miércoles, 30 de marzo de 2011

OLEAJE URBANO

domingo, 27 de marzo de 2011

MICRORRELATO

COHERENCIAS DEL BURLADOR

Sí, fueron mías por centenares, por miles, y llenaron de calentura mis noches y mis anhelos; también, algunos de mis reposos. No las quise nunca más allá de una velada, aunque muchas sí me amaron, alguna con locura demente. Pero es cierto, las burlé, y las fui gozando una a una, para luego darlas al olvido con presteza y sin cargos de conciencia. Fueron sumando mis placeres, al tiempo que mi fama me precedía y volvía más fácil —más difícil— cada nueva conquista. Fueron años intensos de goce incandescente y fugaz. Justo es, pues, que ahora sea yo quien ame con pasión irrefrenable a esta novicia mojigata e inexperta, y muera de amor por ella; y muera también a manos del vengativo comendador. Aunque, pensándolo mejor, actuando de un modo egoísta...
Del libro Micrólogos

miércoles, 23 de marzo de 2011

ÁBSIDE Y CIMBORRIO (San Lorenzo, Sahagún de Campos)


Texturas de Lenabem-Anna

domingo, 20 de marzo de 2011

MICRORRELATO

VOCACIÓN DE ARTISTA (JOVEN)

El chico se aburría. No sabía qué hacer. Además, carecía de vocación alguna, lo cual le reconcomía aún más por dentro. Pero un día, por aburrimiento, recaló en un suplemento dominical que le había pasado su padre. En él un artículo afirmaba que se estaba poniendo de moda ser cruel, y que podía llegar a adquirir categoría artística. Asombrado y decidido, desde ese día, se dedicó de manera sistemática a torturar al gato, a tirarle piedras a los hijos de sus vecinos, a capturar cucarachas y ranas vivas para abrirlas luego en canal, a no contestar a sus padres cuando éstos preguntaban algo, a aplicar cerillas encendidas al pelo de sus compañeros de colegio, a violentar a las hijas de las vecinas en el rellano de la escalera, a destruir nidos de pájaros en el descampado cercano, a romper la correspondencia del inmueble, y otras delicadezas por el estilo. Así se pasó dos años exactos: desde los doce a los catorce años. Cuando al final hizo balance, verificó desalentado que no había logrado obra de arte alguna. Probó entonces otras vías. Dos semanas después  comprobó extasiado que lo que un día leyó era cierto. Ocurrió cuando le dio por fotografiar la carne de su hermano pequeño, chamuscada a conciencia con una vela durante varios segundos. Al contemplar la copia de 20 x 30 que encargó, pudo deleitarse con unos magníficos tonos cálidos y con la logradísima textura de la costra requemada, que formaba un atípico dibujo abstracto, lo cual le produjo un momentáneo arrobo. Entonces, sí, aquel adolescente se sintió por primera vez un artista, un verdadero artista de su tiempo, que optaría de inmediato por su verdadera vocación.
Del libro  Micrólogos

miércoles, 16 de marzo de 2011

VELOCIDAD RUSA

domingo, 13 de marzo de 2011

MICRORRELATO

SER PRÁCTICO

A las tres semanas de enterrar a mi hermana, me propuse ser práctico, para no sufrir, para dejar de llorar de continuo. De nada había servido recordar que estaba en su mejor momento, que era bella e inteligente, que destacaba en todo, que tenía un futuro maravilloso por delante, que mis amigos la deseaban; que yo la quería como sólo yo podría quererla. No me la devolvería a mis brazos seguir pensando en el conductor colgado que le volteó la vida en una rotonda a la que entró como si se afanase en lograr una buena posición en un circuito. Por eso, tras días anegados en un encierro absoluto y lágrimas continuas, me propuse no pensar ni recordar más. Sentir poco, actuar conforme a unas reglas preestablecidas, automatizar mis gestos. De ese modo, no lloraría más. Y así fue: ni una lágrima más brotó de mis ojos. Me obstiné en dejar de pensar en ella, puesto que de nada me habría servido, salvo para entristecerme o enloquecer de llanto. Mis amigos hicieron lo posible por consolarme, me acompañaron todo el tiempo y me aconsejaron pensar con la cabeza y no con el sentimiento. Tuve que estar de acuerdo con ellos, lo mejor resulta ser práctico. Esa compañía fiel me abstrajo durante un tiempo, aunque de todo se cansa uno. Por eso llegó un día en que decidí actuar y convertirme en alguien práctico. Recabé datos y localicé al sujeto enseguida. Compré cierto material necesario en varias ciudades distintas, por aquello de no dejar rastros fáciles. No llevó demasiado tiempo. Los disparos tan sólo ocuparon unos instantes, en su propio domicilio. Cargar el cuerpo y trasladarlo hasta nuestra casa en el monte, me llevó apenas hora y media. Fueron necesarios, eso sí, algunos días de paciente espera para trocearlo, disolverlo, colarlo y envasarlo en garrafas lastradas. Cuando las arroje al embalse esta noche, cerca de la compuerta, comenzará una nueva etapa en mi vida. Una etapa en la que seré, ya para siempre, un hombre absolutamente práctico.
Del libro Micrólogos

