viernes, 5 de mayo de 2017

MEZCOLANZAS ARTÍSTICAS


Cuando visito monumentos con mis alumnos en excursiones prácticas de Hª del Arte, aparece siempre una queja concreta en alguno de ellos (de ellas, debería decir, pues suelen ser mayoría en esa materia). A algunas de las más conspicuas alumnas, decía, les molesta que en esos monumentos, sobre todo en las catedrales, no se pueda apreciar la pureza de un estilo, sino que se vean reunidos varios de ellos, no necesariamente compatibles. Les gustaría que cuando se visite una catedral gótica, toda ella manifieste los rasgos de ese estilo; y si se trata de una iglesia románica (o prerrománica asturiana, más concretamente en estos pagos), la totalidad de su fábrica correspondiera a la época de su construcción. Cuando brota dicha queja, yo siempre sonrío. Me recuerdan a mí cuando tenía su edad. Como me acuerdo bien, les digo que las comprendo perfectamente. Pero que han de aprender algunas cosas para paladear una obra de arte con más beneficio que enfado. Cosas que a mí me costó aprender, pero que no siempre me enseñaron, como intento ahora yo.

Les digo que la esencia de la demanda es correcta, y que nada sería más interesante que poder ver catedrales góticas puras, palacios renacentistas puros, templos románicos puros, e incluso anfiteatros romanos puros. Pero que ello no es posible porque, en primer lugar, dichas construcciones se encuentran muy lejanos en el tiempo y resulta inevitable que, dado que se han podido conservar, resulten transformadas por el tiempo. Y, en segundo lugar, las obras antiguas de cierta envergadura no se construían en uno o dos años, como algunos rascacielos en la actualidad, sino que eran obra de décadas e incluso siglos. En todo ese tiempo, los años fueron variando los gustos estéticos y las necesidades materiales de cada generación que debía hacerse cargo de la continuidad y/o conclusión de la obra en sí. Cuando les explico esto, aunque lo entienden bien, se mantienen en sus trece, y sus deseos adolescentes de pureza y perfección les pueden, todavía.

Otra cosa es, les insisto, que en algunas construcciones haya insertos o modificaciones que realmente puedan resultar molestas a la vista o, como poco, sorpresivas y en ocasiones hasta delirantes. A este respecto, podría mostrar como ejemplo este magnífico frontal de un sarcófago paleocristiano (s. IV),  que se puede observar en la imagen, incrustado en la parte superior de la portada occidental derecha de la catedral de Tarragona (ss. XII-XIV, con añadidos en el XVIII). Pese a la calidad y belleza del mismo, uno se pregunta qué hace allí, donde no pega ni con adhesivo de última generación. En estos casos, les digo, hay que hacer tres ejercicios mentales. Uno, de comprensión histórica: sólo apreciando las causas por las que esos constructores realizaron tal despropósito, comprenderemos mejor la obra en sí. Dos, de aislamiento mental: procuremos ver la obra en sí misma, sin el prejuicio del dónde y del cuándo, abstrayéndola de todo cuanto la rodea; sólo de esa forma podremos entenderla y admirarla. Y tres, de agradecimiento: si no se hubiera colocado ahí para ahorrarse esculpir unos sillares más, dicho frontal se habría perdido y todos habríamos salido perdiendo. Dichos ejercicios mentales no están al alcance de cualquiera, les añado, sólo al de los más avezados y sensibles. Lo cual les hace sonreír, y tragarse la píldora didáctica con menor desgana y mayor orgullo.
Sarcófago de Bethesda, Catedral de Tarragona (Cataluña, España)
Abril, 2017 ----- Nikon D500

jueves, 4 de mayo de 2017

LAS PREGUNTAS DE GREGORY STOCK (8)

Pregunta 11

Si pudiera vivir hasta los noventa años de edad y conservar el cuerpo, o bien la mente de una persona de treinta años durante los últimos sesenta de su vida, ¿cuál de las dos posibilidades preferiría conservar?


No me gustaría quedarme con el cerebro de mis treinta años toda mi vida, me gusta la evolución, el crecimiento, los desengaños, los proyectos nuevos, las ilusiones, la adecuación progresiva a la realidad, el paso de los años, con todo lo que aportan y todo lo que sustraen. Es decir, que me gusta crecer. Pero si se me pone en la tesitura de optar, me decantaría, sin ninguna duda por conservar la mente, por supuesto. Y la mía, por supuesto, no cualquiera. Mi cuerpo, aun si hubiese sido espectacular, arrollador, jamás me proporcionaría los placeres que mi mente, de eso estoy seguro. Y tener noventa años y un cerebro que no haya envejecido tiene sus inconvenientes, qué duda cabe, pero infinitas más ventajas que la de tener un cuerpo de treinta con una mentalidad de noventa años. Cae de cajón. Todo lo que no sea opinar así supone no aceptar la lógica de la vida y no aprovechar lo que ésta nos ofrece en cada momento concreto y encabronarse con aquello que no tiene posibilidad de remedio. Sería igual de estúpido que lamentarse por morir.

Pd/ Los textos que responden a las cuestiones formuladas en El libro de las preguntas de Gregory Stock, fueron creados entre 1998 y 1999

miércoles, 3 de mayo de 2017

HEDIONDAS PALOMAS


Las palomas me parecen asquerosas, oportunistas, parásitas. Hacen mucho más mal que el bien que pueden procurar. Su abundancia creciente es proporcional a la de sus heces, cuyos ácidos lesionan los monumentos y las esculturas, sean del material que sean. Sus cadáveres y muñones se ven a menudo por las calles, como muestra de su omnipresencia urbana. Son unos animales que se han adaptado tan bien a la convivencia con los humanos, que su osadía a veces llega a acariciar por un instante la categoría de provocación. La del primer plano de la imagen es un ejemplo de ello. Se hallaba a menos de  medio metro de mí cuando tiré la foto. Pero mi lenta aproximación había empezado diez metros atrás. Pues bien, hasta que el siguiente paso ya habría supuesto tocar físicamente con el objetivo su menudo cuerpo, no levantó el vuelo. Eso sí, como avanzadilla vigilante hacia el invasor, no dejó de observarme a cada paso que fui dando. Sus compañeras ni me miraron, protegidas por lazos comunitarios de señales infrasónicas o móviles. No las soporto, insisto. Me producen urticaria mental, hasta cuando las veo divertir a los niños o a los ancianos que les proporcionan pan. ¿Por qué, pues, sigo fotografiándolas? Porque, pese a todo, me siguen pareciendo bellas. Hermosas no me lo parecerán nunca. Pero bellas, sí. Y ahí andamos: ellas, vigilantes a la par que provocativas; yo, vigilante a la par que resignado.

