miércoles, 14 de marzo de 2018

SIESTA EN EL CASTILLO DEL LOIRA


A ver, el título puede que induzca a la maledicencia, pero ésa fue la realidad. Tal vez debamos contextualizarla, para poder comprender mejor su significado. Veamos.

Verano. Jardines del Chateau du Chenonceau, en la riviera del Loira. Uno de los castillos-palacio en las márgenes de este río, que dan justa fama al recorrido que muchos realizan conjuntamente o por partes. Es uno de los más bellos, sobre el agua, como un cortinaje que corta la corriente. Pero es julio. Sobre las cuatro de la tarde. Con un calor mediterráneo y extenuante. Con la digestión aplacando los ritmos. Con la sobrecarga de belleza inundando el cerebro. Con el cansancio acumulado de los días de viaje. Con poca sombra en los alrededores. Con mucho sueño acaparándolo todo. Y, de repente, se halla un trocito de sombra para albergar cabeza y cuerpo. Demasiado tentador. La dureza del lecho será lo de menos. El descanso reparador demostrará lo acertado de la elección. Pese a la postura. Pese a la falta de higiene. Pese a las miradas ajenas. Pese a todo.

Castillo de Chenonceau (Centre-Val-de-la-Loire, Francia)
Julio, 2012 ----- Panasonic Lumix G6 

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