miércoles, 9 de marzo de 2011

ESPIANDO EL DESPEGUE

domingo, 6 de marzo de 2011

MICRORRELATO

DESENCUENTRO

Una venía de vuelta de todo, abrasada de fracasos, intentos frustrados por el tiempo. Otra iba al encuentro de un futuro misterioso, de duración incierta. Una ya no esperaba nada de la vida, después de haber vivido los años justos que su rostro reflejaba. Otra se atrevía a esperar cuanto la vida le ofreciera. Una, caminaba despacio, con la lentitud de quienes han doblado la cabeza. Otra, andaba deprisa, como queriendo llegar antes a donde no había estado nunca. Una, ya no veía; sólo ocasionalmente miraba, hacia los lados o hacia abajo. La otra, tampoco veía, pero no dejaba de mirar, por si la magia surgía de cualquier gesto o brotaba en un brillo que reflejase el sol. Los dos rostros mostraban la oscuridad de sus adentros. Coincidieron en un instante de un lugar que a ninguna de ellas les era común. Cuando se cruzaron, no llegaron a mirarse. No se habían presentido ni adivinado, por lo que no pudieron  reconocerse. Tampoco habrían tenido nada que decirse. Las dos siguieron su camino hacia adelante, hacia atrás.
Del libro Micrólogos

miércoles, 2 de marzo de 2011

domingo, 27 de febrero de 2011

MICRORRELATO

DAFNE Y APOLO

Antes de empezar a hacer la comida, a Dafne le viene un repentino vuelco a la mente, y se pregunta qué ha sido de su vida en los últimos veinte años. Como siempre, acaba pensando que su vida ha sido un continuado y tranquilo descenso a la mediocridad más habitual. Ello no le causa ningún malestar. Está acostumbrada. Piensa mucho, y no sólo en ella misma. Sin embargo, a la hora de decidir qué va a preparar, antes siquiera de ir seleccionando los ingredientes adecuados, nota cómo las manos no le reaccionan, y siguen metidas en el mandil que su hija le regaló por su último cumpleaños. Los recuerdos le sobrevienen en discontinua cadena, y en alguno de los eslabones se detiene, licenciosa. Allá en la facultad, cuando el Arte mediatizaba la vida, y unos ojos azules le perturbaron el Arte y la vida. También todo lo demás; aunque eso vino después, con el correr veloz y lento de los años. Y, sin darse cuenta, sus manos acaban en el frasco donde guarda el laurel que su marido le recoge a veces en el parque. Los dedos recorren las hojas que la impregnan de aromas y de recuerdos, hasta que al final una lágrima humedece una de ellas, la menos verde, que será por ello la elegida. “Algo con laurel”, se dice. Repasa la lista de recetas que sabe elaborar con ese sabor esencial. No le salen más de seis. Se decide por la más simple: “no se merece mucho más”. Mientras va colocando los ingredientes sobre la encimera, el llavín en la puerta le indica que su marido acaba de llegar. Tras unos segundos y unos saludos desde la lejanía, siente cómo unos brazos la rodean y la estrechan con calidez y ternura. “Hoy tampoco has echado a correr, ¿eh?”, le dice, repitiendo una fórmula usual entre ellos. Y la besa en el cuello. Luego, le llega el olor a laurel, y se relame sin saber siquiera qué comerá, mientras le susurra al oído: “ésta es mi Dafne”. Casi a punto de echarse a llorar, sin aún volverse hacia su marido, retira todo cuanto había ido preparando, excepto el bote con el laurel. Decide que la receta que preparará será otra; con seguridad, la más exquisita de la lista. “Este es mi Apolo”, contesta al fin ella, fingiendo sólo a medias.
Del libro Micrólogos

