sábado, 12 de marzo de 2016

TODA LA VIDA TEJIENDO


Sí, sí, tejo. Lo que hago es tejer. Siempre tejí. Desde pequeñita, cuando mi abuela me enseñó. Sí, mi abuela. Mi madre no podía, pobrecita; éramos siete, ¿qué tiempo iba a tener ella? Pero siempre me gustó. Aquellas manos largas y huesudas eran mucho más hábiles que las mías, regordetas y chiquitas. Pero nos entendíamos bien. Y cuando había algún problema en casa, teníamos ella y yo nuestro refugio, y tejíamos juntas en la galería, viendo llover o tras las cortinas cuando hacía sol. Ella me indicaba lo que hacía mal. Pero suavemente, sin gritar, como hacía mi tío. A veces charlábamos un poco. No era de mucho hablar. Yo sí. Le tiraba de la lengua. Me enteré de muchas cosas de la familia... Pero eso es otra cuestión, señor periodista. Todas las familias tienen lo suyo. Pero el caso es que sí, toda la vida tejiendo. Primero, por juego, por puro entretenimiento. Luego, porque un jersey y una bufanda venían bien siempre en casa. Más adelante, para mi marido y mis hijos. No es que no hiciera otras cosas, ya se imaginará. Pero era con lo que más disfrutaba, cuando me quedaba un tiempo libre. No era mucho, pero siempre sacaba algún ratito por la noche, o en el parque con los críos. No era gran cosa, pero con el tiempo adquirí una práctica que otros llaman habilidad. No sé yo. Repitiendo algo muchas veces, acaba saliendo, ¿no? Si esto es muy mecánico. Yo, lo que es inventiva y creatividad... Vamos, que yo de artista tengo bien poco. Combino bien los colores, eso sí; no como mi santo, que en gloria esté. Pero más allá de eso... Y, bueno, cuando una se queda sola, pues algo hay que hacer. Y yo nunca trabajé fuera de casa. Imagínese. Fue una vecina, que venía a este mercado a menudo. Me sugirió que ya que tejía en casa, para mí o para vecinos y amigas, que lo hiciera para los demás, y cobrando por ello. Que con eso, y la pensión podría ir tirando. Y, sí, lo hice. Con mucho miedo, claro, porque una... Pero estos chicos son estupendos. Me arreglaron los papeles, me ayudaron a contactar con dos mayoristas. Y aquí estoy. No vendo como para hacerme rica, pero todos los fines de semana salen algunos billetes. Suficientes para darme cuenta de que lo que hago le sirve a alguien. Y que además, me sigue gustando. Porque si no me gustara, sería un infierno, todo siempre igual. Pero a mí esto me relaja. Mientras tejo, veo la tele, escucho la radio, pienso, lloro un poco, recuerdo a mis hijos, tan lejos... Por eso me ves aquí cada fin de semana. Siempre tejiendo. Tienes cara de frío. ¿No querrías una bufanda?

jueves, 10 de marzo de 2016

LITERATURA Y COMPROMISO

Se trata de un tema muy manido. Demasiado debatido en diferentes épocas. Con posiciones encontradas que jamás llegaron a un acuerdo. Porque no lo hay. Sólo hay sensaciones personales, y ésas o se tienen o no se tienen. 

De alguna forma, todo escritor está comprometido, pues sin un compromiso con la propia manera de vivir que implica la escritura, mal puede haber un escritor. Pero lo que los puristas de la progresía no admitirán es que ese compromiso sea “sólo” consigo mismo y con cuanto cree. Reclamarán compromiso y defensa de ideas sociales de diversa índole encaminadas a cambiar el mundo. Y ahí es donde radica el verdadero problema. Los libros no cambian el mundo. Todo lo más, algunos libros cambian a algunas personas, y son algunas de ellas, las que ayudadas por muchísimas otras utilizadas como fuerza de choque, proceden a desmontar estructuras y a cambiar los andamios sociales y económicos de determinados momentos históricos. 

Mejor nos iría si en vez de reclamar de los demás compromisos cualesquiera, barriéramos nuestro propio nido de excrementos añejos, porque quien limpia su propia cara, crea un espejo donde los demás puedan mirarse. Al fin y al cabo, nadie puede transformar el mundo, pero todos podemos transformar nuestro mundo propio, y ahí sí que los que tanto cacarean no están tan dispuestos a probar con el suyo. Es más, suelen tener mucha gana de cambiar el mundo global o el ajeno, cuando han comprobado la imposibilidad, inutilidad o futilidad de cambiar el suyo propio. Pobres. Darían pena, si no fuera por el sufrimiento que provocan con sus exigencias mal templadas y peor dirigidas.

miércoles, 9 de marzo de 2016

LA INQUIETANTE PRESENCIA DE LOS AUTÓMATAS



Hay algo turbador en la mirada de los juguetes, sea ésta perdida e inmóvil o dirigida y cambiante. Son seres que nos instilan inquietudes que no sabemos muy bien cómo gestionar. Porque a veces llaman a gritos al miedo, y no tenemos los arrestos para contraponer la lógica a lo que sólo es instinto, a lo que el miedo nos produce. Y ello sin razones de ningún tipo, o precisamente por ello mismo. Los artistas lo han sabido siempre. Los directores de cine, también. Los muñecos, maniquíes o autómatas han constituido a lo largo de los años el marco donde se desarrollan pesadillas recurrentes o crímenes horrorosos, que uno nunca sabía si habían producido los propios muñecos o sólo eran testigos mudos de algo que en secreto aprobaban. Por no apelar a ejemplos más chuscos e inferiores, recuerdo ahora algunas escenas de tres extraordinarias películas donde eran protagonistas por derecho propio: El beso del asesino, de Stanley Kubrick, La huella, de Joseph L. Mankiewicz, y Blade runner, de Ridley Scott.

Sin embargo, en el Musée de l’Automat de Souillac, los muñecos no inspiran ese temor reverencial que de siempre han sugerido. Al contrario, el ambiente lúdico, risueño, festivo, acaso melancólico en ocasiones, pero jamás terrorífico, es lo que prima en sus bien nutridas vitrinas, ofrecidas al espectador con mimo y buen gusto. Este batería de jazz, integrante de una deliciosa “jam session band”, es un buen ejemplo de lo que digo. Y si por algún asomo, esa mirada y esa bocaza abierta de dientes tan contrastados nos pudiera aproximar alguna inquietud, pensemos que lo que estaban tocando era algo de John Coltrane, o de Miles Davis, y se nos disuelve enseguida la tontería ancestral.

Museo del Autómata en Souillac (Lot, Dordogne, Francia)
Agosto, 2014 ----- Panasonic Lumix G6

martes, 8 de marzo de 2016

LOCURAS DEL INSOMNIO

A lo mejor, resulta que me encanta hacer locuras. ¿Quién sabe? Responder al insomnio con trabajo, no es original. Que ese trabajo sea literario, lo es en alguna medida. Pero que lo haga yo, sí que lo supone, porque yo no soy dado a tales excesos, entre otras cosas, porque mi espalda y mi organismo no permiten alegrías mayores.

Pero es muy agradable comprobar que la lógica dicta una orden y es conculcada con brío sin propósito de enmienda por un sentimiento que en esos precisos instantes sólo atendía al grito: "¡escribir!, ¡escribir!"

En realidad, no es que me guste o me deje de gustar hacer locuras. Lo que me fascina de esta cuestión es lo que de ello se deduce. No es el hecho en sí. Es su significado. No es escribir hasta más allá de las tres de la mañana. Eso ya lo he hecho. Es descubrir que algo no habitual emite las suficientes vibraciones como para que yo ceda y me marque un número personal con el que poder hacer una reseña. Es eso lo extraordinario: que yo pueda tener la capacidad para llevar a término algo anormal, que supera las premisas de la racionalidad y de lo habitual. Únicamente, eso. Eso, y la deliciosa sensación derivada de la situación que lo posibilita, claro: mi voluntaria soledad, que encaja tal excentricidad en los brazos del silencio más creador y más íntimo. Sólo eso. Nada más, pero (y he ahí lo importante, lo que le da valor, teniendo en cuenta comparaciones hechas al azar), nada menos. 

Del diario Palimpsesto del dubio y la aoristia (inédito). Entrada de 21 de Noviembre de 1995

lunes, 7 de marzo de 2016

A QUIEN MADRUGA, YA SE SABE...