En Valencia (Comunidad Valenciana, España)
Enero, 2011 ----- Nikon, D300

martes, 2 de mayo de 2017

MI PALABRERÍO CANALLA (19)

BOHEMIA: Situación de quien pretende hacer de la holganza una forma estética, pero que sólo alcanza a obtener suciedad y alguna drogadicción; eso sí, todo ello con una sonrisa repetida en el rictus y algunas metas artístico-literarias muy elevadas, a modo de zanahoria sin palo.
BOLCHEVIQUES: Como quiso mostrar S. M. Eisenstein, eran los buenos de la Revolución Rusa; al principio. Hasta que demostraron todo lo que habían aprendido de quienes los habían oprimido tantos años y todo lo que ellos mismos idearon sobre la marcha, que fue mucho. Y entonces ya no hubo manera de pararles, hasta que desaparecieron ellos mismos, presas de sus múltiples contradicciones dialécticas, a finales de este tortuoso siglo XX.
BOLERO: Volumen o unidad de una enciclopedia sentimental sonora, que lo sabe todo, todito sobre el amor y sus desgracias, pero que no soluciona ninguna. Sin embargo, sus masoquistas devotos le atribuyen entusiásticos poderes evocadores, que ayudan a no olvidar dulces dolores pasados.
BOLÍGRAFO: Invento culpable de la popularización de la enseñanza primaria y secundaria, y de la subsiguiente obligatoriedad de las mismas. Hizo sencillo lo difícil y, claro, así nos ha venido yendo.
BONDAD: Egoísmo enmascarado y refrendado socialmente. Si bien resulta justo decir que hay personas a quienes dicha actitud les sale sin necesidad de hacer cuentas y calcular rentabilidades; motu proprio, vamos.
BORRACHERA: Estado de enajenación (o de lucidez) producido por ingesta excesiva de alcohol. En unos -los menos- tal enajenación saca a la luz un yo muy interesante que se oculta detrás de unas barreras mentales concretas; en otros -los más- lo que se observa es que el gorrino que empezaba a beber sigue siendo el mismo gorrino, pero bebido, o sea, mucho más pesado e inestable.
BOSTEZO: Inhalación profunda de aire que renueva la ventilación pulmonar cuando ésta se ve disminuida por charlas inadecuadas, perentoriedades gástricas, somnolencia inducida, tedio no resuelto, agotamientos de diversas naturalezas... Lo del ruido ya es un grosero añadido por falta de urbanidad, no por exigencias biológicas.
BRAHMANISMO: Religión hindú (una más) que piensa que Brahma es el dios supremo (de entre muchísimos miles de factura parecida). Ya se ve; como si no se supiera que el nombre verdadero de Dios es Dios. Y es que son ganas de fastidiar y de complicar las cosas, de verdad.
BRITÁNICOS: Dícese de los habitantes forzosos de las islas británicas y de aquellos que, aun no residiendo en ellas se comportan como si lo fueran y, encima, alardean de tal. Presentan un acusado complejo de superioridad, avalado por la Historia y por sus flotas sucesivas y por sus inigualables y arteros ministerios de Exteriores. Pero los británicos no volvieron a ser lo que eran desde que les salió un hijo díscolo al otro lado del Atlántico, más fuerte, más bruto, y más inculto, pero con más barcos y más misiles.
BROKER: Se aplica este anglicismo a los operadores e intermediarios financieros de procelosos trajes y estrés galopante, que atesoran un grado impresionante de drogadicción con su trabajo (y en su vida privada), el cual les deja tan poco tiempo para respirar o disfrutar de todos los millones que consiguen gesticulando, especulando y traicionando, que a muchos les falta el aire, y se mueren vía infarto, lo cual  es todo un detallazo para dejar espacio libre para que otros puedan tener su oportunidad.

Del libro inédito Palabrerío canalla, 1999

lunes, 1 de mayo de 2017

VIAJAR EN GRUPO



Es bien sabido que viajando es como mejor y más rápido se conoce a las personas. Uno, que lleva algunos kilómetros a cuestas, sabe algo del tema, y cuando ve a los turistas o a los viajeros, puede llegar a deducir algo sobre cómo viaja la gente.

Pongamos por ejemplo esta imagen, tomada desde lo alto de un monumento arqueológico hacia la calle. En ella, un grupo de ocho jóvenes treintañeros se hallan arracimados ante la puerta del museo. Parece que debaten, que negocian lo que va a suceder a continuación. Pero enseguida captamos que quienes disponen de información es sólo la mitad de ellos; pero de esos cuatro sólo tres parecen con la disposición adecuada para elegir con tino, porque la chica de gafas que también dispone de un plano turístico parece resignarse a que quienes van a decidir sean los otros tres. De éstos, dos portan el mismo plano y uno un móvil. Se supone que están valorando las posibilidades de entrar, o el orden en que verán los monumentos. Se supone que son los que tienen más claro qué es lo que no hay que dejar de ver bajo ningún concepto, y los que tienen un interés más activo. Habría que discutir cuál de los dos procedimientos sería más rápido o completo, si el del plano o el del móvil; pero, en cualquier caso, estos tres están dirimiendo la cuestión. El lenguaje corporal no engaña, y aquí la chica que sostiene el plano y el chico del móvil son quienes ofrecerán al grupo las dos alternativas sobre las que elegir. Porque siempre habrá más de una posibilidad de hacer algo, siempre habrá grupos de poder que quieran imponerse a los demás, y siempre habrá posibilidades de discutir, incluso de forma agresiva, para imponer la propia vía.

Por contra, el resto de los compañeros, sabedores de que no pueden competir con esos líderes en la propuesta de un plan, aguardan más tranquilos y pasivos a que les sean planteadas las opciones, y sólo entonces decantarse a uno u otro lado. Sus brazos cruzados denotan respeto, resignación, acaso menor interés –aunque no necesariamente- y cierta sumisión por quienes marcarán la pauta a seguir. El otro que no tiene cruzados los brazos, sino en el correaje de la mochila, mira, igual que los demás mayoritariamente al chico del móvil. Puede que sea un signo de los tiempos, y que el tradicional método del plano tenga menos posibilidades cada vez. Pero hay algo que imagino con claridad. El pie adelantado de la chica del plano y las manos gesticulantes del chico del móvil no debieron facilitar al grupo el siguiente paso. Debieron haber votado, y seguro que una de las dos propuestas acabaría enfurruñada un rato; hasta que a la hora correspondiente, la comida y, sobre todo la bebida, distendieran el posible entuerto, durante un par de horas. Hasta la siguiente toma de decisión.
Robado en Arlés (Bouches-du-Rhône, Provenza, Francia)
Julio, 2014 ----- Nikon D300

domingo, 30 de abril de 2017

HETERÓNIMOS (MICRORRELATO)

La cita era a las diez en punto, y se había especificado puntualidad extrema, británica. Como siempre, excepto Fernando, el anfitrión, cada uno llegó cuando le vino en gana, acorde a su carácter. Ello no dulcificó su ya adusta expresión. Cuando  Ricardo, el último en llegar, se hubo sentado, Fernando tomó la palabra, serio.

    —Estoy harto de vosotros. Más que harto: no os soporto ya más.
 
Los tres invitados se cruzaron una mirada de vaga sorpresa. Alberto apenas movió un músculo. Ricardo se encogió de hombros. Solo Álvaro parecía divertido.

    —Ya no me servís. Ya os conocen más que a mí. Nadie me llama ya. Hay que acabar con esto cuanto antes. 

Todos los vecinos coincidieron, sin excepción, en referir tan sólo un disparo. Sin embargo, los diarios refirieron con profusión el caso de los cuatro cadáveres, cuyo enigma irresoluble dio mucho que pensar a la policía durante los meses siguientes.

Del libro inédito Micrólogos, 2012

sábado, 29 de abril de 2017

OTRO DINOSAURIO MÁS




Al igual que a Woody Allen le entraban ganas de invadir Polonia, cuando escucha algo de Wagner, yo, cuando veo alguna imagen de un dinosaurio a través de cualquier medio, me acuerdo de Tito Monterroso y de su famoso microrrelato, objeto de tanto análisis y tanta chufla; y de tanta imitación, también.

