiénes, cómos. Sin embargo, la lectura de una novela
de José Saramago, me ha vuelto a sacar el tema del magín.
Se trata de Ensayo
sobre la lucidez, que como ya sucediera con la anterior Ensayo sobre la ceguera, no tiene nada
que ver con una estructura ensayística, sino que se trata de una novela. No se
trata de una obra al uso, por cuanto el escritor portugués utiliza un sistema
de diálogos incrustados en la narración, separados por comas y mayúsculas, muy
particular que, pese a todo, no dificulta su lectura más que al neófito o al
lector de best-sellers o premios planetas.
Hay muchas cosas de interesantes en esta obra, pero lo más
sorprendente es el punto de partida inicial, el que da inicio a la trama: una
hipótesis. ¿Qué sucedería cuando la capital de un país, en unas elecciones
generales, vota en blanco mayoritariamente (algo más el 80 % de la población)?
No desvelaré la trama, que me parece mucho más absorbente de lo que cabría
esperar para los exiguos acontecimientos que se narran. Me quedo con la idea.
¿Qué supondría votar en blanco de forma masiva? En primer
lugar, la evidencia de que ninguno de los candidatos cuenta con el aval de la
inmensa mayoría de la ciudadanía. En segundo lugar, la conciencia de que el
voto es útil, por cuanto mide la opinión política o ideológica de una población;
y en el caso que nos ocupa, lo que vendría a decir es que ninguno de los
candidatos resulta creíble en sus propuestas, además de quererse castigar al
partido anterior, que resulta criticado con neta claridad, justo de la forma
que más le duele a un político, o sea, no dejándole estar donde tan a gusto se
halla. En tercer lugar, que no se cuestiona el sistema democrático, sino a
aquellos que han hecho uso aprovechado, corrupto o personalista de él (al
contrario de lo que la gente piensa, si se vota nulo o no se vota, parece que se haga lo mismo, pero no,
porque ahí sí que se critica al sistema, o se pasa directamente de él. En
cuarto lugar, que se puede hacer un corte de mangas masivo a los gobernantes,
sin levantar la voz ni generar violencias.
Lo que los dirigentes políticos del país dedujeran a partir
de los resultados obtenidos, dependería de varios factores. Teniendo en cuenta
la inteligencia y el sentido común de la mayoría de ellos, no sería de extrañar
que sucediera como en la novela, donde se intenta buscar la conspiración que ha
producido tal resultado, y se establezca el estado de excepción, o de sitio. Pero,
sólo por ver lo que sucedería en la realidad, bien valdría probar la
experiencia. Por el momento, nos debemos conformar con leer la ficción que ha
imaginado el escritor portugués. Y, después, extraer oportunas reflexiones que
nos demuestren que después de haber leído el libro somos distintos de como
éramos antes de comenzarlo.
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