-Poned las manos ahí. Sí, juntas, unas al lado de las otras, pero intentando que cada una tenga su propia dirección, como si fueran algo individual. Sois dos personas distintas, pero vuestras manos también lo son, por su parte. Buscad una figura que componer con ellas. Que resalten vuestras diferencias. Sí, que se vea también algo de lo que lleváis en las muñecas. Así, muy bien. (Tras las protestas iniciales, la foto se acaba componiendo, tan sólo con dos disparos)
Las manos, con los ojos, son espejos del alma. Bien por separado, o cuando se juntan. Cuando las manos son individuales, los rasgos personales, los abalorios que las acompañan, el cuidado y limpieza de sus distintas partes, todo, en su conjunto, delatan a la persona que las poseen. Cabría destacar las enormes diferencias que las caracterizan: las diversas formas de enfocar la vida, las diferentes prioridades que asumen, las muy desiguales estéticas, sus incomparables caracteres, los probablemente opuestos destinos que les aguardan. A su vez, emerge desde el fondo de la imagen una sinceridad tan demoledora como insultante, una pureza a prueba de adultos, una amistad insobornable hasta el momento y una franqueza en la mirada con que ambas jóvenes rivalizan en este mundo, tan absoluta, tan tremenda, que a los adultos sólo nos queda franquear el paso, descubrirnos, admirar y, a algunos, recordar.
Las manos, con los ojos, son espejos del alma. Bien por separado, o cuando se juntan. Cuando las manos son individuales, los rasgos personales, los abalorios que las acompañan, el cuidado y limpieza de sus distintas partes, todo, en su conjunto, delatan a la persona que las poseen. Cabría destacar las enormes diferencias que las caracterizan: las diversas formas de enfocar la vida, las diferentes prioridades que asumen, las muy desiguales estéticas, sus incomparables caracteres, los probablemente opuestos destinos que les aguardan. A su vez, emerge desde el fondo de la imagen una sinceridad tan demoledora como insultante, una pureza a prueba de adultos, una amistad insobornable hasta el momento y una franqueza en la mirada con que ambas jóvenes rivalizan en este mundo, tan absoluta, tan tremenda, que a los adultos sólo nos queda franquear el paso, descubrirnos, admirar y, a algunos, recordar.