Hoy mismo, mientras editaba esta foto, me ha sobrevenido la siguiente bagatela:

Cuando el dinosaurio despertó, el tipo bajito, miope y de cara redonda que le había contado un cuento para aplacar su pertinaz insomnio, se había ido. Sintiéndose solo, la gran bestia suspiró abatida. Viéndolo desde lo lejos, el tipo bajito y miope, tomó nota, y se dispuso a escribir algo sobre el asunto. Apenas pudo alcanzar el par de líneas, no más.
Rotonda a la entrada de Burgos, por el norte (Castilla y León, España)
Marzo, 2017 ----- Nikon, D500

viernes, 28 de abril de 2017

HITOS DE MI ESCALERA (18)

A punto de cumplir los 15 años, yo llevaba coqueteando cierto tiempo con la idea de que lo religioso, en su modalidad católica, no iba ya conmigo, después de haber sido algo esencial en mi vida. Pero entonces ya no. Mi temperamento crítico, que buscaba la coherencia en todo, mi racionalidad  extrema, unida a los idealismos adolescentes, hallaban demasiadas contradicciones entre lo que leía en la Biblia (sobre todo, el Nuevo Testamento) y lo que la Iglesia predicaba. Además, nos hallábamos en plena transición política, con tiempos de cambio en muchos aspectos sociales, lo que contribuía a darme argumentos suplementarios. Lo que quiere decir que yo me encontraba a esas alturas muy desvinculado de pensamientos, obras u omisiones para con tan sacrosanta institución.

Pese a todo, en casa se mantenía un férreo control sobre el particular, llevado a cabo -en esto sí- por mi padre. Para entender mejor esto, hay que apuntar que él había estudiado hasta los 21 años en varios conventos de dominicos, y que le faltaron sólo tres años para ser ordenado definitivamente. El modo en que abandonó aquella senda da para otra historia, pero ayuda a comprender su porfía en que yo me mantuviese en “el seno de la Iglesia”. Como yo a esa edad ya no iba con mis padres a misa, se me controlaba su asistencia con un método curioso: debía recitar con bastante exactitud el argumento del evangelio correspondiente a esa jornada, y decir de qué color era la casulla del cura.

Al principio yo, obediente como había sido hasta la fecha, me tragaba todo el tostón, de principio a final. Pero caí en la cuenta de que, para dar cuenta de esos dos elementos, bastaba con llegar a la iglesia un poco antes de que el cura leyera la parte del evangelio, y mirar bien el color de su vestimenta: total, unos cinco minutos nada más; y, luego, libres para hacer de nuestra capa un sayo, o sea, volver a los futbolines, que es lo que más nos gustaba de aquélla. Lo pluralizo, porque siempre éramos dos o tres, aunque a veces me tocó ir al paripé yo solo.

El asunto funcionó varios meses, no recuerdo cuántos. Pero sí me acuerdo perfectamente del domingo en que mi padre descubrió el pastel, lo cual se produjo porque, a instancias de algún vecino que decía haberme visto “por ahí”, le entraron sospechas, y al siguiente domingo fue él a la iglesia donde yo decía que iba. Allí, efectivamente, fui, y al poco me marché. Mi padre me dejó ir, pero al regresar a casa, me cayó encima un interrogatorio sesgado en el que caí como un pardillo. Me cayó una bronca de las que se recuerdan, lágrimas de mi madre incluidas, que siempre aderezaban el cóctel, para profundizar en la idea de la culpabilidad, que siempre da mucho juego. Pero, viéndome ya sin salida, lo que hice fue protestar a voz en grito, justificando por qué no creía ya, las contraindicaciones que yo captaba, los comportamientos que ya por entonces me rechinaban de los prebostes eclesiásticos, su dominio de la humanidad occidental a lo largo de dos mil años, etcétera. Fue una clara huida hacia adelante. Arriesgué una bofetada bien dada, pero dicho hecho llegó a producirse. No se me escuchó en absoluto, y la sentencia fue bien clara: todo debía seguir como antes de mi argucia. Apesadumbrado, acepté la pena impuesta, y la cumplí dos o tres domingos. Uno de ellos, al hacerme mi padre las preguntas de rigor, dije que no tenía ni idea, porque no había ido a misa. Añadí a continuación que, pensara lo que pensara, no tenía intención de volver. Mi padre, asombrado ante mi resolución, ya no dijo nada. Y, así, desde entonces.

jueves, 27 de abril de 2017

DESORIENTACIÓN


Y tú, ¿qué miras? ¿Eres acaso mi hijo? ¿No? ¿Sabes, pues, dónde vivo? ¿Tampoco? ¿Y no me ayudarías a encontrar mi casa? Es de ladrillo con azulejos, me parece, y hay varios pisos: cinco o seis. Mi mujer me espera. Salí a tomar un café hace un rato, y al salir del bar, la plaza no me sonaba de nada. El bullicio, sí, pero la plaza… No tengo ninguna plaza cerca de mi casa. Debo de haber andado mucho. ¿Podría dejar de apuntarme con ese ojo grande? Gracias. ¿De veras no es de aquí? ¿Sabría quién podría ayudarme a encontrar mi casa? Mi mujer estará preocupada, creo.

Robado en Tarragona (Cataluña, España)
Abril, 2017 ----- Nikon D500

miércoles, 26 de abril de 2017

LO QUE NOS DEPARA EL FUTURO

Leo en el XL Semanal de esta semana una entrevista a un historiador israelí, muy famoso últimamente (Yuval Noah Harari). Lo que dice me deja pasmado por su claridad, fría y lacerante como cuchillo en la mañana. Entresaco tres momentos de la misma.
En el primero, habla sobre la imparable dependencia hacia la tecnología, que cada vez decide más por nosotros mismos. “Poco a poco le daremos al algoritmo la autoridad para tomar las decisiones más importantes de nuestras vidas”, ya que, al fin y al cabo, “todos somos algoritmos. Las máquinas y los seres vivos. Los humanos somos algoritmos orgánicos”. Pero, claro, los algoritmos informáticos fallan infinitamente menos que los orgánicos. De ahí su progresiva implantación en todos los ámbitos de la vida, desde confiar nuestra orientación a un navegador en el coche, hasta cualquier transacción (dinero, salud, emociones, sexo, etc.). Esto ya impresiona lo suyo.
En el segundo, ya pone el dedo en la llaga cuando habla de que no percibimos la realidad con la corrección debida. Dice, por ejemplo, que la probabilidad de morir en un atentado es infinitesimal comparado con que nos mate un rayo y, aun así, lo tememos más. En realidad, estamos tan atrapados por la razón de que “nadie ofrece una alternativa seria al sistema liberal, porque no tienen respuestas para las grandes preguntas de nuestra era”. Y, preguntado por cuáles son, nos apabulla con lo siguiente: “¿Qué va a pasar con el mercado de trabajo cuando la inteligencia artificial supere a los humanos en la mayoría de las tareas? ¿Qué vamos a hacer con esa nueva clase formada por cientos de millones de personas sin empleo que van a ser económicamente irrelevantes?”. Ante lo cual, lo único que se ve por doquier es “Desilusión. Millones de personas están perdiendo la fe en el sistema (…) La paradoja es que la situación es mejor que en cualquier otro período de la historia”.
Y con el tercero, nos remata sin piedad, aunque sin acritud y con mucha serenidad, como anteviendo lo inevitable, y asumiéndolo. “Es muy probable que en 100 años hayamos sido sustituidos por otra clase de entidades (…) no creo que vayamos a ser exterminados. Habrá una versión mejorada. Cíborgs. Pero no desapareceremos del todo. Todavía queda un 4 % de neandertal en nuestro ADN…
Dicho lo cual, me quedo mucho más relajado, y puedo salir tranquilamente a dar mi paseo diario.