Hay que ser objetivos. Esta imagen no se podría haber tomado al mediodía, ni siquiera una hora antes. Fue sacada a primeras horas de la madrugada de un sábado, cuando uno regresaba tardíamente de quién sabe qué menesteres de fin de semana. O igual había madrugado yo, no sé. Lo sorprendente es que está sacada desde un puente, a cuyo través mis pasos transcurrían. Pero yo iba con la cabeza baja, perdiéndome el espectáculo del río crecido, demasiado pendiente de no matarme con su retorcido firme, recorrido por un adoquinado sobresaliente. No me hubiera fijado en ese brillo, de no haber tropezado en un adoquín que sobresalía del firme. Cuando me apoyé en el pretil exterior, para no caerme, ahí estaba, a unos 15 metros: una luz me temblaba ante los ojos. Al principio, no caí en la cuenta. Eché mano del zoom, y entonces sí: una tela de araña se cimbreaba plena de rocío ante los primeros rayos del día. Temblaba de un modo insinuante, como chantajeando al observador, como advirtiendo que de no darme prisa, sus finas cadenas perladas evaporarían su apariencia. La oferta era más que tentadora, sin embargo, mi pulso no estaba para demasiados trotes. Aunque como el premio sugerido merecía la pena, me apoyé en la piedra, encuadré y disparé. Ella cumplió su promesa, y recibí mi premio. Yo lo presento hoy ante el respetable para su público juicio y previsible deleite.


Tela de araña impregnada de rocío, en Cangas de Onís (Asturias, España)
Febrero, 2016 ----- Panasonic Lumix G6

domingo, 6 de marzo de 2016

LOS VOMITADORES DE BASURA MENTAL

Personas hay que, cuando se les pregunta cómo les va, son dadas a hablar de sí, a comentar su evolución, sus avatares, sus últimos acontecimientos, incluso familiares, sin pudor ni reserva alguna, lo cual podría tomarse como una acendrada prueba de sinceridad, de confianza. Pero resulta que no, porque tanto daría que lo estuvieran haciendo con un espejo. Porque, una vez que han soltado su discurso, su hiel o su miel, sus problemas o sus maravillas, se van, desaparecen como por encanto con cualquier disculpa. No se sinceran. Sencillamente, vomitan un desahogo o publicitan un producto del que se enorgullecen sin ningún interés en qué opina el interlocutor ni, y esto es lo peor, sin interesarse lo más mínimo por cómo le va a ese interlocutor que amablemente ha preguntado interesándose por su vida. No existe diálogo, y a veces incluso literalmente, pues si son contemplados desde lejos se puede ver cómo uno habla, gesticula, lleva la voz cantante, mientras el otro asiente, pacienzudo y generoso, a la espera de su turno para hablar de sí, que es algo muy grato siempre, hasta cuando son épocas de vacas gordas.

En Diario digital (2001), inédito. Entrada de 25 de agosto de 2001

Acotación actual: Personas hay así. Yo no soy de esas personas (nunca lo fui). Jamás me gustaron. Por eso, al poco de conocerlas en semejantes tesituras, ya las aparcaba de mi vida. Y a medida que he ido envejeciendo, lo que tardaba esa despedida se ha reducido al mínimo histórico, a la casi instantaneidad.

sábado, 5 de marzo de 2016

DIFERENCIAS ENTRE HERMANOS



Es conversación recurrente entre las madres (algún padre también participa de vez en cuando). ¿Cómo es posible que habiendo salido del mismo sitio, y proviniendo de los mismos padres, mis dos hijos sean tan distintos? Es un tópico preguntárselo. Es una estupidez seguir haciéndolo. Al menos, hoy en día, que tanto sabemos de etología de la infancia.

En la imagen de esta entrada, parece evidente que los dos niños son hermanos, pero ¿alguien duda del carácter de cada uno de ellos? La mayor, responsable, tímida y cauta, precoz en sus aprendizajes y buena estudiante, seguidora de las normas, temerosa de los avisos de los padres, con el sentido del divertimento por debajo del que marca la línea del deber. El menor, divertido, juguetón infatigable, refractario a las reglas, inquieto y revoltoso, irregular en sus apetencias, curioso hasta la imprudencia, seductor perpetuo, y zalamero para reconquistar afectos interrumpidos.

Si nos fijamos en la cara seria de la niña y su gesto, como protegiendo y cuidando al pequeño, parece que nos habla de una persona acostumbrada a tener responsabilidades para con su hermanito , por lo que las habrá ido desarrollando con los años. La cara sonriente, divertida y hasta pícara del crío nos habla de quien quiere estar divirtiéndose todo el rato, y más, pues no tiene a nadie de quien ocuparse: él es la ocupación. Desde que nació ha tenido una referencia “por arriba”, alguien con quien compararse, alguien a quien, por edad, no podrá alcanzar. La niña, en cambio, durante unos años fue la reina de la casa, no tuvo que competir con nadie; por el simple hecho de existir, ya era considerada la mejor. El niño tenía con quién compararse, y la frustración progresiva de dicha comparanza le indicó desde muy temprano que era mejor optar por otra vía, o incluso la contraria. Por no hablar, claro, de los embarazos. Es algo fácil de verificar que un primer embarazo es una fuente de sorpresas y de novedades para toda mujer, por mucho que la aconsejen, haya leído o haya visto. La aprensión que todo embarazo conlleva es, con el bebé primero, mucho mayor. Resulta inevitable que dichos miedos se transmitan a la criatura que se gesta en su interior. Y lo mismo se puede decir de cómo se está pendiente del primero en todo lo que la educación conlleva. En cambio, en el segundo, ya todo suena a algo que se conoce, ya se sabe qué funciona y qué no, por lo que la tranquilidad es mayor, y la relajación ante lo que vendrá es superior. El niño segundo no tendrá, pues, la carga de tensión que sufrió quien le precedió. Sin comentar tampoco que, pese a que los padres son los mismos, la combinación genética de sus gametos producirán un ser diferente en cada caso. Y por no mencionar tampoco que cuando se tiene el primer hijo, se es más joven, se tiene más energía y se es más inexperto; en cambio, cuando se tiene el segundo, la edad y la experiencia modificarán cómo se le va a tratar, consciente o inconscientemente.

Y aun así, las madres (y algún padre), se siguen preguntando por qué son tan distintos esas dos personitas. Será, más bien, ganas de llenar el tiempo por ausencia de temática conversacional de mayor relieve. Digo yo.

Robado en el pueblo de Conques (Aveyron, Midi-Pyrénées, Francia)
Julio, 2011 ----- Nikon d300

viernes, 4 de marzo de 2016

PLANAZO PARA EL FINDE

Golpea la lluvia detrás de los cristales, y yo encantado. Este fin de semana tengo trabajo docente (pero del creativo y enriquecedor), comeré en un pueblo costero con unos amigos a quienes hace tiempo que había perdido la pista, leeré calentito unas cuantas entrevistas de Juan Cruz a otros tantos literatos, veré algunos episodios atrasados de mi serie actual, experimentaré con algunos juguetitos nuevos de reciente adquisición, editaré alguna foto que alivie mi síndrome de abstinencia, pensaré en el argumento para algún relato que subir a este lugar, tomaré algún capuccino y varios tés a la bergamota, hablaré en la distancia con dos o tres personas de las que más quiero, felicitaré a una amiga que cumple años... y cuando la espalda aúlle, dejaré correr sobre ella varios minutos de agua muy caliente. De modo que ahí tenéis mi planazo total. Por mí, que llueva.

jueves, 3 de marzo de 2016

ARTE EXCELSO, PRECIO BARATO



Todavía habrá quien diga que el Arte es algo al alcance sólo de unos pocos, y que es un mundo devaluado por la continua sumisión a los mercados de subastas, donde los nuevos necios confunden, como advertía Machado, valor y precio. Y, sí. Habrá quien lo diga y lo predique y hasta lo justifique. Pero en plena era de las imágenes, quien no sea capaz de paladear cuanto arte nos rodea, en los formatos y soportes que se quieran, es que es tonto, carece de sensibilidad o, simplemente elige como opción perdérselo. O, alguna rara combinación de esas posibilidades, que hay gente muy retorcida para según qué masoquismos. 

En la imagen, tomada en el barrio parisino de Montmartre, cientos de carteles, postales, telas, serigrafías y lienzos de todo tipo compiten por atraer la mirada de los compradores potenciales. Pero si no se compra, siempre puede uno imaginar que se encuentra uno en un museo al aire libre, donde las obras campan y se nos ofrecen con la facilidad que permiten las técnicas de reproducción modernas. Aprovechémoslas. Visitemos los museos que no lo son. Disfrutemos del Arte mientras podamos. Seamos marchantes imaginarios o compradores de arte excelso por unas pocas monedas, lo que cuestan placeres más mundanos. No se dirá que  no se avisó, antes de que hasta eso nos sea vedado.