miércoles, 23 de febrero de 2011

REFLEJO DE MUSEO

domingo, 20 de febrero de 2011

MICRORRELATO

AMOR IMPOSIBLE

El muñeco de nieve se vio un día inflamado de amor cuando pudo ver a través de la ventana aquella estufa de hierro forjado. Se trataba de una Chubesky a gasóleo que habían traído a la casa de los niños que lo habían modelado. Ya sólo contemplarla desde fuera le produjo sudores extraños, aunque el día estaba nublado. Cuando se acercó más al cristal para poder admirarla con detalle, sintió que su base perdía algo de volumen. Pero el deseo pudo más. Aprovechando que la familia estaba durmiendo la siesta, entró en el amplio salón. Verla de cerca le produjo un estremecimiento que confirmó que su intuición no había sido cosa de un instante. Ella, coqueta y halagada, lo observaba a través de los múltiples ojos de su ventana frontal, y poco a poco comenzó a sentir también una atracción arrebatadora. La misma que fue recorriendo al muñeco por todo su cuerpo. Mientras más se acercaba, notaba que su cuerpo menguaba y que la alfombra del salón se empapaba por momentos. Ella le incitó a abrazarse con un beso infinito. Él comentó que si se juntaban, él moriría. Ella replicó que antes de que eso sucediera conocerían el verdadero valor de su pasión. Él aceptó, febril. Ella lo acogió en su seno con una llamarada de amor indestructible. Él se derritió por completo. Ella fue anegada por toda su agua. Él desapareció entre vapores. Ella nunca pudo ser reparada.
Del libro Micrólogos

miércoles, 16 de febrero de 2011

ATRACCIÓN DE CONTRARIOS

domingo, 13 de febrero de 2011

MICRORRELATO

MUÑEQUITA ARISCA, RENCOROSA


Al llegar a casa, colgó el abrigo en la percha, dejó el maletín al lado del taquillón, soltó las llaves y la llamó en voz alta. Nadie respondió. “Mira que eres arisca; y rencorosa, además” comentó. Anduvo por todo el piso, y al final recaló en la alcoba. “Claro, en la cama echada, donde te dejé; ¡qué espectáculo!”, comentó con un gesto de aparente desprecio. Ante el mutismo recibido, se detuvo unos instantes a mirarla. Su piel brillante y juvenil, su cabello largo, lacio, ordenado y limpio, su mirada ausente, su desinterés. “¿De verdad aún no me has perdonado por lo de esta mañana? Vamos, amor, no fue para tanto”. Y se acercó y la besó en los labios con cierto ardor. Ella ni se inmutó. Su mirada seguía perdida y sin hacer contactar sus ojos con los de él. “Resentida, mal tomada. Ya me lo advirtieron, ya, pero no les hice caso. ¿Y sabes por qué? Porque en el fondo me gusta esa cara de rencor que le pones a tu maridito cuando regresa del trabajo. Me excita esa pasividad que me lanzas a la cara. Compruébalo tú misma”. Y le cogió la mano con violencia, y la colocó sobre su sexo, que ya le abultaba el pantalón. “¿Lo ves?”. Y continuó besándola en la cara, en los ojos, en el cuello, y manoseando sus senos, pellizcando zonas sensibles, sin obtener reacción ni respuesta alguna. Pero la excitación del hombre iba en aumento y trasladó su cuerpo encima del de ella, frotándose sin disimulo. “Muñeca, eres la mejor, ya lo sabes”. En un momento dado, la hebilla del cinturón se abrió hacia adelante y presionó más de la cuenta, hundiéndose hacia abajo. Fue entonces cuando ella reaccionó por primera vez dejando escapar un sonido agudo, como un silbido prolongado que se hacía cada vez más intenso a cada embestida, hasta que por el último estertor de él coincidió con el desinflado completo de ella.
Del libro  Micrólogos