martes, 25 de abril de 2017

NO SIEMPRE PENSANDO MAL SE ACIERTA


Siempre que veo una escena como ésta, y teniendo en cuenta mi ocupación docente, miro en derredor a ver si localizo a los padres del interfecto, para llamar la atención a los mismos, si procede, y continuar con mi estudio de campo sobre el olvido paterno de las labores de educadores cívicos, e incorporar su caso al de tantos como vemos hoy día. Sin embargo, por más que miré, no localicé a nadie que pudieran ser sus cuidadores.
La verdad es que se trataba de una plaza pública muy concurrida, en plena Semana Santa, a punto de iniciarse una procesión, y aquello era un guirigay donde cada uno estaba donde estaba, y los demás, allá penas. Pero tras mi enfado inicial, me llamó la atención la porfía del chaval por escalar la peana de la estatua de Prim, a la que no le encontraba sentido salvo el de la hazaña publicitaria personal frente a sus colegas. Además de considerar la posibilidad de que la criatura se descalabrara, quedaba el hecho de que la gola superior de dicho basamento, le haría más difícil llegar más arriba. Pero el chico insistía e insistía. Como siempre que veo algo llamativo, me pongo la cámara delante de la cara, y tiro del zoom para ver más detalles. Así, comprobé el ímprobo esfuerzo -y el cuidado- con que procuraba asirse a los bordes metálicos, combinándolos con el borde de piedra de la banda superior. Pero no entendía que prosiguiera con su insistencia, porque quedaba claro que no iba a poder subir mucho más allá.
No obstante, al final, en un último esfuerzo, el chico logró colocar mejor el pie, y encaramarse lo suficiente como para meter la mano detrás de la tiara del escudo y sacar de allí con un manotazo hábil ¡una pelota! Fue entonces cuando comprendí el interés del pequeño que desde abajo seguía con tanto interés las evoluciones del que acabó revelándose como su hermano del alma, que arriesgó un esguince o un desarreglo mayor por conseguir rescatar el divertimento del hermano. Ni que decir tiene que toda la tensión acumulada se me esfumó de inmediato y que, para expiar mis malos pensamientos iniciales, prometiera dar cuenta de mi desacierto, poniendo bien claro quién había sido el héroe del episodio y quién el prejuicioso pesimista.
En la Plaza Prim, en Reus (Tarragona, Cataluña, España)
Abril, 2017 ----- Nikon, D500

lunes, 24 de abril de 2017

NECESIDADES DE LA POLÍTICA ACTUAL

La política nos depara siempre un tema de conversación, pero es muy difícil que nos produzca placer lo que comentemos. En primer lugar, porque la política (en un sentido ideal, que no es el que impera casi nunca) pretende el bien común, no el individual; y quien opina siempre es un individuo. Jamás le lloverá a gusto a nadie, salvo a los fanáticos de uno u otro signo, los cuales no cuentan, porque sus incapacidades les aproximan a la idiocia, lo que les anula la capacidad de comprensión y de diálogo. En segundo lugar, porque cada época muestra sus principales carencias con mucha claridad en este campo de lo público. Y la nuestra ofrece su flanco abierto desde kilómetros de distancia: falta tanta decencia como sobra ambición, pero sobre todo faltan líderes poderosos que sean capaces de elevar las mínimas conciencias desde sus bajuras actuales hasta un proyecto común creativo, ilusionante, y con vocación de avance, no de retroceso a tiempos “mejores”. Se precisan líderes claros -a la vieja usanza- que guíen a una ciudadanía hastiada e indignada, pero sumisa y desconcertada como hacía mucho tiempo que no se veía así. En tercer lugar, porque la revolución tecnológica ha introducido la política vía internet, vía móvil, vía redes sociales, de un modo tal que recuerda mucho al hastío ante algo que no se ha pedido para nada, pero que se encuentra por todas partes, y ante lo que todos opinamos de continuo.  Eso hace que hasta los que más descreen o pasan de ella, suelten lindezas en un tuit, compartan lo que leen en los medios digitales, o se enganchan a una playlist de raperos anti-sistema. Toda esa sobresaturación no propende a la reflexión regeneradora, sino al hartazgo, carburante excelente para quienes con dos o tres ideas sin hilván inflaman el malestar y con él se encaraman al poder que tanto les tienta. Así, dan la impresión de crear nuevos liderazgos y mostrar nuevos puntos de partida, sin ser ni una cosa ni la otra. Sí, son malos tiempos para la lírica. Pero, que yo recuerde, jamás fueron buenos.

domingo, 23 de abril de 2017

LIBROS, TODOS LOS DÍAS


No hoy, sino todos los días, días de libros, libros, libros. De libros que surgen con facilidad, o que se resisten a aparecer; de libros que nos recreen, que nos formen; de libros que nos remuevan, que nos evadan; de libros que nos permitan dialogar, a los que podamos criticar o amar para siempre; de libros que nos muevan a más lecturas tras la inicial, que nos transformen; de libros que nos inspiren, que nos sacudan el interior; de libros que sirvan de espejo, o de esquina inmaterial donde sea grato el refugio. De libros, libros, libros. No hoy, sino todos los días, todos.

Librería Amagada, al lado del Monasterio de Santes Creus (Tarragona, Cataluña, España)
Abril 2017 ----- Nikon D500

viernes, 21 de abril de 2017

POR COBARDÍA (MICRORRELATO)

—Eres un cobarde —dijo—, un indeciso, un fracasado, que nunca sirvió más que para dar bulto al cuerpo que respiraba por ti, que has dado de lado todas las oportunidades que la vida te fue brindando, que rechazaste cuanta posibilidad de ser un héroe anónimo fue surgiendo y que diste esquinazo a cada promesa que hiciste a quienes no merecías no ya su interés por tu persona, sino meramente su compañía. Eres un cobarde, pero no uno cualquiera, sino de la peor especie posible: la de los que lo saben, pero intentan ocultarlo con la apariencia de otras actitudes de desapego, aislamiento, torres de marfil y otras estupideces, que argumentas con vehemencia bien aprendida, a poco que se te saque el tema. Tu cobardía es la peor, porque no sólo te afecta a ti (ése sería un mal menor) sino que influyó en todas aquellas personas que se interesaron por tu vida, que te quisieron sin reciprocidad, que frustró tantas iniciativas, que abrasó tantos recuerdos. Eres un cobarde absoluto, de los que merecen ser castigados por ello, de los que no merecen la vida que arbitrariamente les fue concedida.

Y disparó, a continuación. El espejo saltó hecho añicos. La bala se incrustó en la pared. Ninguna esquirla rebotó.