Carteles de pintura serigrafiados en la Place du Tertre, en Montmartre (Paris, Îlle-de-la-Cité, Francia)
Julio, 2012 ----- Panasonic Lumix G3

miércoles, 2 de marzo de 2016

MI PALABRERÍO CANALLA (3)

ABUNDANCIA: Gran cantidad de algo, que puede suponer una ventaja si fuere bien asimilada, o distribuida, o racionalizada; pero que puede constituir el principio de una serie inacabable de desgracias y desafueros para quienes no la entiendan en su justa y mudable naturaleza.
ABURRIMIENTO: Estado habitual que se puede hallar entre quienes usan la inteligencia y los sentidos tan sólo como contenido volátil de un continente uniforme distintivo de la especie. Surge cuando no se sabe qué hacer con el tiempo ni, aún peor, consigo mismo.
ACADEMIA: Recinto con pretensiones económicas que atrae a sus pupilos con embustes referidos a su futuro profesional, el cual aspira a allanar, mediante el pago de unos estipendios proporcionales al número de asistentes por aula y la asistencia más o menos regular a las charlas dadas en ellas.
ACCIDENTE: Resultado desagradable e inexplicado (que no inexplicable) de una concatenación de causas concretas producidas casi siempre por nosotros mismos, pero que solemos atribuir a los demás, por aquello de descargar las conciencias y evitar onerosas sensaciones de culpabilidad.
ACCIÓN: 1. Movimiento cuya vehemencia e intensidad se oponen a la abulia de la pasividad y a la inercia de la rutina más ruinosa. 2. Grito que dan los directores de cine cuando desean que toda la fauna que  se halla bajo sus órdenes confluya en un punto de actividad común por una vez y sin que sirva de precedente. 3. Cada uno de los papelitos que permite a uno presumir de aquello tan pomposo de “poseer la parte proporcional de una empresa”, lo cual da derecho a voz, a voto, a dividendos y a ruina compartida.
ACERTIJO: Adivinanza (v.) de uso exclusivamente infantil, que toma a los niños por lo que realmente son, y, en algún caso excecpional, por menos de lo que suelen ser.
ACNÉ: Forma divertida y un tanto tocapelotas (y puntual y arrebolada y sebácea) que tiene la Naturaleza de indicar a los adolescentes de ambos sexos que ya pueden trabar contacto erótico-festivo, a cambio de convertir sus respectivas apariencias faciales en un desastre lamentable que, por paradojas de la vida, no dificulta para nada dicho contacto, antes bien, parece estimularlo.
ACONDROPLASIA: Variedad de enanismo que aqueja a dictadores, matones de  barrio, artistas en busca de popularidad, tiburones de la bolsa y políticos en general. Les suele interesar el cerebro y la inteligencia con la contrapartida de incrementarles la ambición, la idiocia y las ganas de sobar las narices ajenas (u otras partes más pudendas).
ACROBACIA: Presunta habilidad física y corporal que ejecutan (con la seguridad que todo entrenamiento repetido permite) todos aquellos que no son capaces de llamar la atención con su inteligencia o su belleza o su estulticia.
ACROFOBIA: Horror de todo aquel mediocre que no es capaz de soportar alturas ni físicas ni intelectuales, ni en los demás (por envidia) ni en sí mismo (por conciencia de que no logrará hollarlas jamás o —lo que es peor— por ignorancia tremenda sobre lo que allí arriba se esconde).

Del libro inédito Palabrerío canalla, 1999

martes, 1 de marzo de 2016

LA ENORME SOBRIEDAD DEL DÓRICO


Cuando estudiaba Arte en el instituto, la profesora insistió mucho en el hecho de que, en comparación con los templos egipcios, los griegos “estaban hechos a escala humana”, por tanto deduje que serían más pequeños que aquéllos, lo cual es cierto, pero me parece que me quedó una idea algo equívoca del concepto “pequeño en comparación con”. No he estado ni en Egipto ni en Grecia (lo sé, es lamentable). Sin embargo, sí he contemplado muchas obras tanto de una cultura como de la otra en museos italianos, franceses o británicos. Y, sí, la escala es sin lugar a dudas distinta. No hay más que ver las columnas de salas hípetras o hipóstilas de algunos templos egipcios ubicadas en el Museo Británico para comprender las proporciones de cómo será la estructura original.

Pero precisamente en este museo londinense hay varios fragmentos rapiñados del Partenón ateniense que me impactaron, no sólo por sus cualidades estéticas, sino por ofrecerme una idea más precisa de lo que es la altura y dimensiones de la considerada obra maestra de la arquitectura clásica griega. La fotografía que ilustra esta entrada muestra sólo el capitel y la parte superior del fuste de una de las columnas dóricas que componían la columnata o peristilo exterior del templo. Pese a hallarse sobre un basamento, puedo asegurar que la parte superior quedaba a la altura de mi cabeza. Poco más allá se encontraban las famosas metopas de los centauros y los lapitas, que medían casi metro y medio cada una. Así que ¿ésta era la pequeñez de los templos griegos? Muy sorprendido me quedé. Con todo, me dejé llevar por lo que aquellas piedras cinceladas me transmitían. ¡Ah, qué sobriedad, qué sencillez, y aun así, qué totalidad! Un capitel que consta sólo de dos piezas, una prismática, arriba -el ábaco-, el colmo de la simplicidad; otra, con algo de curva descendente, debajo -el equino-, como una almohadilla que parece descender para encontrarse con el fuste estriado. La decoración se limita a unas finísimas líneas que forman el collarino. Y ya está. Con eso logran la quintaesencia del alma griega de la primera época, dura y adusta. Sí, a escala humana, de acuerdo. Pero que nadie se llame a engaño: son grandes las columnas dóricas. Grandes, grandes.

Capitel dórico del Partenón en el British Museum de Londres (Gran Bretaña)
Enero, 2008 ----- Nikon d100

lunes, 29 de febrero de 2016

OTRO COMIENZO (MÁS)

Romper amarras, marcharse, continuar. Así de sencillo se puede comenzar un cambio drástico. Tan fácil como escribirlo y después cumplirlo. Mi vida ha terminado. Al menos, la que llevaba hasta ahora. No me gusta cómo vivo. No me gusta en lo que me he convertido. Es hora ya de dar un volantazo que me encamine en otra dirección. Y creo que ahora, mientras los demás cantan, bailan, cometen los excesos propios de una noche como ésta, es un buen momento para tomar mi decisión. Dejaré, pues, que el azar que me ha sobrevenido por sorpresa sea la yesca que me inflame. Me voy. No sé por cuánto tiempo ni hacia dónde, pero desde ahora viajaré al ritmo que me indiquen mis sentimientos y mi necesidad. El viaje será mi forma de vida. Mi viaje será mi transcurso. Con todo lo que ello comporte.

Entrada inicial del Diario del transcurso (inédito), Enero de 2003

domingo, 28 de febrero de 2016

ESPERANZAS LUMINOSAS


No deja de sorprenderme, por más que recorra el mundo y más viejo me vaya haciendo, comprobar que en cualquier iglesia que visite haya siempre alguien que está introduciendo alguna moneda en algún cepillo, para poder alumbrar una vela, tradicional o electrónica, con que poder materializar un ruego o un agradecimiento a Dios, la Virgen o a cualquiera de los muchos integrantes del santoral católico. A la pregunta lógica de si quienes lo hacen son personas mayores, la respuesta es que no. En lo tocante al tema de las velas, el panorama cronológico es mucho más amplio que el que se observa sobre quiénes asisten a misa, que es claramente provecto. O sea, que rogatorias, preces y agradecimientos son patrimonio de cualquier edad. Y a la segunda pregunta de si son lugareños quienes así proceden, se responde igualmente que no. Que los turistas y visitantes son igualmente participativos en tales acciones. 

Me sorprende, claro.  Sin embargo, lo respeto, desde luego. Pero me sorprende. Y mucho. Aunque también me conmueve. No como antes, que veía algo así y comenzaba a despotricar y a asignar ignorancias y culpabilidades sin cuento. La clave está en comprender. Si comprendemos, censuramos menos. Lo cual no quiere decir que lo justifique. Yo no creo en nada de esto, y mi mente racional entiende que es una pérdida de tiempo (y de algo de dinero) completa. Pero lo es para mí. No para quien se gasta unos euros en comprar o activar unas velitas ante un altar de una estatua de piedra o madera policromada. Para esas personas no es una pérdida de tiempo. Es una forma de alimentar el combustible básico de la existencia: la esperanza. Que a mí me parezca una estupidez no importa.  Y sólo por eso ya está justificado dicho acto. (Por no hablar de que las hileras de velas en la oscuridad me ofrecen unas posibilidades estéticas que no sólo no desdeño, sino que aprovecho con impudicia y jaleo sin cesar. Como se puede observar aquí arriba.)

