A veces, sólo hace falta bordear un día por el lado
cotidiano, coger el coche, recorrer unos kilómetros, y, de repente, el mismo
atardecer parece distinto, y sus colores nos transmiten algo que donde
estábamos no íbamos a captar. A veces, únicamente es preciso cambiar el punto
de vista, movernos a un lado, mirar en otra dirección, cambiar el decorado. Hay
que tener ganas, fuerza de voluntad y una permanente vigilancia ante la más
mínima señal de monotonía. En muchas ocasiones, el gasto y el esfuerzo serán
simbólicos. Ésas serán las que mejor recordemos. Aquellas que nos permitan
seguir creyendo -con razón o sin ella- que seguimos siendo seres vivos
conscientes, que pensamos, sentimos, y vivimos por propio deseo voluntario, no
por imperativo biológico.
Iglesia de Ntra. Sra.
de los Dolores, en Barro (Niembro, Asturias, España)
Octubre, 2014 -----
Panasonic Lumix G6
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