Del libro inédito Micrólogos, 2012

jueves, 20 de abril de 2017

COMIDA CON AMOR



La comida es algo que nos alegra la vida. Lo obvio es que nos nutre, que sirve para alimentar nuestros cuerpos. Pero la comida puede ser también uno de los fuegos que nos caliente el alma, que nos muestre las infinitas posibilidades que los ingredientes atesoran, y que son inagotables en sus combinaciones. A esa llama nos acogemos quienes pensamos que comer es algo más que ingerir y digerir alimentos. A ese calor nos arrimamos quienes creemos que la comida puede ser una absoluta manifestación de amor.
Tosta de rulo de cabra, emparedado de fresas y aguacate (creación de Frabisa)
Abril, 2017 ----- Nikon D500 

martes, 18 de abril de 2017

LAS PREGUNTAS DE GREGORY STOCK (7)

Pregunta 10

En su opinión, ¿qué sexo tiene una existencia más fácil en nuestra cultura? ¿Alguna vez sintió deseos de pertenecer al sexo opuesto?

Preguntas ambas, de respuesta obvia en el primer caso (el masculino) y nítida en el segundo (no).

Pero no en nuestra cultura, no: en cualquiera del 99 % de las culturas, el varón dispone de muchos más privilegios, menos cuanto más avanzada sea esa cultura. Poco a poco ha ido cediendo terreno y concediendo derechos, pero más a nivel teórico o legal, que en la realidad práctica del día a día. En última instancia, a poquito que se profundice, cada hombre esconde a un furibundo machista. Y muchos, incluso en primera. Esta es una de las grandes contradicciones del ser humano como especie, que prefiere no contar con el concurso de la mitad de sus miembros, alegando razones tan estúpidas como ancestrales y subconscientes. Por esta razón, si nos encontramos en un desarrollo de índice 100 (por ejemplo), de haber sido otra la situación de la mujer a lo largo de la Historia, estaríamos en un índice varias veces superior, con diferencia.

Por lo que respecta a estar a gusto con el sexo que me ha tocado, debo decir que jamás me planteé esa posibilidad, tanto a nivel ucrónico como futurible. Bien porque mis hormonas y educación no hayan desestabilizado lo que la biología y el azar determinaron, bien por mi pragmatismo nítido, que me obliga a aprovechar y explotar al máximo lo que tengo y dejarme de gastos inútiles de energía anhelando lo que no podrá ser.

Pd/ Los textos que responden a las cuestiones formuladas en El libro de las preguntas de Gregory Stock, fueron creados entre 1998 y 1999

lunes, 17 de abril de 2017

MUÑECOS



El muñeco es pequeño, risueño, vulgar, juguetón. Invita al viandante a unirse a sus juegos, con sus manitas abiertas. No todos entendemos sus propuestas. La mayoría pasa de largo. Pero él no se amilana, e insiste. Siempre hay alguien a quien seducir. Siempre hay con quien prorrogar el tiempo con divertimentos varios.
La muñeca es más grande, impasible, elegante, melancólica. No mira a nadie. Tan sólo atiende a sus propios ensueños, donde vive afincada desde hace tiempo. Son sus pensamientos, sus deseos ocultos, su soledad atenuada por la admiración que procuran sus cabellos, los únicos embelecos a los que atiende, mientras se engaña para siempre.
Ambos son hermanos. De diferente padre. De diferente madre. Sólo comparten el mismo lugar en el puesto donde su dueño los vende. Y no todos los días.
Mercadillo en Reus (Tarragona, Cataluña, España)
Abril, 2017 ----- Nikon D500

domingo, 16 de abril de 2017

MI PALABRERÍO CANALLA (18)

BESTIALISMO: Concúbito entre humano y animal, que suele ser un tanto desproporcionado, dado que quien lleva la iniciativa es siempre el humano, y el animal raramente puede ejercer su derecho a la libertad de opinión. Común y habitual en medios rurales, en los urbanos es objeto de gran reprobación, como si la coyunda entre humanos no supusiera hacerlo entre animales.
BIBLIA: Maravilloso conjunto de libros cuya calidad literaria sólo es comparable a la ceguera vesánica y a la sevicia reiterada con que determinados personajes han interpretado e impuesto como verdades inconcusas, los estupendos y aprovechabilísimos episodios mitológicos que contiene.
BIBLIOMANÍA: Alteración maníaca que toma a los libros como si fueran seres vivos, con los que se habla, conversa, discute y a los cuales se trata con mimos impensables, más incluso que si se tratase de una persona. En el fondo, todo bibliómano es un pobre ser que no se da cuenta de que los seres humanos, en sus múltiples registros son mucho más sabios que los libros, más manejables, más fieles, más provechosos. Valga la ironía, entiéndase.
BIBLIOTECA: Universo geométrico que se distingue por albergar a su vez un número variable y tal vez infinito de otros universos caracterizados porque su fisonomía y contenidos cambian de modo notable, dependiendo de los rasgos cualitativos de quienes los observen.
BIEN: Lo contrario del mal (v.), oiga; y a ver quién es el que me susurra una definición imparcial de ambos, que pueda servir para este diccionario tan ecuánime y objetivo.
BIOGRAFÍA: Colección de fragmentos de una vida hilvanados fragmentaria y selectivamente por quien no la vivió, cuya antología, ordenación y montaje tienen un final hagiográfico o cáustico, sin posibilidades intermedias, tal vez porque si se opta por éstas a nadie le interesaría la vida del otro.
BLASFEMIA: Transgresión lingüística que aúna la libertad de expresión con la venganza hacia la inhibición divina, y con la que a veces, si es procedente y no mecánica, se queda uno como dios. Lo-juro-por-el-niño-Jesús.
BLENORRAGIA: Moco fluido aunque espeso que emana del sexo, pero que no tiene que ver con otro tipo de líquidos más esperados y deseables; aparece como consecuencia de lubricidades descocadas practicadas sin requerir comprobantes de ITV, o documentación de fiabilidad similar.
BLOQUEO: Situación en que ni un pasito pa’lante-María, ni un pasito pa’trás. Vamos, que la cosa queda como un poco estancada, y resulta tan poco creativa que incluso puede hacer renunciar al sujeto paciente de sus anteriores anhelos artísticos. Si se prolonga en el tiempo, puede llegar a oler mal, sobre todo si andan los políticos estadounidenses de por medio.
BODA: Ceremonia civil o religiosa que une legalmente dos pretensiones de naturaleza, inteligencia y pretensiones diferentes, cuando no opuestas; posee gran utilidad económico-fiscal para los contrayentes, y también para el ramo hostelero.

Del libro inédito Palabrerío canalla, 1999

sábado, 15 de abril de 2017

LOS RITOS SIGUEN SU CAMINO


Este año hemos huido de las procesiones. Esta foto no sugiere añoranza de las mismas, y mucho menos hacer penitencia por ello. O tal vez sí.