Velas en hilera sobre lampadario de la iglesia de San Ronan, en Locronan (Finistère, Bretagne, Francia)
Julio, 2015 ----- Panasonic Lumix G6

sábado, 27 de febrero de 2016

UNAMUNO, MI HÉROE

Hay algo que me revienta siempre en las declaraciones de cineastas, escritores, periodistas y hasta algún deportista, cuando les entregan un premio cualquiera. No, que no cunda la alarma. No es el conjunto de solecismos, anacolutos, disparates varios y lugares comunes con que nos suelen regalar nuestras lumbreras culturales. Es la falsa modestia. Decir que uno no merece aquello que recibe, cuando lo que uno piensa o siente es algo parecido a “ya era hora de que toda esta caterva de descerebrados reconociera la calidad de mi carrera, obra, reportaje, gesta deportiva, etc., que está muy por encima de la media de todos los que me siguen a gran distancia”.

Decir que uno no merece un galardón cuando otros han decidido que sí lo merece implica varias reflexiones. La primera, es una falta de educación, porque si realmente se piensa no merecerlo, está tildando de incapaces a quienes han formado parte del jurado seleccionador. La segunda es que salvo contadísimas excepciones lo más habitual es que la vanidad intrínseca a todo ser humano esté trocando su verdadero sentimiento de gozo u orgullo por algo diferente, que la concurrencia espera oír. Y de aquí surge la tercera, porque si lo que la concurrencia -incluido el jurado- espera oír que no lo merece, ¿para qué lo premia? ¿No sucederá en realidad que los premiados han aprendido que los pocos que se han atrevido a reconocer los méritos propios de los galardonados han sido después criticados, humillados, escarnecidos?

Cabría introducir aquí una anécdota muy conocida sobre la concesión de premios. A principios del siglo XX, Alfonso XIII entregó un galardón en forma de cruz al gran escritor Miguel de Unamuno. Este acudió a la cámara regia, y cuando estuvo ante el monarca, se produjo el siguiente diálogo:

—“Vengo a presentarme ante su Majestad, porque me ha dado la cruz de Alfonso XII, que merezco.
—Es extraño -repuso el Rey-; los demás a quienes he dado la cruz me han asegurado que no se la merecían.
—Y tenían razón -contestó Don Miguel.”

Seguramente, si yo lo hubiera conocido no tendría buena opinión de su cercanía personal, dado su agrio carácter. Pero, así, en la distancia, y en los términos apuntados, lo confieso abiertamente: es mi héroe; o, mejor dicho, uno de ellos.

jueves, 25 de febrero de 2016

ABSTRACCIÓN TRAS EL POSTRE


Seamos sinceros. Hemos visto cuadros más horribles en algún museo, con líneas de parecido trazo y colorido semejante. Hemos huido de su estética sin semántica, atribuyendo a sus autores las mayores dosis de dureza facial que nos cupiera imaginar. Y, sin embargo, uno contempla lo que resta de un postre delicioso, y lo encuentra bello. Quizá porque ha sido producto del azar (y de una preparación de la cocina, claro), porque su pretensión no es la de captar a los medios de comunicación ni transmutar vacío alguno en contenido críptico que desentrañar. Tal vez porque no se intente vender a continuación por una cantidad simbólica o insultante. Tal vez porque sólo es eso: un conjunto de líneas y manchas cuya unión produce una sensación de sosegado frescor, tras una comida llena de sorpresas que aún deparaba la última cuando ya no se la esperaba. 

Plato de postre en restaurante de vanguardia (Barcelona, Cataluña, España)
Enero, 2016 ----- iPhone 6 Plus

martes, 23 de febrero de 2016

PERIPECIA PERSONAL DEL 23-F

El día de autos, me faltaban dos meses y medio para cumplir los 18, y a mis amigos les había dicho que por fin tenía novia (aunque no fuera del todo verdad). Aquella tarde, hubo estudio intenso en la facultad, porque en breve teníamos un examen inhumano de Historia Antigua. Con todo, el repaso y la consulta de los volúmenes de la biblioteca no fue obstáculo para un café y, ya de vuelta, para algunos besos largos bajo algún balcón. Yo vivía en León. Hacía mucho frío. Era febrero.

Cuando llegué a casa, mi madre estaba cosiendo, lo natural. Pero nada más que entré en la cocina, me dijo que algo gordo había sucedido en Madrid, porque llevaba un buen rato oyendo cosas en la SER que no le cuadraban nada, y le pareció que había escuchado tiros. A mí me extrañó, porque mi madre no solía escuchar la radio en su vertiente política; ella era más de telenovelas o programas de divertimento. Si me habló de lo que había sucedido en el Congreso de los Diputados hacía un rato, es porque debieron conectar las propias emisoras, y ella no cambió el dial. Pues bien, escuché atentamente, y me enteré de la noticia del golpe. A mi edad, y en aquellos momentos ya tenía conocimiento de causa como para entender las consecuencias posibles de un golpe de estado en nuestro país. Más, siendo estudiante de Historia. Un sudor frío me fue invadiendo sin que me diera cuenta consciente, pero sí de un modo global, difícil de definir.

La puntilla la dio una llamada de teléfono sobre las nueve de la noche. Era mi chica (aunque no lo fuera del todo), que me avisaba de lo que estaba sucediendo, pero con noticias cercanas. Su padre era guardia civil, y no de los más democráticos que se pudieran encontrar en la España de entonces. Pero él y toda la compañía estaban acuartelados, sin saberse de momento nada más. Su familia estaba paralizada, sin saber qué hacer. Si antes tuve sudor frío, ahora cierta angustia me fue atenazando los músculos. Procuramos tranquilizarnos mutuamente, pero ambos sabíamos que la cosa pintaba mal. Colgamos.

Me dispuse a cenar. No olvidaré aquella cena, que tan mal me supo. Sopa de cocido y tortilla de pimientos. La primera, me encantaba; la segunda, no. Ambas se me atragantaron de un modo que recuerdo con mucha viveza. Apenas comí pan. Bebí mucho. Datos reveladores. No despegábamos la oreja de la radio. Las noticias eran confusas y acumulativas, de modo que toda la claridad que hoy poseo sobre ese hecho histórico en aquellos instantes brillaba por su ausencia. Las horas se fueron sucediendo, pero nadie hacíamos lo que teníamos que hacer. Mi madre sí, porque fregó. Aun con todo, estábamos expectantes, tensos, miedosos en el fondo. Seguimos pendientes de lo que sucedía. Lo sorprendente es que en aquella nos acostábamos todos muy pronto, al contrario de lo que nos sucede hoy. Pero aquella  noche, sin decidirlo, de forma natural, fuimos dejando pasar los minutos y las horas, esperando quién sabía qué; hasta que por fin el mensaje del rey, pasada la una de la mañana, ofreció alguna tranquilidad. En mi caso, no demasiada, he de admitir. Pero fue la señal de que había que irse a la cama. No suelo recordar lo que sueño. Sin embargo, a la madrugada siguiente sí lo recordé. Tenía que ver con mi novia (aunque en realidad no lo fuera). Me había dejado porque a su padre lo habían fusilado por ser favorable al golpe. Tardé un par de horas en comprender que la realidad iba a ser bien distinta. Al menos, en lo referente a su padre.

lunes, 22 de febrero de 2016

ATARDECER SOBRE EL RÍO


¿Se puede sentir algo distinto del sosiego, que parece emerger del fondo del río para colmar los ojos ante la marcha del sol? La humedad se siente, como el titilar de las ondas, y la tibieza del atardecer del verano al borde del agua. Los recuerdos del día se ordenan. El impulso vital se aquieta, nos preparamos para el descanso. Pero antes, la explosión del contraluz nos prepara para el cambio de luces. El reflejo nos lo dice todo: lo que fue el día, lo que retendremos de él, y lo que nos deparará el siguiente. Aguardemos, mientras. Descansemos después.