miércoles, 9 de febrero de 2011

domingo, 6 de febrero de 2011

MICRORRELATO

GUILLERMO TELL, TEJANO

El héroe tensó sus músculos y se dispuso a disparar. Sus ojos sólo buscaban concentrarse en los brillos verdes y rojos del blanco fatídico. En el instante supremo, su mano derecha descendió lentamente, pero en el último momento con una rapidez inimaginable sacó el revólver y acertó justo en el centro. Su admirable precisión provocó un grito estremecedor entre los asistentes, que apenas podían dar crédito a lo que acababan de contemplar, mientras el cuerpo de su hijo se desplomó hacia atrás sin apenas ruido. Sólo una carcajada proveniente de lo alto de la torre rompió el estupor general. Transido de rabia, con un segundo tiro destrozó la manzana en mil pedazos. Sólo un instante medió con la tercera bala, que heló para siempre el rostro satisfecho del taimado gobernador. Para concluir, habría deseado poder vaciar el cargador entero sobre sí mismo. Todo terminó, sin embargo, con la bala siguiente.
Del libro Micrólogos

miércoles, 2 de febrero de 2011

FRENESÍ DE PERCUSIÓN

domingo, 30 de enero de 2011

MICRORRELATO

CASTING DE PERSONAJES

Una vez que hube tomado todas mis notas previas y decidido el marco donde ubicar mi novela, comencé con la selección del personaje principal. De ese modo, convoqué una reunión donde seleccionar los candidatos principales y poder contratar a uno de ellos para incluirlo en mi único proyecto serio. Pero pronto me di cuenta de que aquello sería una tarea muy complicada. Vinieron muchos, casi cuarenta, a cada cual más dispar. Voceaban mucho y varios al tiempo, exigían demasiado, polemizaban entre ellos, eran maleducados, coléricos, engreídos, imposibles de dirigir. Pero, con todo, fascinantes, cada uno en su estilo. Decidí postergar mi decisión. Se fueron todos malhumorados, y alguno pronunció incluso palabras gruesas antes de marcharse. Una semana después, efectué otra convocatoria, con idéntico desenlace. Comprendí que no me quedaba más remedio que tomarme a mí mismo como personaje clave. Yo no escaparía de mí, no podría negarme a formar parte de tan importante proyecto, y siempre tendría la posibilidad de modelarme a mi antojo. El problema que se planteó entonces es que en mi novela el protagonista acaba ahorcándose al final, desesperado de todo y en lucha contra todos. Aun así, no opuse resistencia. Desde que comencé a escribirla, he dedicado un ratito al día para imaginar cómo sería la cuerda de la que acabaría colgando. Hoy por fin la encontré. Resulta sedosa de tacto, pero de material fuerte y resistente. Aguantará mi peso sin venirse abajo. He dejado instrucciones precisas para que la novela se concluya conforme lo que va a suceder a continuación. Sólo deseo que no se malinterpreten mis intenciones, que mis instrucciones sean aplicadas al pie de la letra, sin cortes ni censuras, ni compasión ni piedad; y que no se cuestione mi autoría.
Del libro Micrólogos

miércoles, 26 de enero de 2011

LÍQUIDO CORTINAJE

domingo, 23 de enero de 2011

MICRORRELATO

BENEVOLENCIA DEL ALUMNADO

Cuando expongo en clase cosas tan incomprensibles como que de dos palabras antiguas como “Caesar” y “Augusta” se ha podido llegar a una actual como Zaragoza; o bien que el universo consta de millones de galaxias, cada una de las cuales contiene miles de millones de estrellas, y éstas a su vez sus correspondientes planetas; o que el vapor de agua primero no se ve, pero luego sí, en forma de nubes que, cuando se enfrían por la altitud se convierten en gotas grandes de lluvia que caen a tierra; cuando yo explico esto e intento que lo entiendan y luego lo aprendan, sólo puedo hacerlo poniendo una enorme cara de entusiasmo vehemente, o sea, de loco, de enajenado transitorio, para que los chicos puedan ser comprensivos y benevolentes conmigo, y no me desprecien más de lo habitual, y puedan colocarse sobre su frágil pedestal y pensar: “pobre, ya está otra vez alucinando con lo suyo”, y así puedan dedicarse a las cosas que en verdad les importan sin que les dé por chillar, insultar, escupir o agredir a quien les habla.
Del libro Micrólogos

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