Antes de Navidades tuvo lugar una efeméride de carácter
estadístico, que sólo a mí atañe, pero que tengo interés en publicitar, pues
comentaré algo al respecto. El dato concreto y seco es éste: en mi galería de
Flickr llegué a mi fotografía 4.000. Es decir que desde 2007, que fue cuando me
uní a esta macroplataforma de imágenes, hasta ahora, unos nueve años y pico
después, he colgado esa cantidad de fotografías. Con la paciencia y la
constancia que me son propias, con la regular irregularidad que caracteriza a
este tipo de proyectos. Pero, sí. Cuatro mil fotografías. Se dice (o se escribe)
en un santiamén. Sin embargo, han sido necesarios todos esos días, todos esos
meses, para que se pueda comentar el dato sin riesgo a mentir.
Evidentemente, cuando uno se mete en una empresa de este
tipo, uno no se pone una meta con un número. Al menos, no en mi caso. Ese
proyecto busca luchar contra mi tendencia habitual a la vagancia (y aunque esto
haga reír a quien me conozca bien, es así, y sé muy bien de lo que hablo).
Decía que uno no se ponía metas de número, pero sí de método. La idea era colgar
dos fotos diarias e ir alternando en la medida de lo posible los diez temas
fotográficos que me caracterizan. Pero enseguida se nota que el plan no ha
resultado con la exactitud que uno lo definió hace años. Si se mira bien, salen
unos 3.400 días, lo que habría supuesto casi 7.000 fotografías, de haber sido
riguroso con la tarea (no entro en las causas por las que muchos días no llego
a cumplir el plan: nos sacaría del tema ahora mismo). De modo que se comprueba
con facilidad que una cosa es planificar, y otra cosechar.
Con todo, el número impresiona. Cuatro mil. Más de una foto
diaria de media. Da para interpretaciones muy curiosas o truculentas. Un
ejemplo: suponiendo que sólo un diez por ciento de ellas fueran imágenes
realmente buenas, únicas, excepcionales, tendría 400 fotos que incorporar a un
porfolio y poder pedir que me erigieran bustos y me concedieran galardones
oficiales por los ayuntamientos de España y del orbe. Pero, no. No hay fotos sobresalientes
en mi galería. No hay fotos “de autor”, cuya contemplación señalara
automáticamente a su autor sin asomo alguno de duda. Mis fotos son buenas
técnicamente. Son muy agradables visualmente. Son correctas tanto en su
composición como en su edición. Pero no son fotos originales. No señalan a su
autor como un creador neto, ni un revolucionario de la imagen, ni un pionero
que abra caminos que otros desarrollarán. Hace quince o veinte años, afirmar
esto me habría abocado a un gran disgusto, a una sincera desesperación. Hoy,
no. Hoy sólo constato la evidencia. Será la madurez, supongo.
Y, sí, constato la evidencia negativa, pero también certifico
la alegría que la actividad fotográfica instila en mi vida, las relaciones sociales
que me ha posibilitado, la satisfacción de haber comprendido ciertas reglas que
antes se me escapaban, el orgullo de comprobar la apreciable mejora de la
calidad de mis obras, y, sobre todo, el incalculable beneficio que como motor
de vida tiene este proyecto en mi existencia. Sin la fotografía, mi vida sería
más pobre, más plana, más previsible, menos estimulante, y también -sí, por qué
no decirlo- menos interesante a todos los niveles.
Las fiestas navideñas pospusieron la efeméride, pero hoy le
pondré una vela a un pastel de milhojas, la encenderé, cerraré los ojos,
pensaré un deseo que tenga que ver con ello, soplaré, sonreiré y luego me lo
comeré con tranquilidad, mientras pienso en cuáles serán las dos fotos que
pondré hoy.
1 comentario:
Maravilloso tesoro, cuatro mil fotografías!! increíble haber conseguido llegar a esa cantidad y con ese nivel de calidad, te felicito. Enhorabuena!
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