Atardecer sobre el río Adour, en Peyrehorade (Landas, Aquitania, Francia)
Julio, 2015 ----- Panasonic Lumix G6

domingo, 21 de febrero de 2016

SUELTOS DEL PALIMPSESTO (I)

Tal vez sea cierto que no sé nada y que todo esto es un sueño cuyo despertar nos arroje al estercolero onírico de una inteligencia suprema. Pero no es menos verdad que la construcción de mi sueño particular es lo suficientemente repetitiva y monocorde como para que si la primera hipótesis fuese contemplada, no debe procurar sino dolores de cabeza monumentales al presunto soñador.

Digo esto porque es de noche. Y a mí me fascina, del mismo modo a como yo antaño temía la oscuridad nocturna y los misterios que ésta pudiera conllevar. Mi memoria recala ahora en aquel niño precoz y sensible que no soportaba que lo dejaran solo siquiera fuera para coger carbón en un cuarto 15 metros más arriba. Ese temor a lo oscuro, a la ausencia de compañía que me convertía en un momentáneo huérfano accidental, pudo muy bien ser el acrisolado molde donde se alearon los materiales que hoy conforman mi estructura; una composición que adora lo oscuro, lo nocturnal, la solitude, lo señero, quizá lo exclusivo. Es más que probable que la forma de memoria más recurrente e inmarcesible pueda provenir de la inversión de los términos en los que uno edifica su infancia. Ambos elementos, contrarios, rivales a pesar suyo, conocen lo suficiente el uno del otro como para que su pensamiento se ocupe recíprocamente del emparejado de por vida.

La teoría de los contrarios volvería, de esta forma, a ofrecer un hermoso paradigma, sin ostentación aparente, de que sólo perdura lo desigual, lo que no se puede comprender del todo, aunque ambos sean partes integrantes metamorfoseadas del mismo sueño, de la idéntica irrealidad que les dotó de forma. 

Suelto del diario inédito Palimpsesto del dubio y la aoristia, de octubre de 1995

sábado, 20 de febrero de 2016

RESOLUCIÓN DEL PROCELOSO ENIGMA



Al lado, otra visión de la "obra de arte". A la derecha, en recuadro pequeño, la mesa en cuestión, arrinconada con otras al final de la clase















Ya sabía yo que mis escasas pero inteligentes seguidoras iban a adivinar por dónde iban los tiros, al menos en un grado de acercamiento suficiente como para acreditar que habían mirado la imagen con atención y, además, habían visto.

Efectivamente, se trata de una mesa-pupitre. Su color verde penicilina tradicional delata una parte del rectángulo, y quien haya estado en contacto con ese tipo de mobiliario escolar habrá sabido dirigirse enseguida en la dirección correcta. Es una mesa de una clase. Pero es una mesa arrinconada en la parte de atrás de un aula que ya no se llena nunca, y que se usa para desdobles, optativas o grupos de escaso número. En la imagen pequeña se puede ver lo arrinconada que está junto a otras, que se hallan en un estado mejor, aunque menos llamativo.

Porque lo que llama la atención a cualquiera que se acerque a ella con cierta intención de ver, son dos cosas. Una, el destrozo que promociones de alumnos infligieron en su superficie superior. Y dos, el dibujo artístico que llegó a producirse en el espacio que antes debía servir para apoyar la tarea de los alumnos en el aula. Son cosas contrapuestas, pero seguramente por ello me captó el interés cuando caminaba por el aula, mientras mis alumnos de Arte realizaban su miniexamen semanal. Lo gracioso es que esa mesa llevaría ahí meses, pero sólo la vi con detenimiento en ese instante. Como me gustó lo que vi, y sobre todo, supe seleccionar, lo fotografié al momento, a espaldas de los chicos, que se afanaban en escribir lo más posible en el reducido tiempo de que disponen en cada diapositiva. El resultado, lo que visteis ayer, pero también lo que veis hoy. Y a continuación, viene el punto reflexivo.

Bajo el destrozo, alguien fue configurando la posibilidad de crear un atisbo de belleza (obviamente, todo es opinable). Quién sabe cuántos alumnos tomaron la tarea en cadena, o bien si fue obra de un anónimo o anónima aspirante a grafitero o artista o si sólo fue una cuestión de divertimento, aburrimiento, venganza, compensación. Lo que me choca es que ante el enfado por el primer paso (el destrozo del material escolar) viene la admiración sorpresiva por la creación de un espacio estético en un marco sorprendente, inhabitual y hasta esperanzador. Porque después del hartazgo de la condición de alumno, tras los posibles deseos de hacer daño con el rasgado y arrancado de la parte superior de la mesa, queda el interés de hacer de aquello mutiladamente feo algo que lo fuera menos, o incluso algo que buscara deliberadamente la belleza. Una especie de “arte povera”, pero en el aula. La moraleja es que nunca sabes dónde el ojo permitirá una sonrisa que permita concebir y engendrar esperanzas. Ojalá cada noticia negativa que se diera en un centro educativo conllevara su réplica positiva y su afirmación de que aún es posible creer, de que no todo está perdido.

viernes, 19 de febrero de 2016

¿QUÉ MUESTRA ESTA IMAGEN?


Esta fotografía algo desenfocada, de formato algo inusual y calidad discutible, impropia de mí (ejem) ha sido realizada por mí mismo con la cámara que en ese momento tenía a mano (más bien, a bolsillo), que era mi teléfono móvil. 

Pero antes de desentrañar los misterios que alberga, me gustaría que el espectador (o espectadora) intentara adivinar de qué se trata, de qué material está hecho, qué representa, desde dónde está sacada la toma, etcétera. Que intente adivinar, en definitiva, qué puñetas es eso que muestra esta imagen. A primera vista, podría parecer un dibujo abstracto, una pintada callejera, una foto aérea, no sé, algo así, ¿verdad? Luego, los colores, bien delimitados por ese trazo grueso de color blanco: sólo cuatro tonos, con gran definición, pero que tampoco revelan demasiado de su contenido, aunque se adivinen trazos de escritura o numéricos.

El asunto es bien simple: me gustaría saber qué se puede pensar de esa imagen, así, sin más información. Prometo desvelar mañana el “secreto”; si alguien responde a la llamada, claro. Suponiendo que nadie lo acierte, que imagino que entre la muy abundosa gente inteligente que conozco, habrá quien sepa, adivine, se atreva, y lo escriba (aquí o por otros conductos más o menos oficiales).

jueves, 18 de febrero de 2016

RECUERDO NOCTURNO

Podría describir cualquier universo si ahondase en vuestros ojos y sus miradas tranquilas y sin miedo, anhelantes de un pasado inexistente, recipientes de un desconcierto general. Podría beber con vuestros rostros y apagar cualquier sed que me oprimiera el alma, aunque no fuerais conscientes de la profundidad de vuestro abismo.

Y, sin embargo, sólo puedo escucharos, impávido, y dejaros hacer, mansamente, mientras os contemplo, arrobado ante esa inercia inútil pero dulce. Tiempo inútil, sí, tiempo inútil. Pero, más adelante, tras esta etapa transitoria, hallaréis otros lugares donde destilar el peso de vuestros errores, de vuestra lógica inmadura y paradójicamente lógica, pero emocionada, con gusto agridulce por la vida.

Con todo, y sin yo quererlo, lloraré vuestra ausencia. Vuestra imagen sobrevivirá en este tiempo amarillo y soberbio sin alquimias, pura o deformada, envuelta en la tranquilidad aparente de quien pensó no ser nada para nadie, pero siéndolo, sí, siéndolo. Siéndolo.

Del libro inédito Prosas tristes. Arias profanadas. 1998

miércoles, 17 de febrero de 2016

BALAS EN LA CAMPIÑA FRANCESA


Éste es uno de los paisajes más recurrentes en mis viajes estivales por Francia. Una campiña más o menos verde (siempre más verde que por acá), con la mies segada perfectamente, y en la superficie, destacando bien a las claras, docenas de balas de paja como las que se contemplan en esta imagen. Pueden ser cilíndricas o prismáticas. Pero todas en un agradable desorden aparente, que suele ser una invitación a que me baje de la autocaravana, y tire unas cuantas fotos, a ver si logro alguna composición que dote de sentido estético o geométrico a lo que en principio no lo tiene. A veces, hasta lo logro. Pero incluso cuando no, con el olor del campo y la hierba compacta, unido al sudor del mediodía y que siempre habrá en cercanía algunos árboles que enmarquen y refresquen la escena, ya habrá merecido la pena la parada. Habré aspirado de nuevo un poco de aroma puro de verano en un cóctel que mi nariz reconoce de inmediato y que me empuja a seguir adelante en mi recorrido pausado por tierras desconocidas, cada vez más reconocibles.