Cofrades trompeteros en Zamora (Castilla y León, España)
Marzo, 2010 ----- Nikon D100

viernes, 14 de abril de 2017

GIRO FINAL (MICRORRELATO)

Su familia era la que le venía clavando la puntilla en los dos últimos años de inconvenientes seguidos, sin pausa ni aparente solución. Lejos de comprenderlo, la mujer y los dos hijos lo responsabilizaban del momento terrible que estaban viviendo. Así, él era el culpable de estar en el paro, de que no hubiese suficiente dinero para llegar a fin de mes, de que la despensa estuviera a medias o peor todavía, de que los deseos de los chicos para estar a la última no pudiesen realizarse, de que los arreglos de la casa hubieran de demorarse tiempo y tiempo, de haber tenido que vender uno de los dos coches y algunos enseres para capear el temporal, de las malas relaciones con los familiares que hubieran podido ayudarles, de las amenazas de embargo y de los cortes intermitentes de luz y gas. Por eso, y por considerar que era imposible razonar con aquella mujer y sus dos criaturas, educadas a imagen y semejanza de ella, y porque si bien lo miraba, no quedaba más que una salida digna, ese domingo madrugó mucho más de lo habitual. Aún no había amanecido. La noche seguía oscura cuando terminó el desayuno y recogió los cacharros. Se sentó con cierta rigidez solemne. Sobre la mesa de la cocina, recién sacado de su caja y de su funda, el revólver que en días mejores se había comprado para disponer de cierta protección en aquella casa algo alejada de todos. Cargó el tambor sin dejar ningún hueco. Lo hizo con movimientos lentos, como pensando en la trascendencia de lo que iba a hacer. Pero lo cierto es que no pensaba en nada. Sólo contemplaba el brillo del fluorescente sobre el metal, que de puro nuevo aún refulgía. No consideró la posibilidad de una carta explicativa. Sólo un gesto, una acción, y todo acabaría definitivamente. Asentó con firmeza su mano sobre la culata, y amartilló el arma. Antes de volarse la cabeza, dio en mirar por la ventana, y lo que vio lo estremeció: un amanecer extraordinario en el que las luces cárdenas daban latigazos horizontales sobre su conciencia, donde la oscuridad de lo más próximo se dejaba invadir por la proximidad creciente de una nueva policromía de belleza momentánea, que arrobó su pensamiento y su acción. Los recuerdos lo traicionaron otra vez. Su débil carácter lo forzó a dejar el revólver sobre la mesa, mientras bajaba la cabeza, sollozando. Cuando volvió a mirar por la ventana, el día ofrecía otro tipo de belleza cambiante, pero que irradiaba una extraña paz. Una paz que en este caso se amplificó durante unos instantes eternos por la lente convexa de sus lágrimas.

Del libro inédito Micrólogos, 2012

jueves, 13 de abril de 2017

PARAGUAS PARA EL RÍO


Cuando divisamos, desde lo alto del Col de la Forclaz, el lago de Annecy, nos estremecimos ante tanta belleza. Cuando llegamos a la localidad homónima, justo al extremo norte del lago, nos sorprendió la ajustada mezcla de lugar antiguo, bellamente ofrecido a los turistas, sin agobios extremos. Al recorrer sus calles, nos maravilló una instalación que se hallaba a lo largo del tramo del río Thiou, que rinde sus aguas allí mismo, en el lago. Una serie de paraguas amarillos se encontraban sobre el agua, como protegiendo al río de la lluvia que se avecinaba próxima. El aguacero estaba comenzando cuando arribamos a sus orillas. Unos instantes después, descargó todo lo que debía. Los paraguas aguantaron el aguacero, rodeados de miríadas de gotitas que burbujeaban en la superficie. Nosotros, también.

Instalación en Annecy (Alta Saboya, Rhône-Alpes, Francia)
Julio, 2017 ----- Panasonic Lumix G6

miércoles, 12 de abril de 2017

TESTAMENTO BIOLÓGICO

No sabemos por qué, pero no entendemos el valor de los momentos hasta que se han convertido en recuerdos.

Lo que sí sabemos es que cuando perdemos esos recuerdos, vamos perdiendo de modo progresivo nuestro yo más personal e íntimo.

Para tenerlos, hay que vivirlos. Pero si, con todo, se pierden por uno de esos azares perros de la vida, lo que quede de vida celular no merece la pena. Además, los problemas, sufrimientos y gastos que origina en las personas próximas resultan poco tolerables. Y ese dolor resulta siempre estéril. Es mejor cortar de forma radical.

A la espera de que se formalice en papel ante fedatario público, quede esta nota como testamento biológico del autor de estas líneas, autorizando cualquier acción en su nombre que dé fin a la despersonalización de quien esto escribe, y al sufrimiento infinito de quien conmigo se halle.

martes, 11 de abril de 2017

VERTICALIDAD DEL GÓTICO


Para quien albergue dudas sobre el impulso ascensional y vertical del arte gótico, valga como muestra este conjunto de pináculos y chapiteles de la Catedral de Burgos, vistos desde la Plaza del Huerto del Rey


Catedral de Burgos (Castilla y León, España)
Marzo, 2017 ----- Nikon D500

lunes, 10 de abril de 2017

LAS PREGUNTAS DE GREGORY STOCK (6)

Pregunta 5

En el caso de desarrollarse un nuevo medicamento que curara la artritis pero provocara una reacción fatal en el uno por ciento de las personas que lo tomaran, ¿desearía usted que se lo suministrara al público?

Por supuesto que sí. El porcentaje de muertes es mínimo en comparación con el número de vidas que verían mitigados sus sufridas existencias. Yo me decantaría por el lado más pragmático posible, siempre que se advirtiera a quienes lo tomasen de esa posibilidad, como cuando uno come libremente ese pescado japonés, cuya hiel venenosa puede matar si por error del cocinero es manipulada de manera incorrecta. Incluso yo, si la padeciese, me administraría el fármaco. Las contraindicaciones jamás deben retrasar cualquier procedimiento que erradique el dolor improductivo. De hecho, la mayoría de los medicamentos cuenta con un porcentaje variable de posibilidades de error o reacción contraria. Y eso jamás ha arredrado a ningún avance sobre el particular. Creo que el autor no ha planteado bien la pregunta, porque todo lo que sea formularla con menos del 50 % de dicha “reacción fatal”, aboca a una respuesta positiva. Y aún más. Si dicha cuestión se le ofrece a un enfermo terminal de la misma, seguro que se prestaría gustoso a experimentar con la novedad, a cambio de una probabilidad negativa aún más alta. Cuando no se tiene mucho que perder, uno se vuelve mucho menos exigente. Es una pena que tengamos que estar en esas circunstancias para comportarnos de manera tan cabal.


Pd/ Los textos que responden a las cuestiones formuladas en El libro de las preguntas de Gregory Stock, fueron creados entre 1998 y 1999

viernes, 7 de abril de 2017

EL JUGADOR DE AJEDREZ


Está ahí, agazapado e inmóvil, aguardando. Todo él embadurnado de negro y purpurina, en una mezcla que quién sabe cuánto tardará en ponerse, y cuánto en quitarse, cuando acaba su jornada. A veces, se expone en medio de la plaza, pero otros momentos, está justo detrás de una esquina, y te lo encuentras por lo general, de golpe, sin haberlo previsto. La sorpresa es inmediata.

Siempre brotan las preguntas, en tropel. ¿Sabrá jugar al ajedrez? ¿Será bueno? ¿Habrá elegido esa representación porque un día jugaba, se hartó de perder, y buscó una salida dramatizada a su problema personal? ¿O fue todo fruto del azar? ¿Tal vez una apuesta con alguien? Hay muchos mimos, pero ¿un ajedrecista? Las posibilidades de movimiento que también tiene, una vez depositada la moneda, son limitadas. Entonces, ¿por qué? Tal vez el sentimiento de que no hay juego más bello, o la idea de que utilizar un tablero y unas piezas ordenadamente dispuestas lo diferencia de sus demás compañeros, o que, en efecto, es un gran maestro “pasado de rosca”, que optó por camuflarse del mundo de este modo, sin despertar sospechas y disponer así de su querido instrumental siempre a la vista, pero sin la obligación de tener que ejercitarse de continuo.

