La pregunta que debería plantear este chapucero montaje, no debería ser cuál de los críos está disfrutando más, pues ese asunto es cosa subjetiva, y es muy probable que tal dilema no se solventase jamás: cada uno daría muy buenas razones para explicar que su juego es mucho más interesante y divertido que el del otro. No. La pregunta que debería suscita ver ambas imágenes -tan torticeramente enlazadas- es qué ventajas e inconvenientes tiene cada modo de enfocar el divertimento propio de cada niño. O, dicho de otro modo: si el aprendizaje a través del juego es esencial en la educación infantil, ¿hay modos y maneras más eficaces, más naturales, más "humanos"? Temo que al formular la pregunta ya se le vea el plumero a quien la plantea, que tiene una idea muy clara de cuál de los modelos posee sus complacencias. Y es que uno aún recuerda los esfuerzos y tesones con los que logró hace muchos, muchos años su primer yo-yo "profesional", y lo que hizo con él durante varios meses. También recuerda uno la excitación con la que jugó muchas, muchas horas con sus primeros juegos de ordenador, y "gratis". Claro que esto último fue ya de mayor, y la cosa no admite comparación posible. Ni debate razonable, por supuesto, ya que siempre habrá razones en uno u otro bando para justificar la validez de su propuesta. Lo que no admite discusión es que casi todo juego vale, bien supervisado por los adultos en duración e intensidad, y siempre que tanto mayores como pequeños puedan compartirlo jugando juntos.
Robados en Nájera (La Rioja, España)
Abril, 2017 ----- Nikon D500
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