Alrededores de Orcival (Puy-de-Dôme, Auvernia, Francia)
Julio, 2014 ----- Panasonic Lumix G6

martes, 16 de febrero de 2016

LA VIRTUD, AL MODO DE GRACIÁN

Releo, hojeándolo, Oráculo manual y el arte de la prudencia, una joya del pensamiento de mediados del siglo XVII, escrita por uno de los grandes mencionados, pero muy desconocidos escritores españoles del Siglo de Oro. En trescientos aforismos de reducido volumen, Baltasar Gracián habla de eso mismo, de la prudencia, de la educación, y de cómo actuar y comportarse, tanto en la vida cotidiana como en la política o la religión, que por entonces iban más de la mano.

Tantos dicen tantas cosas buenas, tan aprovechables, tan actuales, tan modernas, tan humanas, tan de siempre, que nos dejan mudos con su universal habilidad para poder extraer la esencia del ser humano. Como Montaigne, si bien con otro estilo más didáctico y proselitista. Podría copiar tantos, que sería un pecado de causalidad múltiple. Por motivos obvios, lo haré sólo con el último, el tricentésimo. Reza así:

"300) En una palabra, virtuoso, pues lo resume todo. La virtud es la cadena de todas las perfecciones, es el centro de la felicidad. La virtud convierte al hombre en prudente, discreto, sagaz, cuerdo, sabio, valeroso, moderado, íntegro, feliz, digno de aplauso, verdadero, es decir, un gran hombre en todo. Tres eses traen la dicha: santo, sano y sabio. La virtud es el sol del pequeño mundo llamado hombre; el hemisferio es la buena conciencia. La virtud es tan hermosa que consigue la gracia de Dios y la de la gente. Nada hay que amar más que la virtud, ni nada es tan aborrecible como el vicio. La virtud es cosa de veras, y de burlas todo lo demás. Hay que medir la capacidad y la grandeza por la virtud y no por la suerte. La virtud se basta a sí misma. Ella hace al hombre digno de ser amado, cuando vive, y memorable, una vez muerto."

Yo le hurto la palabra “santo” y la expresión “gracia de Dios”, y lo firmo a continuación como mío, donde haga falta.

lunes, 15 de febrero de 2016

POLÍTICA Y PROSTITUCIÓN (INTERPRETACIÓN POPULAR)


Siempre que me encuentro alguna pintada de corte grosero, insultante o hiperbólica, siento un punto de rechazo de entrada. Pero, acto seguido, me pregunto qué habrá impulsado a alguien a soltar una frase que llame tanto la atención de ese modo. En casos como éste, sólo me salen dos expresiones: hartazgo e impotencia.

Pero analicemos la frase. Esta da por sentado que quienes nos gobiernan, quienes se hallan “en el poder”, los políticos, son unos hijos de puta, entendiendo por tal, un insulto muy grave, de los que más se dicen en nuestro país, incluso en plan amigable según el tono, pero que dicho con acritud, puede ser incluso antesala de violencia física. No quiere decirse con ello que tengan mal concepto de sus madres como prostitutas, claro, sino que lo que plantean es que sean ellas quienes los sustituyan. O sea, que a ellos les aplicamos el gravísimo insulto, tomando la prostitución como algo terrible, pero preferimos que sus propias madres nos gobiernen, pues se deja implícito en la frase que no sólo no lo harían peor, sino mucho mejor. Curiosa paradoja de la que brota el chascarrillo, la ocurrencia, aunque sea una muestra gruesa de cabreo popular. Aunque el problema no es tanto la pintada en sí. Sino la cantidad de veces que vemos en los últimos tiempos asociada la expresión “hijo de puta” asociada a un político, en cualquier conversación habitual. Esto es señal inequívoca de que la desacreditación de esa profesión ha llegado a niveles insospechados hace sólo diez años. 

Entonces, ¿qué hacer con la pintada? ¿Borrarla? ¿Enmarcarla? ¿Editarla? Yo, de momento, tan sólo la muestro. Con lo cual ya me convierto en cómplice del autor. Pero no tengo claro si mi complicidad sea involuntaria a la par que crítica, o consciente y solidaria con la idea. Aunque, bien pensado, creo que sí que lo tengo claro. Vaya que sí.

Pintada en Corrubedo (La Coruña, Galicia, España)
Agosto, 2008 ----- Nikon d300

domingo, 14 de febrero de 2016

MI PALABRERÍO CANALLA (2)

ABOGACÍA: Encaje de bolillos legales, a tanto fijo y a tanto por ciento sobre los aciertos; es un negocio redondo, se mire por donde se mire y se resuelva lo que se resuelva.
ABOLICIONISTAS: Partidarios estadounidenses de que a los negros se les pueda explotar aséptica y civilizadamente como a cualquier blanco, y no como antes, que dicha explotación era gratis y cruel y, sobre todo, daba una imagen publicitaria de atraso de lo más insoportable, oiga.
ABORTO: Interrupción traumática del embarazo que, cuando es voluntaria, supone una de las decisiones mejor tomadas que pueda darse en nuestro mundo actual, aun a pesar de todos los pesares y de todas las hipocresías y maximalismos circundantes.
ABRAZO: Entrelazo simbólico de los brazos de dos congéneres primates; con él se quiere dar a entender que por unos instantes no se lleva en la mano cuchillo ni arma alguna, y cabe que la relación sea momentáneamente civilizada o presente apariencia de tal.
ABRECARTAS: Puñalito disfrazado de herramienta pacífica pero que conserva en su esencia un arma homicida en estado de latencia, que todos hemos deseado manejar con algunos de los remitentes cuyas cartas ha rasgado previamente
ABSTEMIO: Quien se mortifica inadecuadamente ingiriendo líquidos que no producen ningún efecto, salvo una insólita limpieza renal y una abundante diuresis; ah, y una imperceptible senilidad dentro de un cuerpo relativamente joven.
ABSTINENCIA: Inhibición (voluntaria o forzada, que de todo hay) o carencia en  lo tocante a asuntos varios, pero preferentemente sexuales, que produce gran placer (si hubiere compensación sublimada) o gran desesperación (si tal no se diere), dependiendo de la naturaleza de la misma, apuntada al principio. Loada y denostada, aún no se sabe si sienta bien o sienta mal, o si en realidad todo depende de con quién nos abstengamos. Y de cuánto.
ABSURDO: Lógica habitual de la existencia, y que ya se da por asumida  por doquier y por cualquiera, como lo más natural del mundo.    
ABUELOS: Progenitores mayores de una familia; su función educadora/castradora hoy está un poco disminuida, lo cual es una lástima, porque nadie puede educar como un abuelo ni nadie puede joderle a uno la vida como una abuela; y ciertas cualidades es preciso aprovecharlas bien, dada su escasez.
ACIDOSIS: Exceso de ácido en todo el cuerpo, con especial énfasis en el cerebro,  lo cual afecta sobre todo al comportamiento en la cama, en el trabajo, en el ministerio, en el Estado; sus consecuencias son temibles, pues genera divorcios, despidos, humillaciones de poder y genocidios varios.

Del libro inédito Palabrerío canalla, 1999

sábado, 13 de febrero de 2016

NADA CAMBIA SI TÚ NO CAMBIAS


La frase (es un eslogan publicitario) es muy simple. Es muy conocida. Nos la han repetido muchas veces, con ésa o con otras palabras muy similares. Nos la sabemos. Conocemos la verdad -siempre relativa- de su afirmación. Con todo, hemos de confesar que la aplicamos poco. O bien no podemos hacerlo, o bien no sabemos, o bien nos encanta ser contumaces so pretexto de ser auténticos, únicos, especiales. Por mi experiencia en contumacias propias y ajenas, pienso que es una obstinación que nace del sentimiento de especificidad que se ansía tener. Pero creo también que otra de sus razones es porque el miedo atenaza la posibilidad de cambiar cualquier cosa de nuestra rutina habitual. Nos produce un confort gratificante saber con seguridad qué va a suceder, aunque nuestra existencia sea caótica, aburrida, dolorosa o inane. Y ello impide la mayoría de las veces el experimento, la búsqueda de lo diferente, la sorpresa que haga de un momento algo especial e inesperado. Yo lo digo muchas veces en clase: “a iguales acciones, iguales resultados, si las circunstancias no han variado”. Incluso señalo que es una fórmula matemática o física en boca de un fulano de letras. Da lo mismo. Y uno entendería la negativa al cambio si las circunstancias fueran gratas, positivas o subjetivamente buenas para quien habla. Pero es curioso constatar cómo la mayor resistencia al mismo proviene de quien lo está necesitando a gritos. Y lo grita desde su silencio. El silencio de la inmovilidad.