De todas las posibilidades que pude intuir, me quedé con esta última. Me pareció la más reconstruible, si bien no la más probable. Aun así, aposté fuerte por ella, entreviendo la historia de su plan. “Sé quién eres”, le dije. Al principio, ni se movió de su pétrea posición. Luego, le fui contando todo lo que había deducido, y también lo que me fui inventando. Ni pestañeó. Al final, apelé a su orgullo. “Te reto a que demuestres quién eres. Cuando termines aquí, podrías jugar una partida conmigo”. Habló por primera vez muy serio, aunque sin alterar su posición ni sus ojos cerrados. “De acuerdo”. Y me dio la dirección de un bar. A la hora convenida, nos encontramos sin saludo previo. A los lados sólo agua y cerveza negra. No había reloj, pero dio igual. Tardó 16 movimientos en darme un mate que ni siquiera pude intuir para poder abandonar y evitar la humillación de la derrota. Al pronunciar la palabra “mate”, se levantó y se fue. En los quince o veinte minutos que duró el encuentro, no me dirigió la mirada en ningún instante.

Mimo ajedrecista en Génova (Liguria, Italia)

Julio, 2016 ----- Panasonic Lumix G6

jueves, 6 de abril de 2017

TELEGRAMA FALLIDO (MICRORRELATO)

El telegrama no ofrecía lugar a dudas. Te urgía a venir cuanto antes. Pensé que el pretexto familiar surtiría efecto. Siempre fuiste persona crédula, y sensible. Nunca planteaste conflicto alguno, tampoco con mi familia. Al contrario, siempre ofrecías apoyo a la comprensión y al acercamiento de posturas. Pero esta vez no viniste. No sé por qué. Tal vez haya una porción de azar en este hecho. Acaso la memoria te indujo a la sensatez. Puede que alguien de mi entorno te avisara con tiempo. Incluso cabe la posibilidad de que tú misma intuyeras la celada de mi parte. Pero esta vez no podrá ser.  Mi plan no podrá llevarse a cabo como fue trazado. Nos quedaremos ambos sin saber cuánto tiempo tardarías en llorar con desconsuelo, si gritarías suplicante o te quedarías muda de terror ante lo que fueras a ver, si tu resistencia lograría competir con mi capacidad de demora, si te desmayarías antes de aparecer los primeros  espasmos, o después, si al final de los dos días de rigor te dejaría, como casi siempre, sola y desnuda en la casona, hasta que recuperaras la consciencia por ti misma, o te concedería la gracia de llevarte al hospital y urdir una historia creíble para los demás y que permitiera obviar trámites policiales. Aunque, bien pensado, sólo te quedarás sin saberlo tú. Yo sé perfectamente lo que habría sucedido. Y que habría sido la última vez.

Del libro inédito Micrólogos, 2012

miércoles, 5 de abril de 2017

UN BUSTO SOBRE EL MAR


Una de las cosas que más llama la atención cuando se visita Salinas, es una escultura que se encuentra en un promontorio, sobre una escollera-anticlinal del Devónico, nada menos: lo que aquí llaman “La Peñona”. Antes de que tras una galerna invernal remodelaran la zona, rehabilitaran la pasarela actual, y construyeran un museo de anclas, ya habían colocado una escultura de busto, aunque grande, dado el lugar, extrañamente encaramada a la roca, cuyos estratos de base estaban oblicuos con respecto al plano del mar. La escultura, realizada en bronce por Vicente Menéndez-Santarúa,mostraba el rostro de un personaje menos que secundario, pero al parecer muy querido por estos pagos; nunca llegué a entender por qué. Se trata de Philippe Cousteau, uno de los hijos del famoso oceanógrafo Jacques-Ives Cousteau, muerto cerca de Lisboa en accidente de hidroavión, en 1979. Uno entiende casi todos los reconocimientos, incluso a personas alejadas tanto geográfica como mentalmente de donde se les rinde homenaje. Pero ¿qué pinta la figura de este aventurero, elegido por su padre para ser su heredero principal, en un entorno como Salinas? Que se sepa, este hombre no habría pasado a la historia, de no ser por su apellido y su trágica muerte prematura. Se entendería que en su lugar natal, incluso en su país de origen, se le recordara de algún modo. Pero ¿en Salinas? En realidad, no pinta nada. Y menos, si no figura su padre, verdadero pionero, inventor y canalizador de una nueva mirada del ser humano hacia todo lo que suponga la exploración e importancia de los mares. El cual sí sería merecedor de cuantas esculturas se quisiesen esculpir o modelar. Con todo, la escultura de su hijo sigue ahí arriba, arrostrando las embestidas del mar en los oleajes invernales y los miles de fotos que se le hacen de continuo. No pinta nada, siendo sinceros. Y, sin embargo, es bella, sugerente, humana. Y un referente de la zona. Bien conservada sea, pues. 

Busto de Philippe Cousteau, Museo de Anclas de Salinas (Asturias, España)
Junio, 2008 ----- Nikon D300

martes, 4 de abril de 2017

PERFIL DE LA IRONÍA

Creo que la ironía me envuelve demasiado a menudo en los últimos tiempos. Como una niebla que difumina los contornos, pues así la realidad cobra otra dimensión. Pero me parece que es una forma sublimadora de una rabia en los adentros que sabe mucho de impotencias y de contención.

Si reviso ciertas definiciones de la misma, comprendo más la naturaleza de la misma.
  1. La ironía es el júbilo y la alegría de la sabiduría (Anatole France)
  2. Es en la ironía/donde comienza la libertad (Victor Hugo)
  3. La ironía es el pudor de la humanidad (Jules Renard)
  4. La potencia intelectual de un hombre se mide por la dosis de humor (ironía) que es capaz de utilizar (Friedrich Nietzsche)
  5. La ironía es una tristeza que no puede llorar y sonríe (Jacinto Benavente)

Por puro egoísmo, me interesa remarcar la primera y la cuarta. No creo que tenga que ver con pudor, precisamente, como indica la tercera, sino con el miedo o la elegancia (que no son incompatibles). Y tampoco creo que la libertad dé comienzo con la aplicación de la ironía, como marca la segunda, sino que plantea una llamada de atención, que si no se corrige puede transformarse en repique a rebato. Con todo, la más hermosa me parece la última, que además profundiza de modo sutil en la idea de la impotencia y en la sublimación, que son los dos puntos con los que iniciaba esta entrada. 

lunes, 3 de abril de 2017

Y MÁS SENTIDO COMÚN, Y MÁS DECENCIA



Estamos  de acuerdo. Si las leyes son injustas o se aplican mal, ¿de qué sirven? Pero a esta reivindicación encontrada en una calle de Génova, le haría falta otra línea, tan necesaria como la segunda: “más sentido común” (porque es precisamente hoy día cuando más se echa en falta, cuando mayor es el contraste entre lo conseguido a nivel tecnológico y lo que retrocedemos a nivel político y social). Del sentido común se suele comentar un chiste macabro, cuando se dice que es el menos común de los sentidos. Si se tiene en cuenta lo que sucede de continuo en nuestros tiempos, convendremos en la realidad de esa paradoja.
También añadiría yo una tercera, con la que se completaría el ramillete de reivindicaciones básicas de cualquier persona con la mente sana: “más decencia”.
De modo que sólo con eso, con más justicia, más sentido común y más decencia, ya habríamos andado un trecho larguísimo en un progreso que hoy se ve más lejano que nunca, pues a medida que avanzamos parecemos retroceder.
Podríamos discutir lo que entendemos por justicia, aunque si no tenemos sentido común, o sea, raciocinio práctico, difícilmente la concebiremos en términos útiles para la mayoría. Podríamos debatir también lo que es la decencia, pero si observamos los sistemas morales de las principales religiones, y hacemos un expurgo para quedarnos sólo con aquellos puntos en los que coinciden las tres principales, no creo que hubiera mucha duda, sobre lo que implicaría ser decente, que en definitiva es comportarse de modo que buscando el bien propio, no se haga daño alguno a nadie.
Podemos obviar, si molesta, el símbolo de raíz comunista de la derecha. Daría igual el emblema que reivindicara la petición. Es una necesidad y una demanda universal. Y si es universal, lo será por algo. Entre otras cosas, porque en todos los lugares se necesita más. Siempre más. Y nunca será bastante.

