En ocasiones, el milagro se produce en medio de la barahúnda de vorágines ruidosas, olfativas, molestas. A veces, es tan sencillo como desconectar en medio de todo, y dejar que el rumor de una fuente se erija como directora de las sensaciones que nuestro cuerpo alberga. Una fuente, con su monodia monocorde y monótona, puede obrar el prodigio. El de la desconexión, el del traslado a otro momento, al mismo lugar pero hace tiempo, a otra realidad real o inventada que nos saque del marasmo del presente. El agua, omnipresente en el planeta. Tan maltratada, tan poco entendida. Tan habitual que nos desaparece de la vista, de tan común como nos resulta. Tan necesaria y tan diferente de todo cuanto somos. Tan rumorosa, tan conectiva, tan vivificante. Tan llena de magia, tan llena de vida.
Fuente del claustro de la Catedral de Barcelona (Cataluña, España)
Enero, 2016 ----- Panasonic Lumix G6
No hay comentarios:
Publicar un comentario