En la noche cerrada, mientras todos caminan por sus respectivos sueños, el reloj de la iglesia despierta cada cuarto de hora a las almas insomnes que nos hallamos alrededor. Su espacio anaranjado por los faroles de la calle se yergue como el centro de un mundo cerrado, que domina con naturalidad, que nadie discute. Las aves y los perros duermen y las campanadas secas, profundas, vibrantes, no les preocupan, pues las han incorporado a su rutina nocturna. Pero a quienes tienen problemas en conciliar el sueño, sí. A quienes tienen problemas de conciencia, también, así como a quienes se arrepienten de algo grave, o anhelan algo con gran fervor. Yo estoy entre ellos. Soy insomne, soy un traidor, acabo de matar a alguien, espero inútilmente la absolución.
Iglesia de San Nicolás de Bari, en Molinaseca (León, Castilla y León, España)
Diciembre, 2005 ----- Nikon d100
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