Las flores y la primavera suelen ir a la par. No en todas las especies, por supuesto, pero sí en la mayoría. Contemplar las variaciones cromáticas que se nos muestran en los campos es una señal de que la vida resurge, de que seguimos vivos, tras la muerte aparente del invierno. Todo revive, sí. Las flores nos engañan de ese modo, mostrándonos sus mejores galas. Pero es porque ellas son nuevas, recién nacidas. Nosotros, no. Nosotros somos otra estación más viejos. Pero todo el mundo sabe que a los viejos nos gustan las mentiras. Y al ser humano -en general- también-. Bienvenidas sean, pues las mentiras que nos impulsan a proseguir.
En un jardín de Mojácar (Almería, Andalucía, España)
Marzo, 2016 ----- Panasonic Lumix G6
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