La foca de resina y silicona mira al niño, mientras sostiene
el mundo sobre su cabeza. El crío, ajeno a cuanto sucede a su alrededor, se
inicia en las leyes de la inercia y de la gravedad sobre una moto de juguete,
adaptada a su tamaño. Puede que ese mundo, después de unos años de duro
entrenamiento y sacrificios familiares, lo aclame un día al subir a un podio,
rodeado de chicas estupendas, políticos oportunistas y avispados empresarios. La
foca piensa en eso, mientras sigue haciendo girar la bola sobre su cabeza. Pero
al niño nada de esos futuribles le interesan lo más mínimo, pues se dirige hacia
el estanque, donde convertirá a sus amigos los patos en enemigos una vez más. Hacia
ellos se dirige a toda velocidad; la misma que, cuando llegue hasta ellos,
imprimirá para intentar atropellarlos sin descanso.
En el Parque de Ferrera de Avilés (Asturias, España)
Noviembre, 2009 ----- Nikon D300
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