Imagen publicitaria de una compañía de móviles de Toro (Zamora, Castilla y León, España)
Abril, 2014 ----- Panasonic Lumix G6

viernes, 12 de febrero de 2016

OBSESIONES. TEMÁTICAS PERSONAL (I)

Siempre me habría gustado mantener una entrevista-diálogo con un periodista. Se trataría de LA entrevista, esa que muchas veces retorna a mi discurso, como el intercambio definitivo con alguien con quien hablar todo, de todo, y durante todo el tiempo; algo infinito y utópico, claro, más literario que real, pero que conforma uno de los imaginarios que me asaltan con regular recurrencia. Habría que acotar antes que nada que el periodista tendría que ser mi amigo íntimo. Alguien con la suficiente confianza y capacidad a quien lanzar todas las opiniones obsesivas o contrapuestas que albergo sobre tantos temas; y aunque tales opiniones no fueran válidas o verdaderas, daría igual, porque para mí sí lo serían, y por contraste se obtendría un perfil más nítido de sus contornos. Al fin y al cabo, cuando hablo no hago otra cosa que ordenar mi pensamiento y, mediante la discusión y las sucesivas confrontaciones, delimitar, perfilar y concretar impresiones, a veces fugaces, otras imprecisas, sin forma completa. Siento en multitud de ocasiones que lo poco que sé ha ido formando a mi lado paulatinamente un depósito de piezas de tamaño variable, acumuladas frente a mi casa. Serían un montón de esquirlas redondeadas o puntiagudas, que han sido arrancadas en diálogo constante con mujeres, con hombres, con cuadros, con esculturas, con libros, con la vida, con todo aquello que pueda llegar a fascinarme o sorprenderme. La sorpresa, siempre; ver surgir el fantasma permanente y hacerlo corpóreo mediante la palabra compartida sin descanso alguno, hasta el final.
Apunte tomado en una libreta en marzo de 1995

jueves, 11 de febrero de 2016

JUICIO FINAL EN CONQUES


En Santa Fe de Conques, todo sobrecoge. La altura de las naves, la oscuridad parpadeante, el silencio interior. Ya desde la entrada, en el momento en que la robustez de los muros te apabulla recordándonos nuestra fragilidad comparativa. Pero, ante todo, mostrándonos que Dios es el supremo juez, que valorará al final la calidad de nuestras vidas y sus actos. En la portada, Cristo en majestad determina todo cuanto sucede a su alrededor. A su derecha, la serenidad homogénea y aburrida del equilibrio de los justos, custodiados por asépticos ángeles. A su izquierda, la sucesión diversa y contorsionada de todos los males que les aguardan a los impíos, conducidos por imaginativos monstruos que corporeizan el mal. A un lado, el aburrimiento indoloro, por toda la eternidad. Al otro, el horror perenne,  multiplicado por la imaginación de los artistas medievales. Entonces, no cabía duda sobre la pertinencia del camino a seguir. Hoy, seguro que tampoco.

Fachada de Sta. Fe de Conques (Aveyron, Midi-Pyrénées, Francia)
Julio, 2011 ----- Nikon d300

miércoles, 10 de febrero de 2016

MAZA Y PELOTA, ESPERANDO TURNO


La composición es sencilla: sobre el linóleo del polideportivo, cubierto de un tapete de competición, una maza y una pelota esperan a ser tomadas para su correspondiente exhibición. Se trata únicamente de una final regional. No es la final de los juegos olímpicos. Pero ¿qué más da? Uno ve esos elementos, y apenas se distinguen de juguetes de similares formas y características. Y si se mira la edad y las formas de las participantes, uno no andaría muy desencaminado. Sin embargo, qué diferencias implican. ¡Cuántas horas de entrenamiento! ¡Cuántas privaciones en la alimentación! ¡Cuántas reprimendas para encauzar posturas y ademanes! ¡Cuánto sacrificio físico y cuántas lesiones sucesivas! ¡Cuánto esfuerzo mental y cuánto llanto previo! Y todo, para que al final, de las dieciséis participantes, sólo tres encabecen una lista de mejores logros o de imperfecciones menos evidentes, o acaso de favoritismos sutiles. A la espera de que la justicia selectiva actúe, la injusticia habitual confía en que llegue su momento. Mientras, la maza y la pelota aguardan, impávidas, instrumentos objetivos de deseos inabarcables.

Final del Campeonato provincial de Gimnasia rítmica (Avilés, Asturias, España)
Abril, 2009 ----- Nikon, d300

martes, 9 de febrero de 2016

SEMPITERNO DESORDEN

Este desorden que me envuelve, soterrado y luminoso, ofrece a quien lo contemple la imagen veraz de mi propia impostura, que se aferra a ideas inmarcesibles, eternas, de la propia belleza y de los sentidos en su homérico combate contra el mundo y sus ensoñaciones diurnas.

Ese desorden recurrente, que aparece a intervalos, que supura la vehemencia exaltada de un personal juego de prioridades, habrá de generar otro yo al que espero, sin desearlo, que ascenderá por mi cuerpo hasta mis ojos con la calculada lentitud del intruso hasta que la vista me falle por fin y la oscuridad logre humillar lo que admiré del viento y del océano en su unión particular.

Entonces mi cuerpo —dirán los otros— tendrá motivos de temblor y mis ojos, como ahora, pretexto para el llanto.

Del libro inédito Prosas tristes, arias profanadas, 1998

lunes, 8 de febrero de 2016

LUGAR (QUE FUE) SAGRADO


Aunque a primera vista, esto parezca sólo piedra agujereada, no debemos engañarnos: esto fue un lugar sagrado. Parece que sus orígenes son confusos, por lo que se le podrán atribuir usos y fundaciones al gusto de los intereses que lo definan o . De ese modo, y según folletos al uso, esto habría sido primero una ermita de tipo rupestre, donde habría vivido un eremita, en tiempos altomedievales. Más adelante, habría sido transformada en una minúscula iglesia monástica, con un carácter salvífico y conmemorativo, a lo que contribuirían algunas reliquias bien elegidas al uso. Y a tal punto el ejemplo habría cundido, que habría quien habría deseado ser enterrado al lado, como corroboran las tumbas antropomorfas que se hallan a la entrada y en los laterales. Hoy, desproveída de intensidades sagradas (o incluso conservándolas), constituye una de las atracciones turísticas de Cervera de Pisuerga.

Iglesia rupestre de San Vicente (Cervera de Pisuerga, Palencia, Castilla y León, España)
Febrero, 2016 ----- Panasonic Lumix G6

domingo, 7 de febrero de 2016

LA INSULTANTE ACUMULACIÓN DINERARIA DE LOS MILLONARIOS

Hay un par de cosas del capitalismo que nos llaman muchísimo la atención hoy día. No es, como apunta Arundathi Roy en su ensayo Espectros del capitalismo, que este sistema económico no tenga alma o que el dinero de las empresas no tenga nacionalidad, que también. Es la insaciable tendencia, no ya por lograr mayores beneficios, sino a la insensibilidad hacia las personas, sean sus propios empleados, sean sus potenciales consumidores, sean anónimos integrantes de la sociedad general. Eso, por un lado. Por otro, la inagotable búsqueda de cómo alcanzar más y más dinero. Son cosas que uno no entiende, porque es justo eso mismo lo que acabará con dicho sistema, a la corta o a la media, si las tendencias no se invierten (que no tienen pinta de hacerlo).

Cuando hace unos días se publicaron las terribles cifras que hablan de que unos pocos personajes atesoran más riquezas que estados enteros, que millones de personas, uno se pregunta los porqués. También: ¿para qué? ¿Qué buscan con tanto ahínco en la acumulación insultante de tales cantidades de dinero, que marean sólo viéndolas? ¿Es precisa tal ambición? ¿Les hace sentir mejor verse a la cabeza de los afortunados del mundo? ¿No sabrán hacer otra cosa, y por eso se dedican a hacer lo único que saben y pueden? Es lícito, desde luego. Las reglas sobre las que circulamos lo permiten, e incluso instan a ello. Pero, desde luego, no es legítimo. La desviación entre los que más tienen y los que menos, no es ya sólo insultante para cualquiera con cierta sensibilidad, sino que es el cáncer que terminará con ellos mismos, como en su momento las revoluciones liberales estallaron cuando la soberbia insensible de los estamentos privilegiados despreciaron todo aquello que no fuera ellos mismos. No es legítimo, afirmamos muchos. Con seguridad, tampoco será ético. Ni necesario, ni positivo, ni estimulante. Sólo será legal. Entonces, ¿a qué se espera para cambiar las leyes para que deje de serlo?

sábado, 6 de febrero de 2016

ADECUACIÓN CONTINENTE-CONTENIDO


Las formas curvas tienen algo de hipnosis en su construcción y en su modelado. Nos atraen de un modo que a veces no podemos explicar. Cuando dichas líneas proceden de esculturas lejanas que han sido trasladadas en bodegas oscuras desde otro continente, la sensación de misterio se redobla. Si, además, se alean con las del edificio que las alberga, el acoplamiento entre continente y contenido alcanza una coherencia máxima. El paso precedente al disfrute intenso. El paso posterior a un encuadre fotográfico de líneas rectas que encajen las curvas. El color hace el resto.