Pintada en una calle de Génova (Liguria, Italia)

Julio, 2016 ----- Panasonic Lumix G6

domingo, 2 de abril de 2017

MI PALABRERÍO CANALLA (17)

BASURA: Resultado final de cualquier manipulación o uso (bien a nivel material o a nivel personal), sea como sea, efectuada por quien sea, a lo que sea, a quien sea.
BATALLA: Enfrentamiento cruento de dos estupideces a través de un número elevado de intermediarios, los cuales son forzosos o mercenarios (pero lo más fascinante del caso es que también los hay voluntarios).
BAUTISMO: Inicio simbólico de algunas religiones que consiste en un derrame acuoso y valvar sobre la minúscula cabeza de quien no sabe qué, por qué, para qué, quiénes y contra qué, y que no puede reaccionar de otro modo que llorando. Otra modalidad del mismo se parece a la aguadilla, ya cuando se lleva a cabo con un adulto.
BAYONETA: Cuchillo de reserva que lleva el fusil para aparentar más longitud, para reflejar el sol en los ojos del adversario, para cavar trincheras, para pelar patatas u otras hortalizas, abrir vientres ajenos, ocasionar muertes silenciosas, etc.; todo ello, como se ve, con unas funciones utilitarias múltiples, al modo de los cuchillos suizos, aunque sin tijera ni cuchara ni sierra...
BEBÉ: Cría de humano caracterizado por su descontrol de esfínteres, alopecia transitoria, fealdad sublimada y modificable, y una absoluta e indemne impunidad por lo que a su comportamiento y educación se refiere.
BEBER: 1. Ingerir líquido con el fin de aplacar la sed del organismo, siempre tan  exigente en sus necesidades. 2. Ingerir líquido cuyo contenido alcohólico pueda producir un cambio a mejor en quien se lo administre, lo cual dependerá de las circunstancias de la ingesta, de su graduación, de las características físicas del sujeto y del tipo de cambio que se le solicite. Por regla general, el cambio suele ser a peor. Sobre todo, a posteriori. Aunque quien lo practica no opina lo mismo, faltaría más.
BEDUINOS: Habitantes del desierto que practicaban el nomadismo tribal, el mahometismo, el pillaje habilidoso, la resistencia a las privaciones y el contacto simbiótico con los camélidos, que, de tan estrecho resulta sospechoso, sobre todo a los que no son beduinos (o tuaregs, en su defecto).
BELLEZA: ¡Ah! la belleza.
BESO: Conjunción de unos labios con otros o con otro trozo de la piel o de la vestimenta de un oponente, el/la cual puede responder o no a tal engañosa señal. Los hay que producen intenso placer. Otros son más convencionales. Pero todos tienen efectos secundarios que se omiten de continuo con irresponsable y reiterada actitud.
BESTIALIDAD: Desafuero que aproxima su categoría a la de algunas bestias a las que se considera bestias por motivos distintos a los que se debiera; al fin y al cabo, las bestias animales no pueden dejar de ser bestias, y quienes las imitan a voluntad o sin ella, están eligiendo ese comportamiento y desechando otros. Que quede bien claro.

Del libro inédito Palabrerío canalla, 1999

sábado, 1 de abril de 2017

ENTRESIJOS DE ALMONEDA



Hace años, yo no era un asiduo de los rastros, mercadillos y otras vainas semejantes. Nunca me disgustaron ni los criticaba (con una madre adicta a ellos, no podría), pero no era mi mundo, la verdad, con la excepción de los puestos de los libros viejos o de segunda mano. Pero desde que mi santa incurrió en el mundo de la cocina, vía blog atractivo y exitoso, y descubrió en estos lugares sus cazaderos preferidos a la hora de hacerse con el atrezzo necesario para sus bellos bodegones, a uno no le ha quedado otra que aficionarse, o aficionarse. Porque la alternativa no se contemplaba, claro.
Una tienda de este tipo suele albergar un universo sorprendente, ante el que siempre acabamos preguntándonos: “y estos tipos, ¿de qué viven?”. Porque nunca ve uno mucha animación ni ventas, por lo que uno hace cálculos rápidos y se dice: “es imposible vivir de esto”. Y, sin embargo, teniendo en cuenta el número de lugares que visitamos, deben hacerlo, sólo que se nos escapan los modos en que ellos pueda suceder y crea un misterio más en este mundo ya de por sí enigmático e inexplicable.
Yo he llegado a disfrutar en lugares así, porque aunque yo casi nunca compro nada, aprendí a mirar los objetos, y, sobre todo, a fotografiarlos. Los tomo como partes de una historia, de diferentes vidas y dueños, e imagino lo que pudo ocurrir para acabar allí, en lugares a veces sórdidos, otras muy limpios y ordenados, pero siempre en una mezcolanza difícil de describir si no se ve en persona. Expuestos con la mayor pulcritud, o acumulados con polvo y desorden, pueden llegar a componer bellos encuadres, sobre todo si una buena luz contribuye a ello. Y, si se les mira con atención y se les pregunta, los libros, los electrodomésticos, los muebles, los bibelots, las cuberterías, los juguetes, y todo lo que allí pueda hallarse, responden. Cada uno puede contarte una historia de dolor o de risa, de muerte o de abandono, de momentos familiares felices, de discusiones interminables, de herencias descompuestas y fratricidas. Muchos de ellos hablan, y si estás dispuesto a escuchar, el tiempo ya no es un problema, y sales del lugar enriquecido y sabiendo que has pasado un buen rato en compañías imprevistas. Pero a veces los objetos no hablan, están mudos o atemorizados por los almonedistas, y por mucho que nos acerquemos, nada se oye, como no sean los propios pasos o la horrorosa música ambiente. Entonces, cambio el interruptor mental. E imagino: procedencias, destinos, trayectorias, transcursos, vejeces. Y la sala vuelve a iluminarse de nuevo. Y el proceso concluye de igual forma.
En un rastrillo de la localidad de Gimont (Gers, Midi-Pyrénées, Francia)
Julio, 2016 ----- Panasonic Lumix G6

AVISO A VISITANTES

Todas las imágenes (salvo excepciones indicadas) y los textos que las acompañan son propiedad del autor de esta bitácora. Su uso está permitido, siempre que se cite la fuente y la finalidad no sea comercial
Si alguien se reconociera en alguna fotografía y no deseara verse en una imagen que puede ver cualquiera, puede contactar conmigo (fredarron@gmail.com), y será retirada sin problema ninguno.