Cualquier niño lo ha intentado alguna vez. Los animales los
fascinan, y los más asequibles y cercanos, además de las mascotas familiares
(perros, gatos, hámsters, periquitos o canarios) son las palomas de los
parques. Los demás son o muy grandes o muy huidizos. Pero las palomas, a poco
que se les proporcione alimento, acuden sin dudarlo en rededor de uno. Y es lo
que debió dar pie al plan de la chiquilla de la foto. Bien provista de un
paquete de alpiste, que en la misma Plaza Cataluña barcelonesa venden en varios
puestos, fue desgranando alimento hasta que cientos de aves se
fueron arracimando en torno suyo. No tiene dificultad alguna. Estos espectáculos
son comunes en muchas plazas, pero en las de las ciudades grandes el número
puede llegar a ser considerable, y a verse imágenes en las que los animales,
confianzudos y acostumbrados a los humanos, llegan incluso a subirse a la mano y hasta el cuerpo de
quienes les da de comer. Muchos viejos van a diario a determinados puntos de la
geografía urbana, a realizar su cotidiana labor de proporcionar alimento a los
que probablemente sean los únicos amigos seguros que posean. Los niños también
son protagonistas activos, como se puede ver en la fotografía que ilustra esta
entrada, y sus evoluciones sólo intentan alcanzar al animal, y conocer su
verdadera naturaleza. La cara de esta niña y sus gestos nada hacían prever que
sus intenciones no fueran tan sólo alimenticias y altruistas. Como su hermana,
que no aparece en la imagen, parecía una niña dulce. Pero albergaba otras
intenciones, quién sabe si aviesas y crueles, o sólo fruto de la curiosidad de
una niña de su edad, que acaso no comprenda cómo son esos animales que tantas
veces tiene al alcance de la mano, sin saber siquiera cómo es el tacto de su
plumaje. Es posible que ese sábado se decidiera a saberlo sin haber explicado
su plan a nadie, como una forma de sorpresa que acaso la incluyera a ella, que
tal vez lo decidió todo en el último momento, viendo la ingente cantidad de ejemplares
que la rodearon en un santiamén, nada más que vació el cartoncito del alpiste. En
ese momento, se fue agachando con lentitud, hasta que una de las palomas que
andaban a su vera fue la elegida, y a la que echó mano con una decisión que me
impactó por su seguridad. Pues no anduvo tanteando una y otra vez, a ver cuál
pillaba, sino que eligió una, y ésa fue la que acabó inmovilizada contra el
suelo, bajo su mano firme. La escena, que contemplé de lejos, captó toda mi
atención y le tiré una ráfaga de una docena de fotos, pero no llegué a saber el
desenlace de la captura: aguardaba un autobús, y su partida no admitía más
demora. Mientras nos dirigíamos a la otra punta de la ciudad, fui pensando
obsesivamente sobre qué habría sucedido a continuación. Pensé de todo y varias
posibilidades se fueron sucediendo en mi imaginación, una tras otra. ¿Por qué
se acabaría imponiendo la que auguraba lo peor?
Robado en la Plaza Cataluña
(Barcelona, Cataluña, España)
Enero, 2016 -----
Panasonic Lumix G6
1 comentario:
Me encanta esta foto con todo desaturado y la niña ahí, protagonista absoluta y acaparando toda la atención por su color y su gesto. Enhorabuena!
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