Obras del escultor mexicano Enrique Carbajal 'Sebastián', expuestas en el Centro Cultural Niemeyer de Avilés (Asturias, España)
Mayo, 2014 ----- Panasonic Lumix G6

viernes, 5 de febrero de 2016

LAS LECCIONES QUE NOS ENSEÑAN LAS PAREJAS

Antaño, cuando era más joven, tuve yo una novia a la que quise mucho y bien (dentro de mis posibilidades). La quería por muchas razones, pero una de ellas era que le encantaba aquello que a mí me encantaba. Bebía, como suele decirse, los vientos por mí. Son las cosas del amor. Pero, ya se sabe, el amor no es muy razonable que se diga, y provoca muchas veces malentedidos varios que a veces resultan más que graves. El caso es que viendo que ella iba entrando con facilidad por los mundos que a mí más me arrobaban, probé a enseñarle a jugar al ajedrez, por ver si además de los que habitualmente me retaban y con quienes lidiaba, lograba un proselitismo de tablero que bien me viniera o solaz grato nos procurara. A lo largo de los seis meses siguientes, yo no di crédito. ¡Qué entrega!, ¡qué esfuerzo! Con qué ganas se leyó las cartillas iniciales e incluso algún librito de iniciación que le regalé al efecto. Jugamos así muchas partidas en nuestros días de cerveza y tableros. Yo ganaba siempre, claro, pero aprovechaba para señalarle los errores de planteamiento estratégico, táctico o de concentración. Y parecía que la cosa progresaba. Yo sabía que no alcanzaría nunca el palmarés de Judit Polgar, pero como yo no era Garri Kasparov precisamente, la cosa se equilibraría con el tiempo. Hasta que un día dijo que no le apetecía jugar. Bueno, me dije yo, si es una cosa puntual... Pero como otros días yo insistiera y ella se resistió sin ceder un ápice, al final la cosa explotó. Y en medio del café que más frecuentábamos. Allí, entre lágrimas enormes y redondas, que recuerdo con una nitidez pasmosa, me dijo que odiaba el ajedrez, que le parecía un juego estúpido, que siempre le había aburrido mortalmente, y que no iba a jugar nunca más, por lo que daría igual que yo insistiera, porque la decisión estaba tomada. Yo me quedé estupefacto, como si me hubieran operado de cataratas: tan claro vi de pronto. Tardé semanas en asimilar aquella dosis de realismo nada mágico. Pero aprendí una gran lección.

Cuando conocí a mi pareja actual, a quien quiero muchísimo y bien (si se admiten mis ya legendarias limitaciones), ella no tenía ni idea de lo que era la fotografía, más allá de hacer unas cuantas fotos en cumpleaños o alguna celebración. Yo, ya de aquella había contraído hacía muchos años el virus de la imagen fija, y ya contaba con un equipo que empezaba a ser respetable. Le hice muchas fotos, las hacía en nuestros múltiples viajes, pero jamás -jamás- pretendí inculcarle ese sano vicio. No obstante, en una convalecencia de un período de baja, se hizo con la cámara que yo había dejado por haberme comprado un modelo superior. Eso fue en 2008. Hoy, hace mejores fotos que yo (al menos, en lo que a la fotografía gastronómica y de bodegón se refiere). Y así es como volví a aprender otra magnífica lección.

jueves, 4 de febrero de 2016

RECORRIENDO EL CAÑÓN


A lo largo del cañón, la caliza se yergue en las alturas, carcomida de tiempo y buitres, mientras desde el suelo la vida verde aspira hacia un cielo nada protector. El cielo lo cubre todo de un azul tan nítido que casi duele en la mirada. Es poco antes del mediodía, y el calor ya se siente en exceso, perlando de sudores los cuerpos que lo recorren. El sendero discurre al lado del río, mientras los farallones escoltan la marcha. No da tiempo a vivir tanto, mientras se camina a ratos en sombra, a ratos bajo un sol que desborda las previsiones. No se puede vivir tanto, si además la marcha aboca al recuerdo de la última vez que se pasó por estos parajes, cuando el viajero recorrió esta senda solo, al encuentro de quién sabe qué fantasma que ya se evaporó en su momento. Aun así, la costumbre se impone a la incertidumbre, y la cámara toma una imagen sencilla, donde cada elemento se halle en su lugar correcto, y se capte el delicado equilibrio entre colores y masas. Queda registrado el instante que el ojo ve. No, en cambio, el dolor del recuerdo. Tampoco, la alegría por hallarse en otra etapa más excitante, más diversa, menos monográfica, más vital.

Cañón del Río Lobos (Soria, Castilla y León, España)
Julio, 2006 ----- Minolta dIMAGE Z1


miércoles, 3 de febrero de 2016

“EXISTIMOS PORQUE ALGUIEN PIENSA EN NOSOTROS”

En la película Princesas, de Fernando León de Aranoa, la prostituta Caye, interpretada magistralmente por Candela Peña, le dice a la prostituta Zulema, interpretada por Micaela Nevárez, en un momento álgido de la trama: “Existimos porque alguien piensa en nosotros, y no al revés. No te olvides nunca”. 

Es una frase que impacta, no porque sea verdad, que lo es en buena medida, sino porque en su sencillez logra atrapar la atención sobre lo esencial: somos en la medida en que existimos por y para alguien. Porque si sólo somos para nosotros mismos, la existencia no es más que un transcurso finito y abocado a la soledad última sin la menor trascendencia. Al final, todos acabamos en la misma soledad disuelta en éter, cierto, pero podremos persistir un poco más de tiempo a través de la memoria, por algo que hicimos, por algo que creamos, por alguien que amamos. Ese recuerdo será una prolongación de nuestras vidas, y constituye lo único a lo que podemos aspirar quienes tenemos una idea materialista de la vida. Lo cual no es algo triste, como podría parecer a algunos; es sólo que esta verdad -personal, parcial, con minúscula-, como ya advirtiera Serrat, no tiene remedio.

martes, 2 de febrero de 2016

FUEGO EN LA FLOR


A veces, las flores capturan tanto calor del sol a lo largo de las semanas, que un día, sin que medie aviso previo, se produce un instante de esplendor, y por los pétalos se les escapa el fuego de la vida, que transmiten para que nuestros ojos se alimenten de él, y podamos darnos otro empujón más.

Macrofotografía de pétalos de girasol (Moissac, Midi-Pyrénées, Francia)
Julio, 2011 ----- Nikon, d300

lunes, 1 de febrero de 2016

¿Y LOS LIBROS SIN LEER?

¿Y qué decir de los libros sin leer? De esos ringleros llenos de libros maravillosos que aguardan que les pasemos la mano por el lomo para algo más que para admirarlos o hablar de ellos. Porque tantas veces dijimos que ya bastaba de tanta compra compulsiva, excitante, imposible de evitar. Pero seguimos haciéndolo, porque la zona de placer activada en nuestros cerebros enfermos era tan grande como el Mississippi en sus crecidas, porque nada es más sugerente que las posibilidades de conocimiento, belleza o diálogo que algunos libros prometen. Pero, sobre todo, porque es una droga intensa. No sé si tan dura como la del amor sin medida, como cantaba Carlos Goñi en “El roce de tu piel”. Pero es dura, dura, muy dura: de las que resulta inviable la desintoxicación, de las que disuelven la capacidad de autocontrol de que uno hace gala como azucarillos en el té blanco. De las que uno no sabe si asumir o permitir que nos condene para siempre. Aunque a estas alturas, uno ya sepa que en su fuero interno ya la ha asumido. Y que estamos condenados, como Sísifo, a incurrir una y otra vez en la dulce perdición, sin posibilidad alguna ni de redención ni de expiación de ninguna clase.

AVISO A VISITANTES

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